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“Abbá” es infantil, familiar y cotidiano.

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Presentación del tema: "“Abbá” es infantil, familiar y cotidiano."— Transcripción de la presentación:

1 “Abbá” es infantil, familiar y cotidiano.
Jesús inaugura un lenguaje completamente nuevo al aplicar a Dios la palabra “Abbá”. “Abbá” es el primer balbuceo del nene que empieza a emitir sonidos y hace feliz a su padre y a su madre diciendo ”papá y mamá” (“abbá/immá”). “Abbá” es infantil, familiar y cotidiano. Nadie hubiera osado dirigirse a Dios como un niño pequeño a su papá. Este tratamiento proviene de su excepcional conocimiento de Dios. Es el Hijo el que conoce al Padre y puede darlo a conocer. Este “Abbá” es una de las más seguras “ipsissima vox Iesu”, y es el corazón de su mensaje. Y más todavía: en la introducción al Padre nuestro Jesús nos entrega ese conocimiento y nos comunica el “derecho” de dirigirnos a Dios como “Papá”, con lo que inaugura la nueva relación con Dios que es el corazón de la Buena Noticia, la puerta que abre la entrada al Reino. Porque Jesús, el Hijo, me informó de quién soy y de Quién eres. Por eso puedo levantar la vista, alzar la frente, mirarte a los ojos y decir: PADRE.

2 Un día estaba Jesús orando en cierto lugar
Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo: -Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. Jesús les dijo: -Cuando oréis, decid: El camino de Jesús es un camino de oración. También debe serlo el nuestro… Lucas muestra a Jesús orando solo…, en grupo…, en momentos de alegría y de crisis... Como siempre, Jesús va mucho más allá de lo que piden sus discípulos. Ante la petición de una forma ritual de orar, Jesús ofrece un estilo de oración-vida que implica la confianza absoluta en Dios y el compromiso personal y comunitario.

3 Padre, Jesús nos hace entrega de su Dios…, de su propia relación con Abbá... Nos dice que llamemos a Dios como le llama él, Abbá (papaíto). La palabra aramea con la que llamaban familiarmente a su padre. La palabra más confidencial…, más afectuosa…, más familiar... No tiene la solemnidad de la lengua litúrgica. Para hablar con Dios, Jesús utiliza el lenguaje de y no el de los rabinos. Utiliza la lengua de casa y no la de los documentos. Utiliza el dialecto del corazón. Y nos dice que hagamos lo mismo.

4 “La santidad es el aroma de la cercanía de Dios” (Guardini).
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE… “La santidad es el aroma de la cercanía de Dios” (Guardini). Decir “santificado sea tu nombre” es prestar nuestra voz para que resuene en el mundo la gloria de Dios, prestar nuestra vida para que en ella se transparente el brillo de su presencia. Mirando a Jesús aprenderemos a santificar el nombre del Padre, porque nadie sabe hacerlo como lo hizo Él.

5 venga tu Reino… Mientras sigan existiendo personas enfermas…, desilusionadas…, empobrecidas…, violentadas... el Reino de Dios no se ha instaurado. La tarea y la misión de los seguidores de Jesús es anunciar el Reino, no sólo con palabras, sino con signos creativos. Pedir que venga el Reino es vivir para construirlo…, para hacerlo realidad... Es nuestra responsabilidad. El Reino es REGALO… y MISIÓN…, es REGALO… y es TAREA...

6 “Dadles vosotr@s de comer”... A Mí me lo hicisteis”...
danos cada día el pan que necesitamos… Jesús habla de la necesidad del día a día, lo que supone no acumular…, no acaparar…. ¿Tiene sentido pedir, cada día, lo que me sobra?... ¿Tengo yo el pan de quienes, cada día, no tienen lo necesario?... ¿Tiene sentido pedir para demás si yo tengo lo que les pertenece?... “No pidas a Dios que haga lo que Él espera que tú hagas por demás”... “Dadles de comer”... A Mí me lo hicisteis”...

7 Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
Está claro que el problema no es el perdón por parte de Dios, que está garantizado en todo el Evangelio. El perdón, a y a demás puede resultar más complicado. Sentirse y saber perdonar es fuente de liberación y de paz... Acoger el perdón incondicional y gratuito de Dios nos capacita para perdonarnos y para perdonar.

8 y no nos dejes caer en la tentación…
En la última petición Jesús nos remite al terreno de nuestra fragilidad…, nuestra limitación y debilidad… tan necesitadas de la fuerza de Alguien mayor que nos ayuda a no desfallecer en el camino de entrega y confianza en el Padre.

9 Y añadió: Imaginaos que uno de vosotros tiene un amigo y acude a él a media noche, diciendo: «Amigo, préstame tres panes, porque ha venido a mi casa un amigo que pasaba de camino y no tengo nada que ofrecerle». Imaginaos también que el otro responde desde dentro: «No molestes; la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos». Os digo que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos para que no siga molestando se levantará y le dará cuanto necesite. La constancia en la llamada…, la confianza total en el Amigo…, la seguridad inquebrantable de que la petición será acogida…, hacen que el amigo consiga lo que necesita.

10 Pues yo os digo: “Pedid, y recibiréis…; buscad y encontraréis…; llamad, y os abrirán… Porque todo el que pide recibe…; el que busca encuentra…, y al que llama le abren... ¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le va a dar en vez del pescado una serpiente?... ¿O si le pide un huevo, le va a dar un escorpión?... Pues si vosotros, aun siendo imperfectos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?. Jesús nos anima a pedir…, a buscar…, a llamar incansablemente por una confianza sin límites. Las preguntas son retóricas, llevan a responder: ¡Nadie haría eso!. Lo que no haría un padre, una madre, un amigo…, mucho menos lo hará el Padre que está dispuesto a darnos el mayor bien: el anticipo del Reino, el Espíritu de Jesús, el único que nos puede poner en sintonía con la voluntad de Dios y ayudarnos a ser sus testigos.

11 Oración del Padre-Madre
que estás en el mundo. Eres mi gloria y en tí está mi Reino. Eres mi voluntad y mi querer. Tu nombre es mi gozo cada día. Te amo... Te alzo y sostengo... Te doy todo lo que es mío… -el pan…, el Espíritu- Quiero que vivas feliz y que ayudes a vivir. Te perdono siempre y te pido que perdones. No temas. Yo te libraré del mal y de todas sus redes. Día y noche pienso en tí, Amén


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