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LA CASA DE DIOS Textos Textos. Lucas 16, Jesús Sanz Montes ofm Arzob. Oviedo Montaje EDJ
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Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello.
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Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.
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El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.”
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Todo lo que tiene el Padre es mío
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Lucas 16, 12-15
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La Trinidad es esa casa de Dios que los hombres -sin Él- no logran construir. “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”.
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Y es que, es imposible que se levante un casa cuando quienes la diseñan, la financian, la construyen y la venden, han despreciado la única piedra angular posible:
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“Jesús es la piedra que desechasteis vosotros los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular”.
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Por eso sorprende ver que haya cristianos que sean tan incondicionalmente acríticos y tan sumisamente disciplinados para con los diseños y dictámenes de quienes hacen un mundo sin Dios o contra Él (y por tanto sin humanidad o contra ella),
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y sigan sospechando y vociferando contra quienes con verdad y libertad son las nuevas voces de los que siguen sin tener voz en los foros de nuestro mundo.
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Jesús nos ha abierto la puerta que un pecado cerró fatalmente.
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Él es la primera piedra de un edificio nuevo, el hogar de la Trinidad ya entre nosotros.
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No es una casa terminada, sino que nos llama Él a cada uno a ser piedras vivas de ese nuevo hogar.
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El Padre, el Hijo y el Espíritu
El Padre, el Hijo y el Espíritu ... son nuestra casa, nuestra nostalgia, nuestro origen y también nuestro destino.
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La Trinidad como casa de amor, de paz y concordia; como casa de belleza y bondad, de justicia y verdad, de luz y de vida.
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“Jesús no perdió sus años en gemir e interpelar a la maldad de la época. Él zanjó la cuestión de manera muy sencilla: haciendo el cristianismo” (Ch.Péguy).
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Hay tanto que hacer, que no podemos perder el tiempo en lamentos y acusaciones.
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hagamos el cristianismo, seamos el cristianismo, dejando que el Espíritu nos lleve hasta la verdad plena.
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Que nuestro corazón y nuestras comunidades cristianas, como parte de la Trinidad, como piedras vivas de su casa estrenada en la historia de cada día,
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puedan mostrar el espectáculo de la bienaventuranza, el de la gracia, el de la felicidad.
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