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Dios habla a los hombres, los conoce y los llama. ¿Sabéis, niños? La Biblia está llena de historias. Nos cuentan cómo Dios se ha dejado escuchar.

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3 Dios habla a los hombres, los conoce y los llama. ¿Sabéis, niños? La Biblia está llena de historias. Nos cuentan cómo Dios se ha dejado escuchar.

4 Elías se sentía arrastrado por el amor divino. Dios le sorprendió en la montaña. Él creyó que le hablaría en el huracán, en el viento recio… Pero no: ¡estaba en la suave brisa!

5 ¿Queréis saber cómo lo descubrí yo? ¿Cómo sentí su llamada? ¡Ahora lo veo tan sencillo! ¡Él me habló a través de tantas cosas, circunstancias y personas!

6 En aquel mundo pequeño de mi infancia; en mi corazón, colmado de cariño y veneración a mis padres; en los juegos alegres con mis hermanos, ¡estaba Dios!

7 Estaba Él, un día y otro día, en la dedicación a mis estudios. Animaba y guiaba mis tareas. Me ayudaba a crecer en el cuerpo y en el espíritu, como creció Jesús en el seno de la Familia de Nazaret.

8 ¡Es tan importante la familia! Ella fue el espacio donde aprendí la generosidad. Deseaba que los míos fueran felices y olvidé mis intereses personales. La familia, lo sabéis, es la primera escuela.

9 Mis padres me enseñaron a rezar, a hablar con el Padre del cielo y con la Virgen Santísima. Dios fue para mí un Amigo. María, una verdadera Madre y Maestra. No podéis imaginaros cuánto la amé.

10 Llegó la juventud. El mundo se me hizo más grande y más abierto. Conocía y amaba a mucha gente. Nunca me falto tiempo para escuchar a cada uno. Compartir con ellos lo mejor de mí.

11 Me dolían profundamente sus problemas. Veía también la pobreza y la necesidad en muchos rostros. ¡Cuánto hubiera querido hacer para aliviar tantas penas!

12 ¿Sabéis que me pasaba realmente? En aquellos hijos suyos más pequeños y muchas veces marginados, en mis deseos y sentimientos hacia ellos… Dios me estaba interrogando.

13 Era como si me preguntara: “¿De verdad quieres hacer algo por ellos”. Y pensé en María, en la mujer más disponible y servicial. Recordé la visita de Gabriel, el misterio de su anuncio, la respuesta de la Virgen.

14 Yo quería parecerme a ella. Contesté también que “Sí”. Deseaba con todas mis fuerzas hacer su voluntad. ¿Qué esperaba de mí? Un día supe con certeza que me llamaba a ser sacerdote.

15 Me preparé para ello con ilusión y alegría. Siendo seminarista disfruté enseñando a niños y pobres. Necesitaban aprender tantas cosas… Sobre todo, conocer a Jesús.

16 En realidad había situaciones difíciles en mi país. Todo me interesaba y me hacía pensar: las familias, los obreros, la educación. Algunas personas trabajaban incansablemente por abrir nuevos caminos.

17 Leía sobre sus ideas en los periódicos. También tuve la grata experiencia de conocer personalmente a algunos de ellos. Los admiraba, y la admiración habría de conducirme a la imitación.

18 Entendí que no podemos ignorar los sufrimientos y carencias de los otros. Cada vez más urgente la solidaridad entre los hombres. Ya podéis imaginar que Dios volvía a dirigirme su llamada.

19 Me miraba con cariño. Me invitaba a fundar unas Escuelas, las de “El Ave María”. En ellas se atenderían esas necesidades. La primera, en Valencia. Allí, la Virgen ampararía con su protección a tantos seres desvalidos.

20 ¿Os dais cuenta? Era sacerdote, educador y fundador. Sabía que tenía que parecerme a Jesús. Era necesario permanecer cerca de Él. Mirarlo, escucharlo, como hacen los verdaderos discípulos.

21 Me gustaba quedarme frente a Él… En esa como casita donde vive hecho Pan, sí, en el sagrario. Le hablaba como a un amigo, largamente, sin prisas ni interrupciones.

22 ¡Es tan hermoso orar así! ¡Saber que estamos con el Señor! ¡Con el compañero y el consejero! Nadie nos conoce tanto como Él. Nadie podrá amarnos como Él nos ama. Mi amor por Él era también inmenso.

23 Esperaba diariamente la ocasión de estar a solas con Jesús. Era el Maestro bueno. Me había enseñado a pensar en los demás. Me había enseñado a amarlos, a servirles. Vosotros conocéis cómo Él mismo nos amó.

24 Me parecía un sueño poder celebrar la Misa. Que el pan fuera por mis palabras Su Cuerpo y el vino fuera Su Sangre. ¡La Eucaristía es un misterio admirable! Celebrarla era el momento más especial de mi día.

25 Como sacerdote aprendí a amar más a la Iglesia. Ya sabéis que ésta no es solamente un lugar. Es el Cuerpo Místico de Cristo, que formamos todos.

26 Ella fue la comunidad donde viví mi fe profunda y fuerte. Por ella descubrí a los hermanos más débiles. La Iglesia, en nombre de Jesús, me envió a darles fortaleza con la palabra de Dios y el consuelo del amor.

27 Nunca dejéis de quererla. Orad por ella, por el Papa, por los Obispos… Por cuantos buscan la construcción de un mundo nuevo donde haya justicia y reine la paz.

28 Pedid por sus obras. Que cuanto realice dé gloria a Dios. Que sea camino de salvación para las gentes. ¿Habéis pensado que ya podéis hacer algo como miembros de la Iglesia?

29 ¡Yo gocé tanto viendo a niños y jóvenes participar en asociaciones piadosas! También pertenecían a ellas trabajadores, padres, madres de familia. Siempre me gustó reunir a los hermanos en torno al templo y a las Escuelas.

30 Quería conocer las preocupaciones y dificultades de los que me rodeaban. Estar cerca de ellos. Ayudarles a levantarse del desánimo que muchas veces los sacude. Esas asociaciones eran medios para lograrlo.

31 También escribí artículos y libros. Organicé y promoví diversas actividades. Viajé mucho. Todo ello para ofrecerles cada vez más ayuda, sobre todo para llevarlos a Jesús.

32 Como podréis imaginar esto era para mí lo principal. Que el Señor fuera conocido y amado por ellos. Que reconocieran en Él al Hijo de Dios. Que lo supieran vivo y presente en sus vidas.

33 Ya veis que Dios me iba guiando en todo lo que me pedía. Para hacer las cosas como Él esperaba, escuchaba atentamente su Palabra y buscaba el consejo de mis superiores. En ellos descubría su voluntad.

34 Como educador me interesaba todo lo relacionado con los colegios y con los niños. Aprovechaba mis viajes para dialogar con personas que tenían más experiencias en este campo.

35 Así fue como conocí a Don Andrés Manjón y como terminé fundando “El Ave María” de Valencia. Don Andrés había hecho lo mismo en Granada. Sus Escuelas me gustaban mucho.

36 Su enseñanza era más divertida y alegre. De ese modo era más fácil que los pequeños como vosotros, especialmente los más necesitados, acudieran al cole con ilusión. ¿A qué estáis de acuerdo?

37 Seguramente no imagináis lo difícil que es a veces comenzar una obra. Los terrenos donde estaría el Colegio “El Ave María” de Benimámet los donaron mis padres.

38 Yo mismo tenía una casa donde soñé formar a los maestros de mis Escuelas. Fue necesario experimentar, hacer ensayos, investigar y estudiar. Buscar los mejores medios y maneras de enseñar.

39 Deseaba con toda el alma que mis colegios ayudaran a los niños a ser personas buenas. Personas justas, solidarias, verdaderamente cristianas. Y otra vez escuché en mi corazón la voz de Dios.

40 Me invitaba a preparar a jóvenes para que fueran maestras. Pero dedicadas completamente a Él y a las gentes. Así era de nuevo fundador, pero ahora de unas religiosas.

41 Ellas me llamaban “el Padre” con gran cariño. Yo no dejaba de agradecer continuamente al Señor la alegría de serlo en verdad. ¡Cómo deseaba ayudarlas a ser santas! Ellas también me ayudaron a mí.

42 Amaban mucho a los niños. Cada día los dejaban bajo la protección amorosa de la Virgen. Así les había pedido que lo hicieran. Sabían como yo, que María los guiaría, igualmente a sus familias.

43 Para ellos era hermoso estudiar en “El Ave María”. Era como estar en casa. No faltaba nada para sentirse bien: oración, juego, compartir, celebraciones, fiestas.

44 Los inventos del momento llamaban mi atención. Por eso teníamos fotografías y diapositivas. Las canciones, los mapas, las rayuelas eran otros medios que ayudaban a aprender jugando.

45 Pero mis Escuelas eran para todos. Pedí a las maestras Avemarianas que enseñaran también a los adultos y promoví bibliotecas que estuvieran a disposición de chicos y de grandes.

46 ¿Os acordáis de Elías? Ya veis que como él, escuché a Dios. Os he contado la historia de su llamada y de mi respuesta. Habéis podido ver sus frutos: escuelas, maestras-religiosas…

47 Siempre me sentí orgulloso y feliz de haber hecho las cosas como Él las quería. ¿No os parece que valió la pena? ¿Os gustaría responderle como yo lo hice, como lo hacen hoy las Avemarianas? Pues, ánimo…

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49 Autora de las ilustraciones Hna. Áurea Cura Diana, O.D.M. Autora del texto: Hna. Milagros Pizarro Nieves, O.D.M. Power Point adaptado para http://escuelajaire20.blogspot.com


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