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Ladrillos del liderazgo bíblico Carácter del líder Reconciliación Ens. Bíblica Fe Oración Disciplina.

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3 Ladrillos del liderazgo bíblico
Carácter del líder Reconciliación Ens. Bíblica Fe Oración Disciplina

4 El ladrillo del carácter del líder Neh. 9:38-10:39
Bosquejo del pasaje: Un compromiso renovado Cap. 9:38 – 10:39 9:38-10:29 – Los Firmantes del Pacto 9:38 - Introducción al Pacto 10: Los líderes firman 10:28,29 - El pueblo afirma su acuerdo b) 10:30-39 – El contenido del Pacto v. 30 – La Familia v. 35 – Las primicias v. 31 – El día de reposo v. 36 – Los primogénitos vv – El templo vv – Los diezmos

5 Introducción Todo lo que leemos en Nehemías 9:38-10:39 es una confirmación de nuestro título del capítulo: El Ladrillo del Carácter del Líder. Los primeros cinco ladrillos de liderazgo cristianos que hemos estudiado forman parte del carácter del líder. Pero en la presente sesión veremos que el compromiso personal del discípulo ante Dios es el ladrillo que muestra la sinceridad y actitud espiritual que es tan importante para el carácter del líder cristiano. El capítulo 10 del libro de Nehemías desarrolla el carácter del líder en la presencia de Dios, un sexto ladrillo del liderazgo bíblico.

6 Un compromiso renovado
Neh. 9:38-10:39 Hemos visto la lectura de la ley (Nehemías 8) y la respuesta de confesión y reconciliación con Dios (Nehemías 10). Ahora, con el presente capítulo, veremos el compromiso del pueblo por medio de reconfirmar el pacto con Dios. Como vimos en Comentario sobre el Pacto, lo que reconfirmaron no era un pacto nuevo, sino una reafirmación del mismo pacto que Dios había hecho con el pueblo. Según la ley de Moisés, después de un período de que el pacto haya sido ignorado, hay que renovarlo (Éxodo 34; 1 Samuel 12; 2 Reyes 23). La renovación del pacto significa un compromiso a la relación con Dios. Y la relación con Dios es la que forma el carácter del líder bíblico. Nehemías mostró el ejemplo de eso en su disposición. De eso se trata la presente sesión.

7 Los firmantes del pacto vv. 38 Introducción al Pacto
Neh. 9:38-10:29 vv. 38 Introducción al Pacto La Biblia hebrea empieza el capítulo 10 con Nehemías 9:38. La verdad es que esta redacción tiene más sentido. Aunque es cierto que el versículo forma una buena conclusión a la confesión que se encuentra Nehemías 9, el versículo sirve mejor de introducción a la renovación del pacto de que se trata el capítulo 10.

8 La reafirmación del pacto que dirigió Nehemías es el cumplimiento de lo que profetizaron los profetas Jeremías e Isaías. Jeremías profetizó en Jeremías 50:5, “Preguntarán por el camino de Sión, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: Venid, y juntémonos a Jehová con pacto eterno que jamás se ponga en olvido.” Isaías lo confirma en Isaías 44:5, “... el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano...”. 1) ‘hacemos fiel promesa’ – Fue una resolución profunda sin posibilidad de anular. (9:38) 2) El pacto se hizo con seria consideración, respondiendo a la lectura de la ley (capítulo 8), ayuno y oración (capítulo 9). 3) ‘y la escribimos, firmada...’ – Fue sellada para ser archivada en forma permanente, para que pudiera ser testimonio contra ellos si algún día la ignoraran. 4) ‘firmados por nuestros príncipes, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes’ – Fue un consenso mutuo y unánime para dar más seriedad y confirmación al acto

9 Algunos comentarios sobre unas palabras en el hebreo original son importantes en el versículo 38. La palabra ‘promesa’ se podría traducir como ‘pacto’ porque la palabra ‘hacemos’ en v.38 viene de la raíz de la palabra hebrea ‘karat’ (trk). Esa palabra es la que se usa cuando se habla del pacto entre Dios y su pueblo. Por ejemplo, en Génesis 15:18 leemos, “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram...”. La palabra traducida ‘hizo’ en este versículo es la misma palabra ‘karat’ que se usa en nuestro pasaje para ‘hacemos’. Eso quiere decir que lo que sucede en Nehemías 10 no es un acuerdo o promesa cualquiera. Es una renovación del pacto que Dios hizo y renovaba con su pueblo durante la historia del Antiguo Testamento. Y ahora, en este capítulo tenemos el acontecimiento de la renovación bajo el liderazgo de Nehemías y Esdras.

10 Los líderes firman Neh. 10:1-27
Es interesante que Esdras no esté incluido en la lista de los que participaron en el acuerdo. Él estaba bien involucrado en capítulos 8 y 9. Pero ahora su misión fue cumplida, porque ahora la gente leía la ley y la entendía sin ayuda. Los que firmaron el pacto eran unos representantes de los príncipes. También levitas y sacerdotes fueron escogidos para firmar el acuerdo de parte del pueblo. Lo firma primero Nehemías (10:1) para ser ejemplo de lo que se esperaba de los demás y Sedequías (posiblemente su asistente). A él le siguen 21 sacerdotes (vv. 2-8). Los 17 levitas (vv. 9-13) siguen en la lista. Después siguen 44 nombres de otros líderes. Todos los firmantes siguen la dirección de Nehemías y representan al pueblo, cada uno en su oficio o puesto de liderazgo, reconocidos por el pueblo.

11 El pueblo afirma su acuerdo
Neh. 10:28,29 Además de los firmantes formales, leemos en el versículo 28 que todo el pueblo se pusieron de acuerdo con el contenido del pacto: El resto de los sacerdotes y levitas, los porteros, los cantores, los siervos del templo, los que se separaron del los extranjeros (véase 9:2), y todos las esposas e hijos de ellos. Algunos consideran que los siervos del templo a que se refiere, son descendientes de los Gabaonitas (Josué 9:3) quienes hicieron trabajo de mano en el mantenimiento del tabernáculo (Esdras 8:20) Según el versículo 29 todos ellos hicieron dos cosas: “se reunieron con sus hermanos y sus principales”, y “protestaron y juraron que andarían en la ley de Dios”. Es decir que se unieron para comprometerse a Dios no solamente individualmente, sino corporalmente como pueblo entero.

12 El jurar era un acto legal del pacto de Moisés en que dos partidos, Dios y el pueblo, se comprometían. A través de la historia de redención, todos los pactos con Dios piden obediencia que procede de la fe en Dios. Uno de los principios de la hermenéutica bíblica es que se debe comparar la escritura con otra escritura para entenderla bien. Tenemos un buen ejemplo de ese principio por medio de ver que la Biblia nos explica el concepto de lo que significa ‘jurar’ en otra parte, aparte del libro de Nehemías. La palabra se encuentra en Hebreos 6:16, donde leemos, “Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación.” Aplicando eso al contexto de Nehemías, vemos que el pueblo está jurando a uno que es mayor que ellos, Dios mismo, que es soberano sobre todo.

13 La Salvación en el Antiguo Testamento
Una persona podría ser salva en el período del Antiguo Testamento de la misma manera en que una persona puede ser salva hoy en día. Es decir, la persona que vivió antes del tiempo de Cristo habría sido salvada por la gracia mediante la fe en un redentor que había de venir, del mismo modo que en la actualidad una persona es salva por la gracia mediante la fe en el redentor que ya vino. Los hombres y las mujeres del Antiguo Testamento miraban hacia el futuro, hacia Cristo. Nosotros miramos hacia el pasado. Fuera de esta diferencia, la base de la salvación es idéntica. Los sacrificios del Antiguo Testamento apuntaban hacia el futuro, hacia Jesús.

14 Todos los judíos son salvos?
Algunos creen que las grandes figuras del Antiguo Testamento se salvaban por ser judíos. Este punto de vista se basa en el entendimiento que las promesas de Dios a Israel fueron dadas a Israel en forma colectiva; es decir, incluyendo a todos y cada uno de los descendientes de Abraham. Encuentran la base bíblica para esta afirmación en pasajes tales como Juan 4:22, donde Jesús le dice a la mujer de Samaria que "la salvación viene de los judíos". Este punto de vista era compartido por la mayoría de los judíos en los tiempos del apóstol Pablo, como está evidenciado por el tratamiento que él hace de este tema en Romanos 9. También es compartido por muchos judíos contemporáneos y por un número considerable de cristianos. ¿Todos los judíos habrían sido salvos antes de la venida de Cristo? Tanto el Antiguo como el Nuevo testamento contradicen esta idea

15 Otro punto de vista erróneo, pero quizá más extendido, es que las figuras de Antiguo Testamento fueron salvas porque fueron fieles a la ley. Por supuesto este punto de vista no explica como Adán y Eva, o Abraham y Sara, o muchos otros que vivieron antes de que la ley fuera entregada, fueron salvos, pero sí se acomoda al deseo fundamental y tan humano de lograr la propia salvación. Los hombres y las mujeres fervientemente desean ser salvos haciendo algo por si mismos. En realidad, la propia ley los está condenando.

16 Por último, algunos podrían decir que las figuras del Antiguo Testamento fueron salvas por cumplir con los sacramentos; es decir, por cumplir con los sacrificios y otros ritos especificados en el código levítico. Como la salvación consistía en el significado de los sacrificios, este punto de vista está más cercano a la verdad, si bien no es del todo completo: porque la salvación no provenía de los sacrificios, como tampoco proviene del bautismo ni de la Cena del Señor.

17 El caso de Abraham El apóstol Pablo se tuvo que enfrentar con aquellas personas que creían que los judíos eran salvos por nacimiento, cumpliendo la ley, y observando los sacrificios, o por alguna combinación de estos tres elementos. Pablo les contestó enseñándoles que la salvación es siempre por gracia, no por obras de ninguna clase; y por lo tanto la salvación en última instancia se trata de la elección soberana de Dios. En Romanos 4, Pablo dedica un capítulo entero para mostrar cómo Abraham, el padre de la nación judía, había sido salvado por la fe, sin la ley. Pero si bien esto está mostrando el camino de Dios para la salvación, no está respondiendo a la pregunta de por qué Israel en su conjunto no estaba respondiendo al ofrecimiento de Dios en Cristo. Israel había recibido las promesas de la venida del Cristo y tenía los sacrificios, que señalaban hacia él. Israel debería haber creído.

18 Cuando los primeros predicadores del evangelio presentaron su mensaje, aparentemente Israel rechazaba al Salvador, mientras que los gentiles, por el contrario, estaban creyendo en el mensaje. ¿Por qué? ¿Acaso Dios estaba abandonando a su pueblo? ¿El camino para la salvación se había modificado? Pablo contesta estas interrogantes en el capítulo 9, primero negando que los judíos fueran salvos por nacimiento. En todo lugar señala que algunos no fueron salvos mientras que otros sí lo fueron. Hablando espiritualmente dice: "porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos (o sea, hijos espirituales)" (Ro. 9:6-7). En segundo lugar, muestra que sólo la selección soberana de Dios produjo la verdadera simiente de Abraham. "...no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes" (Ro. 9:8). Por lo tanto, los judíos se salvaban en el período del Antiguo Testamento y se salvan hoy en día de la misma manera que los gentiles; es decir, por la gracia de Dios concentrada en la obra de Cristo en el Calvario.

19 ¿Quién era Abraham antes de que Dios lo llamara
¿Quién era Abraham antes de que Dios lo llamara? No era un judío en el sentido nacionalista posterior, si bien había de ser el primero de la nación judía. Cuando Dios llamó a Abraham, él era simplemente uno de los miembros de un gran número de semitas que habitaban el antiguo cercano oriente, la mayoría de los cuales adoraban a los ídolos. Abraham descendía de una de estas familias. Por lo tanto, fue salvo no porque tuviera algún supuesto mérito propio (como si hubiese buscado a Dios, ya que no lo hizo) sino porque Dios lo eligió para la salvación.

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21 En varios pasajes de la Biblia se hace mención a la elección de Abraham por parte de Dios. Josué, por ejemplo, le habló a todo el pueblo, recordándoles acerca de su pasado pagano, cómo Dios los había liberado de ese pasado, y la obligación que ahora tenían de servirle. En una parte de su discurso, Josué se refiere a Abraham en estos términos: Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac. A Isaac di Jacob y Esaú. Y a Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese; pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. Y yo envié a Moisés y a Aarón, y herí a Egipto, conforme a lo que hice en medio de él, y después os saqué... Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. (Jos. 24:2-5, 14)

22 Estos versículos nos muestran claramente que Abraham fue elegido por Dios de entre unos antepasados paganos, y que tanto él, como Taré y Nacor adoraban a dioses falsos. Isaías expresa lo mismo: "Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué" (Is. 51:1-2). No hay nada en sus antepasados que podría haber recomendado a Israel. La salvación siempre es por gracia.

23 En otros lugares en sus escritos, Pablo niega que Abraham haya sido salvado por haber guardado la ley o haber observado los sacramentos. Nos muestra que Abraham vivió alrededor de cuatrocientos treinta años antes de que la ley fuera entregada (Gál. 3:17), y que Dios lo declaró justo mediante la fe antes de haber recibido el rito de la circuncisión (Ro. 4:9-11). Se podría argumentar que si bien el llamado de Dios a Abraham fue por gracia "Después de todo, Dios tenía que comenzar por algún lugar"), más adelante la salvación fue por descendencia física. Se podría concluir, entonces, que los descendientes de Abraham eran salvos. Pero esta opinión es justamente la que Pablo está argumentando en contra cuando le escribe a los Romanos, y que contesta específicamente en el capítulo noveno.

24 Los judíos en los días de Pablo decían que ellos tenían una relación especial con Dios porque eran físicamente descendientes de Abraham, pero al pensar de esta manera estaban pasando por alto el hecho de que Abraham había tenido más que un hijo. Isaac, el hijo de la promesa de Dios, fue uno de los hijos de Abraham. Pero antes que naciera Isaac había nacido Ismael. ¿Qué pasaba entonces con Ismael? Es evidente que Dios había elegido a Isaac y no a Ismael, aunque Isaac era menor; y así estaba demostrando que la salvación es el resultado de la libre elección de Dios y que (no importa lo que pensemos sobre este asunto) resulta evidente que no otorga los mismos privilegios a todos.

25 Sin duda estaban quienes argumentaban que el caso de Isaac no era prueba suficiente para probar la posición de Pablo. Isaac era el hijo de Abraham y de Sara, por lo tanto ambos padres eran judíos; sin embargo, Ismael era el hijo de Abraham y Agar, la criada egipcia de Sara. Ismael era mestizo; por lo tanto, Pablo no podía probar que la salvación no se transmitía por nacimiento.

26 Pablo les responde haciendo referencia a la siguiente
generación. En esta generación, en el caso de los dos hijos de Isaac, Jacob y Esaú, Dios hizo su elección entre los hijos de la misma madre judía. Y, además, para que nadie introdujera el asunto de la edad como un factor, ambos hijos eran mellizos. Pero todavía más, para que nadie pudiera argumentar que la elección se basaba en el carácter o las opciones morales de los hijos, Dios anunció su decisión cuando los niños todavía estaban en el vientre de Rebeca; o sea, antes de que cualquiera de ellos tuviera la oportunidad de hacer o elegir nada. Pablo escribe sobre esta generación: "Y no sólo estos, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal), para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama, se le dijo: El mayor servirá al menor" (Ro. 9:10-13). La clave de este argumento es que la elección de quienes habían de recibir la bendición de la salvación descansa únicamente en Dios, en aquel tiempo como en la actualidad. Dios le da vida a quien él elige.

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