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¡Oh Iglesia, te amo, tú lo sabes!
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¡Mi vida es lo menos que puedo ofrecerte, en correspondencia a tu amor!
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¡Oh Iglesia Santa! ¡Madre la más tierna!
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¿Por qué no manifiestas tu poder, tu gloria, tus inmensas riquezas?
¿Por qué te escondes? ¿Por qué no manifiestas tu poder, tu gloria, tus inmensas riquezas?
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TITULO: Mis Relaciones con la Hija de Dios, la Iglesia
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El amor no puede estar ocioso en el corazón humano: obra a proporción que se le da pábulo
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Hasta la edad de 7 años yo no conocía que cosa era amar
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El amor era un fuego entre cenizas, no obstante la pasión del amor no estaba en mi ociosa
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Sino que crecía de año en año hasta devorar el corazón
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Impulsado, pues, por el amor, buscaba mi cosa amada en Dios
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La busqué en la tierra y no hallando en ella criatura alguna capaz de satisfacer mis apetitos,
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La busque en el cielo
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En 1833 no hallándola en el siglo, la busqué en el claustro
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La hallé, la tenía y no la conocía: éramos amigos y nuestras relaciones se limitaban dentro de las leyes de la verdadera amistad
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En 1838 la busqué fuera del claustro en los actos y ministerios de sacerdote
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La llamé y no me respondió: la amaba, y mi amor buscaba ocasiones para acreditar ante sus ojos como verdadero amante ofreciéndole la vida
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Pero ella no quiso el sacrificio de mi sangre y se manifestaba en medio de la más oscura noche y entre las tinieblas se presentaba encubierta
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Y tan de lejos que ni su bulto, y menos su sombra dejaba ver, y no obstante el amor la buscaba, resuelto a todo sacrificio por ella
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En 1860 apiadada de las angustias de su amante, se dejó ver y conocer, pero a media noche
Inmensa fue mi satisfacción y alegría al verla y saber que existía: me manifestó ser mi amada y mi amante, y desde entonces entré en relaciones con ella
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En 1862, descubriéndose poco a poco, me ofreció en la soledad del monte, la mano de esposa
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Y su Eterno Padre bendijo entonces desde el cielo estos desposorios
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En 1865 fue consumado el amor con los lazos del matrimonio espiritual en fe
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e s p r a n z
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y caridad
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El mar estaba en paz, el aire muy suave, el cielo algo cubierto por algunos nubarrones, la luna en cuarto creciente, mi corazón repetía la misma oración: “Virgen la más bella, abre tus brazos y recibe en ellos a este miserable mortal que te ama. Sin ti yo no vivo, sino que muero
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¡Feliz la hora que te veré sin velos tu cara!
¿Cuándo te veré cara a cara? Por ahora conténtate con mi sombra. Si crees en mi tras la sombra verás siempre la realidad ¡Feliz la hora que te veré sin velos tu cara!
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Ahora voy a entrar en otro periodo de vida y modo muy distinto de proceder delante de Dios y en mis relaciones con la Iglesia Y consiste en que, hallada la cosa amada, no teniendo el espíritu sus fuerzas ocupadas en buscarla, estos se han de dirigir a servirla y cumplir la misión que su Padre celestial tenga a bien darme con respecto a ella.
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Tú me conoces, sabes de qué soy capaz, tú sabes muy bien que no temo ni vida ni muerte, ni cárcel ni destierro, ni hambre ni sed, y que el mundo no me hará torcer mis caminos
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Marcha, yo te envío, y en medio del choque te diré lo que tengas que hacer
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Yo me he dejado ver de ti, y me has visto del modo que posible es a tu condición de mortal para que reveles mi belleza a los hijos de los hombres; ven y sígueme, yo seré tu compañera
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CANTO: ERES TU, OH IGLESIA “Eres tu, oh Iglesia santa, eres tu mi cosa amada, eres tu el objeto de mis amores...
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Yo te veo siempre de nuevo y cuanto más te miro más bella te hallo, más te amo, más hermosa y amable te siento; y eres para mi tan nueva, que cada día me parece es la primera vez que te veo, amo y poseo
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En 1866 presentóse la cosa amada no como amante, amiga, esposa y mujer
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sino como la Madre de infinitos pueblos y como Reina y Señora en el cielo, en la tierra y en los infiernos... María, Madre de Dios es el tipo más vivo, perfecto y acabado de la Iglesia
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Ven, me dijo en julio de 1866, yo estaré contigo en el monte del Vedrá
Ven, me dijo en julio de 1866, yo estaré contigo en el monte del Vedrá. Ven y sígueme y renovadas nuestras relaciones de amor, mi Padre te dirá lo que conviene hacer...
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Estaba, al caer el sol sobre las aguas del Mediterráneo, sentado en la cima del monte. El clima y el tiempo era magnífico; todas las criaturas estaban en profunda paz, quietud y silencio. El mar aparentaba un salón inmenso de vidrio o de cristal verde azulado a los pies de este monte El aire susurraba tan dulcemente, que apenas dejaba sentir su fresca aura, y tan limpio y puro, que, uniéndose a lo lejos con las aguas, era la imagen de la gloria
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Al esconderse el rey de los astros debajo del mar, glorificaba con sus rayos las aguas y los aires, de modo que parecía el empíreo, y en su centro el sol de justicia clarificando los santos
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Yo estaba mirando el gran panorama que desde lo más sublime de los montes presenta la naturaleza al despedirse de ella el astro que la ilumina y vivifica. “Adiós. ¿Te vas, y nos dejas en tinieblas? ¿Volveras?¿cuándo? Vuelve, vida nuestra, vuelve, astro refulgente, vuelve y no tardes” Esto decían todas las criaturas, y yo escuchaba; estaba en silencio. Y al desaparecer el sol me puse de rodillas, y allí yo esperaba...
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¿Qué esperas. (me dijo una voz)
¿Qué esperas? (me dijo una voz). ¿Qué haces aquí solo, de noche, en la cima de este monte? ¿Qué buscas en las tinieblas? El corazón y el amor, sintiéndose aludidos, respondieron: Yo amo con pasión inmensa, y espero venga mi Amada. Ella es una belleza infinitamente amable
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Entonces vi la IGLESIA SANTA, en Cristo su Cabeza, contemplé su incomparable belleza, y en su fisonomía la cara e imagen del mismo Dios, y me dijo: “Yo soy virgen, lo he sido siempre y lo seré; el que se une conmigo en matrimonio espiritual es tanto más puro cuanto más yo lo abrazo, y es tanto más casto cuanto con más fuerza me ama”
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Soy la Congregación de los fieles cristianos unidos a Cristo mi Cabeza invisible y el Papa Cabeza visible
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Por fin, pasados cuarenta años en busca de ti, te hallé
Por fin, pasados cuarenta años en busca de ti, te hallé. Te hallé porque tú me saliste al encuentro, te hallé porque tú te diste a conocer. ¡Oh Iglesia, qué bella eres! ¡Qué amable eres! ¡Qué digna eres de amor!
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¡Feliz el que llegue a conocerte
¡Feliz el que llegue a conocerte! ¡Feliz, oh Iglesia Santa, el que llega a unirse contigo en fe, esperanza y amor!. En fe, feliz el que cree en ti, porque te ve y te conoce.
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En esperanza, feliz el que no tiene sobre la tierra mas esperanzas que en ti; feliz el que espera verte sin velos y poseerte; feliz el que ni tiene ni quiere más esperanzas que en ti
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feliz el que no te espera sino a ti, porque posee la belleza infinitamente bella y amable; feliz el que te ve, te conoce, te espera, porque te ama
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Feliz, y mil veces feliz el que te ama a ti sola, porque será correspondido y en ese amor tiene las delicias de la gloria, pues que en el cielo ya no hay más gloria que verte, poseerte y gozar de esta posesión”
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“Mi misión se reduce a anunciar a los pueblos que tú eres infinitamente bella y amable y a predicarles que te amen. Amor a Dios, amor a los prójimos: éste es el objeto de mi misión”
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éste es el objeto de mi misión
“ “Amor a Dios, amor a los prójimos: éste es el objeto de mi misión
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