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Ciclo C Domingo XIII del Tiempo Ordinario

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Presentación del tema: "Ciclo C Domingo XIII del Tiempo Ordinario"— Transcripción de la presentación:

1

2 Ciclo C Domingo XIII del Tiempo Ordinario
«Te seguiré a dondequiera que vayas.»

3 Santos del Día • San Adolfo de Osnabrück. Alemania ( †1224 ) Cisterciense • San Alpiniano de Limoges. Francia. Sacerdote • San Austricliniano de Limoges. Francia. Sacerdote • San Basílides de Alejandría. Egipto ( †202 ) Mártir • Beato Basilio Velyckovsky. Ucrania (1903 †1973 ) Mártir, Obispo • San Bertrando. Francia (553 †623 )Obispo • Santa Erentrudis de Salzburgo. Alemania ( †718 )Abadesa • Beato Felipe Powell. Reino Unido ( †1646 ) Mártir. Benedictino • Beato Jenaro María Sarnelli. Italia (1702 †1744 ) Redentorista • San Ladislao de Hungría. Polonia (1040 †1095) Gobernante • Santa Lucina de Roma. Italia. Matrona • San Marcial de Limoges. Francia. Obispo • San Ostiano de Viviers. Francia Confesor Sacerdote • Santos Protomártires de la Iglesia Romana. • San Teobaldo de Salánica. Francia ( †1066 ) Ermitaño, Sacerdote • San Vicente Do Yen. Vietnam ( †1838 ) Mártir, Dominico • Beato Zenon Kovalyk. Ucrania (1903 †1941 ) Mártir, Redentorista

4 Santos Mártires de Roma
Rueguen por nosotros La celebración de hoy se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64. Episodios horrendos como el de las antorchas humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias en el circo, fueron innumerables.

5 Éstos que van vestidos de blancas vestiduras,
¿quiénes son, y de dónde han venido? Todos éstos que ciñen llameantes laureles han venido del fondo de la tribulación. Todos éstos lavaron sus vestidos de boda en los ríos de sangre del Cordero de Dios. Son las gentes con hambre que jamás tendrán hambre, los sedientos que nunca sentirán ya la sed. Los abreva el Cordero con el agua de vida; los asume en su muerte; resucitan con él. Han venido del llanto para ser consolados; han salido del fuego y han buscado el frescor. El Señor les enjuga con sus manos las lágrimas, con sus manos les guarda contra el fuego del sol.

6 En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Ven Espíritu Santo, revísteme de humildad para recibir dignamente la Palabra de Dios, y hazme dócil a sus divinas enseñanzas. Ven y concédeme los dones necesarios para que se cumpla en mí Su voluntad.

7 Primera Lectura - I Reyes 19 16b.19-21
16 Consagrarás a Jehú, hijo de Nimsi, como rey de Israel, y consagrarás a Eliseo, hijo de Safat, de Abel-Mejolá, como profeta en vez de ti. 19 Partió de allí Elías y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien estaba arando; tenía doce medias hectáreas de tierra para arar y estaba en la duodécima. Elías se le acercó y le tiró encima su manto. 20 Inmediatamente, dejando sus bueyes, Eliseo corrió tras Elías: «Permíteme, le dijo, que vaya a abrazar a mi padre y te seguiré». Pero Elías le respondió: «¡Puedes volverte, era algo sin importancia!» 21 Eliseo se alejó pero para tomar la yunta de bueyes y sacrificarlos; asó su carne con el yugo y se la sirvió a su gente, luego se levantó, salió tras Elías y entró a su servicio. Palabra de Dios Te alabamos Señor

8 «Eliseo “sigue” a Elías »
Vocación de Eliseo. La imposición del manto puede significa la transmisión de poderes y la protección del dueño. Así parece interpretarlo Eliseo: dedicación al profetismo en el mismo espíritu y al estilo de Elías. Una dedicación así significa un adiós total al género de vida llevado hasta ahora. De hecho destruye, de forma drástica, lo que podía impedirle seguir a Elías. Aquí comienza su historia religiosa y profética. No volvió atrás. Marchó tras Elías y se puso a sus órdenes.

9 La renuncia tiene, de forma secundaria, una aplicación caritativa.
Es curioso notar el fin que tuvieron los aperos y la yunta de bueyes. ¿Hubo sacrificio a Dios? La carne la repartió entre los jornaleros. Nos recuerda al joven rico del Evangelio. También a él se le exigió el seguimiento total: venderlo todo y darlo a los pobres. La renuncia tiene, de forma secundaria, una aplicación caritativa. Un hermoso ejemplo de seguimiento radical.

10 Salmo 16(15) 1-2a.5.7-11. 1 Guárdame, oh Dios, pues me refugio en ti.
2 Yo le he dicho: «Tú eres mi Señor, no hay dicha para mí fuera de ti. 5 El Señor es la herencia que me toca y mi buena suerte: ¡guárdame mi parte! 7 Yo bendigo al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye mi conciencia. 8 Ante mí tengo siempre al Señor, porque está a mi derecha jamás vacilaré. 9 Por eso está alegre mi corazón, mis sentidos rebosan de júbilo y aún mi carne descansa segura: 10 pues tú no darás mi alma a la muerte, ni dejarás que se pudra tu amigo. 11 Me enseñarás la senda de la vida, gozos y plenitud en tu presencia, delicias para siempre a tu derecha».

11 «Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.»
Podríamos colocarlo entre los salmos de confianza. Los afectos de confianza impregnan el alma del salmista y superan en densidad y peso la súplica propiamente dicha. La vida está en manos de Dios. Dios es bueno. Dios no dejará a su siervo ver la corrupción. El salmista ha hecho una elección afortunada: El Señor es mi lote y mi heredad.

12 Dios, Vida, protege la vida. Dios, Luz, ilumina y enseña
Dios, Vida, protege la vida. Dios, Luz, ilumina y enseña. Dios, fuerza, sostiene y levanta. Dios, Bien, es fuente de gozo y alegría. Dios garantiza la vida a todo aquel que se le acerca y permanece con él. La venida de Cristo pondrá al descubierto esta consoladora realidad. Dios no permitió que su Amado viera la corrupción. Ni tampoco permitirá que los que creen en él la vean. El es nuestro lote y nuestra heredad en el sentid más pleno de la palabra.

13 Segunda Lectura - Gálatas 5,1.13-18
1 Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. 13 Nuestra vocación, hermanos, es la libertad. No hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne, sino del amor por el que nos hacemos esclavos unos de otros. 14 Pues la Ley entera se resume en una frase: Amarás al prójimo como a ti mismo. 15 Pero si se muerden y se devoran unos a otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos. 16 Por eso les digo: caminen según el espíritu y así no realizarán los deseos de la carne. 17 Pues los deseos de la carne se oponen al espíritu y los deseos del espíritu se oponen a la carne. Los dos se contraponen, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran. 18 Pero si se dejan guiar por el Espíritu ya no están sometidos a la Ley. Palabra de Dios Te alabamos Señor

14 «Vuestra vocación es la libertad.»
La obra de Cristo, una y múltiple en sí, recibe muchos nombres. Uno de ellos es la «liberación». Cristo nos ha «liberado». Cristo es nuestro «libertador». Cristo nos ha liberado del pecado, de la muerte, de la Ley. Cristo nos ha liberado de la «ira de Dios». El régimen de la ley era régimen de esclavitud. La Ley venía a ser el «carcelero» y el «pedagogo» al estilo antiguo que procuraba mantenernos a raya, sujetos, dentro del cuadro de prescripciones que expresaban la voluntad de Dios. Su función era buena, pero deficiente. Jesús nos ha liberado de ese régimen.

15 algo «perturbador» que había que extirpar.
En el hombre había algo «malo» que había que ordenar, algo «enfermo» que había que curar, algo «perturbador» que había que extirpar. La Ley no podía hacerlo. No hacía más que señalarlo. Era su función. Jesús nos ha «liberado» de ese régimen; cambiando al hombre por dentro. Le ha dado la posibilidad y capacidad de dominarse, de contenerse, de ver con cierta claridad las cosas divinas, de amar a Dios más que a sí mismo, y al prójimo como un hermano, era de esperar más de lo que el hombre por sí mismo no puede alcanzar.

16 El que practica el mal, ese no goza todavía de «libertad».
Es esclavo de sus pasiones. Se encuentra atado a sí mismo, no puede volar. Es un error entender la «libertad cristiana» como facultad de hacer cada uno lo que le apetezca. Sólo será «cristiana» es libertad, si ese «apetecer» es el «apetecer» de Dios. Para poder «apetecer» así, Dios nos ha «ungido» con el Espíritu santo. Libre como Dios libre; Santo como Dios Santo; capaces de amar como Dios ama, sin barreras de lugar y de tiempo. No nos podemos dejar devorar por la muerte y el pecado. Hemos de vencer. Tenemos la mejor arma en nuestras manos: el don del Espíritu. Dejémonos guiar por él.

17 Lectura del Santo Evangelio - Lucas 9,51-62
51 Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén. 52 Envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento. 53 Pero los samaritanos no lo quisieron recibir porque se dirigía a Jerusalén. 54 Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma?» 55 Pero Jesús se volvió y los reprendió. 56 Y continuaron el camino hacia otra aldea. 57 Mientras iban de camino, alguien le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.» 58 Jesús le contestó: «Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene donde recostar la cabeza.» 59 Jesús dijo a otro: «Sígueme». El contestó: «Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre.» 60 Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve a anunciar el Reino de Dios.» 61 Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia.» 62 Jesús le contestó: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.»

18 Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

19 «Te seguiré a dondequiera que vayas.» para adorar al Dios único.
En esta última marcha hacia Jerusalén el Señor Jesús «envió mensajeros por delante». Su misión es la de preparar el camino al Señor, es decir, predicar la Buena Nueva y disponer a las gentes al encuentro pleno con el Señor Jesús. En su camino a Jerusalén Jesús decide pasar por la región de Samaria, aun cuando entre judíos y samaritanos existiese una fuerte enemistad. El origen del mutuo odio se remontaba a la conquista de Samaria por parte de los asirios, el siglo VIII a.C. Luego de la conquista los asirios introdujeron muchos colonos asiáticos, de modo que los samaritanos terminaron por contaminarse con el culto a otros dioses e ídolos. Aquel sincretismo religioso con el tiempo se fue purificando y para el siglo IV tenían los samaritanos un templo construido en el monte Garizim para adorar al Dios único.

20 que sólo en el templo de Jerusalén se podía adorar al Padre.
Además llegaron a considerarse los genuinos descendientes de los antiguos patriarcas hebreos y los verdaderos depositarios de su fe religiosa. Los judíos rechazaban esta pretensión y afirmaban que sólo en el templo de Jerusalén se podía adorar al Padre. Es por este antagonismo que los samaritanos se mostraron especialmente hostiles con el Señor. «Porque se dirigía a Jerusalén», no lo le dieron posada a Jesús ni a sus discípulos. Santiago y Juan, furiosos por la actitud de los samaritanos, quieren lanzar una imprecación contra ellos, para que el «fuego del cielo» los consuma. El Señor reprime la ira de sus discípulos y los reprende severamente.

21 Prosiguiendo su camino a Jerusalén, uno se acerca al Señor para decirle: «Te seguiré adonde vayas».
Encendido por la prédica del Señor, atraído por su personalidad, le promete un seguimiento incondicional. Mas el Señor sabe que el entusiasmo efervescente suele desvanecerse ante las primeras dificultades y pruebas, por ello le advierte que si quiere seguirlo no debe esperar la gloria humana, sino que debe estar dispuesto a seguirlo hasta la Cruz, lugar en el que no podrá reclinar la cabeza.

22 El convocado debe responder “hoy”, no “mañana”.
Luego el Señor, tomando Él la iniciativa, dice a otro: «sígueme». Ese llamado al seguimiento implica un cambio de vida radical, exige dejar atrás su oficio y familia. El convocado pide poder «primero ir a enterrar a mi padre». No es que su padre ya hubiese muerto, sino que lo que le pide es poder estar con su padre hasta su muerte. Esta respuesta aplaza su respuesta al llamado hasta un futuro indefinido. Es un “te seguiré, pero todavía no”. La respuesta del Señor ante esta respuesta es dura y enfática, no da lugar a aplazamientos: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Ante el llamado sólo cabe la respuesta inmediata, pues urge el anuncio del Evangelio. La caridad y el respeto debido a los padres no puede oponerse o anteponerse al llamado del Señor. El convocado debe responder “hoy”, no “mañana”.

23 Un tercero le responde: «déjame primero despedirme de mi familia».
El Señor no le dice ni sí ni no, pero le advierte: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no vale para el reino de Dios». “Poner la mano en el arado” significa decirle sí al Señor, significa incluso haber recorrido ya un trecho en ese seguimiento. “Mirar hacia atrás” habla de un estar apegado aún a lo que se ha dejado atrás, de una añoranza que impide la renuncia total, que impide avanzar hacia el horizonte con decisión y libertad. La respuesta al llamado del Señor requiere de un corazón totalmente entregado a Él, indiviso en sus afectos, fiel no sólo por un día, por un mes, por un año o diez, sino por todos los días de su vida.

24 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella. Señor que nada, ni nadie se anteponga al llamado de tu inmenso amor porque solo tú eres la verdad, el camino y la vida.

25 Señor Dios todopoderoso, has que, por la intercesión
de Santa María, la Virgen, nosotros, tus hijos gocemos de plena salud de alma y cuerpo, vivamos alegres en medio de la dificultades del mundo y alcancemos la felicidad de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén

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