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Parábolas.

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Presentación del tema: "Parábolas."— Transcripción de la presentación:

1 Parábolas

2 El que escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a uno que edificó una casa; cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.

3 El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa.

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5 Cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron.
Son aquellos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.

6 Cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida, pero cuando salió el sol se abrasó y se secó. Son los que al escuchar la palabra la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y cuando viene una dificultad o persecución, enseguida sucumben.

7 Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano.
Estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden y ahogan la palabra y se queda estéril.

8 El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio gano; y la cosecha fe del treinta o del sesenta o del cinto por unos. Son los que escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.

9 Con el Reino de Dios sucede como con un grano de mostaza.

10 Pero crece y es el mayor de los arbustos.
Es muy pequeño. Pero crece y es el mayor de los arbustos.

11 El Reino de Dios es como la levadura.
Actúa secretamente en la masa y la transforma por entero. Es pequeña, pero tiene fuerza para transformarlo todo.

12 Ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.
Hay que confiar en Dios. Mirad los lirios. Ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Si a la hierba del campo Dios la viste así, ¡cuánto más a vosotros, hombres y mujeres!

13 Jesús anuncia un Dios compasivo.

14 Dios no viene como juez airado, sino como padre de amor desbordante.

15 ¿Acaso si vuestro hijo os pide pan le dais una piedra?
Dios es bueno. ¿Acaso si vuestro hijo os pide pan le dais una piedra? ¿O si os pide un pez le dais una culebra? ¡Cuánto más vuestro Padre dará cosas buenas a los que se la piden!

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18 Lo que pide ese hijo es imperdonable.
Está dando por muerto a su padre. Rompe la solidaridad de la familia y echa por tierra su honor. Lo que exige es una locura y una vergüenza. El Padre no dice nada. Respeta la sinrazón de su hijo y reparte la herencia. El hijo se desentiende del padre, y del hermano y se marcha.

19 Ha conseguido la libertad que quería.
Pronto, una vida desquiciada lo lleva a la destrucción.

20 Termina como esclavo de un pagano cuidando cerdos.
Llega a desear hasta comer los algarrobos que comen los cerdos. Su degradación no puede ser mayor. Sin libertad. Sin dignidad. Una vida infrahumana en medio de animales impuros.

21 El joven reacciona. Recuerda la casa de su padre, donde abunda el pan. Y toma una decisión. Reconoce su pecado. Ha perdido sus derechos de hijo, pero tal vez pueda ser contratado por su padre como un jornalero más.

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23 La acogida del padre es increíble.
Ve a su hijo de lejos y “se conmueve”. Pierde el control: olvidando su propia dignidad, corre a su encuentro y lo abraza con ternura.

24 El hijo reconoce su pecado.
El padre lo besa y abraza delante de todos. Eso es signo de acogida y perdón. Y también de protección y defensa frente a los vecinos.

25 Lo viste con “el mejor vestido de la casa”.
Le pone el anillo que le confiere el título de hijo. Le hace calzarse las sandalias de hombre libre. Le organiza un banquete, con lo que rehace su honor y el de toda la familia dentro de la aldea. Habrá una gran fiesta: música y baile. El hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado.

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27 Faltaba el hijo mayor. No entiende nada. La vuelta del hermano no le produce alegría, sino rabia. El padre sale a invitarlo con el mismo cariño con que ha salido al encuentro del hijo llegado de lejos. Y le suplica una y otra vez que venga a la fiesta. El padre le habla con ternura especial.

28 ¿Es posible que Dios sea así?
Es como un padre que no se guarda para sí su herencia. Que respeta el comportamiento de sus hijos. Que no anda obsesionado por su moralidad. Que, rompiendo las reglas convencionales de lo justo y lo correcto, busca para sus hijos una vida digna y dichosa. Un padre que acoge con los brazos abiertos a los que andan perdidos fuera de casa.

29 ¡Esa es la buena noticia de Dios!
Un padre que mira a sus criaturas con amor increíble. Que busca conducir la historia humana hacia una fiesta final donde se celebre la vida, el perdón y la liberación. Jesús nos habla en la parábola de un banquete espléndido para todos. Con música y danzas. Hombres perdidos que desatan la ternura de su padre. Hermanos llamados a perdonarse. ¡Esa es la buena noticia de Dios!


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