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Esencias antiguas en vasijas de barro (4).

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Presentación del tema: "Esencias antiguas en vasijas de barro (4)."— Transcripción de la presentación:

1 Esencias antiguas en vasijas de barro (4)

2 Edad de Oro de los Santos Padres clip

3 de los Santos Padres de la Iglesia próspera edad, que comenzada
Edad de Oro la llamaron, de los Santos Padres de la Iglesia próspera edad, que comenzada en Nicea en trescientos veinticinco, se alarga y concluye en Calcedonia corriendo el año cuatrocientos cincuenta y uno. Derrumbado, vencido el Imperio de Occidente en el cuatrocientos setenta y seis, sepultado bajo tierra yacía Diocleciano el sanguinario tirano.

4 Menos mal que Constantino supo ser munificente
y enseguida arriba alzaron basílicas tan hermosas como san Juan de Letrán, o san Pedro y san Pablo, en Occidente. No se quedó atrás el Oriente y en Palestina plantaron la Basílica de la Natividad en Belén el Santo Sepulcro de Cristo y Monte de los Olivos en la actual Jerusalén. No faltaron eremitas solos o en comunidad como el gran san Antonio Abad y san Basilio en Oriente, emulado en Occidente por los santos Benito y Martín que fuera de Tours obispo.

5 Tampoco faltaron rifirrafes doctrinales en torno a la Trinidad
de si en Dios son tres o es una, que tres han de ser las Tres divinas Personas, ni faltaron divergencias tocante a la Encarnación. Pronto los francos pasaron a dar evangelización siguiendo los irlandeses que predicaron la fe. La gente dejó el paganismo y se abrazó al cristianismo.

6 Y así surgieron los godos de un lado,
y del otro, los persas, los abisinios y armenios, sin olvidar visigodos, unos y otros convertidos tras la conversión de Recaredo el año quinientos ochenta y nueve, aunque se exceptúan longobardos y ostrogodos que siguieron siendo arrianos. El siglo cuarto transcurre en asuntos trinitarios dejando para el siguiente el cristológico pendiente.

7 Concilios iban, Concilios venían, queriendo proteger la fe:
de un lado Nicea, por el año trescientos veinticinco, del otro, Constantinopla 1º ,en el trescientos ochenta y uno. Fue la primera etapa. La segunda, pasará a la historia con Éfeso, en el cuatrocientos treinta y uno, y Calcedonia por el cuatrocientos cincuenta y uno.  Arreando con el arrianismo Arrio, presbítero alejandrino quiso juntar unidad con trinidad, para armonizar la fe.

8 A la segunda Persona, el Verbo, de la Augusta Trinidad,
la rebajó a primera criatura, siempre inferior al Padre. Hecho el desaguisado, otro hereje, Macedonio de nombre, hizo lo mismo con el Espíritu Santo Divino.  La herética doctrina arriana se extendió mucho en Oriente. Pronto cundió la alarma y el obispo Alejandro, natural de Alejandría, fue el primero en constatarla.

9 Mas, volviendo a Nicea, al trescientos veinticinco,
allí se celebró el primer gran ecuménico Concilio de la historia de la Iglesia, que sancionó, dicho queda, la eternidad del Verbo y la igual naturaleza con el Padre y el Espíritu: Que el Verbo es “Dios de Dios, Luz de Luz, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre”. Y el Concilio 1º de Constantinopla, año trescientos ochenta y uno, como también quedó dicho, reafirmó y desarrolló del de Nicea la fe.

10 Fueron siglos de hombres grandes
los llamaron Santos Padres, elocuentes de palabra, igualmente en sus escritos. Ahí están los tres grandes capadocios San Basilio, San Gregorio el Nacianceno y San Gregorio de Nisa, sin olvidar a otro santo, el gran Atanasio, ilustres santos, todos de Oriente. Porque San Hilario y San Ambrosio, son de Occidente. En cosas de teología, o se es santo y ortodoxo, santo por ortodoxo, o hereje, y por tanto, se quedará empecatado.

11 Fue el sino de Nestorio, Patriarca de Constantinopla. Dijo de Cristo ser hombre perfecto, perfectísimo, pero no Dios. Para corregir su error el Concilio de Éfeso, el tercero, definió de Jesucristo ser Dios y de María ser la Madre santa de Dios Aún quedaba, entre tantas, otra herejía la monofisita, la cual afirmaba de Cristo que la naturaleza humana fue absorbida por el Verbo en cuanto tal.

12 Y así en Calcedonia, se vino a proclamar el dogma de la unión hipostática que es unión de las dos naturalezas, la divina y la humana, unidas en la Persona única del Verbo. Juan Manuel del Río


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