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Publicada porSelma Egeland Modificado hace 5 años
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“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquél que cree” (Romanos 10:4)
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Comprender la relación existente entre la Ley y la Gracia.
Sentir la convicción de una necesidad personal de Jesús en nuestra vida. Procurar vivir una vida piadosa y fiel, despojada de legalismo.
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La Ley y la Gracia van de la mano. La Ley nos muestra el pecado
La Ley y la Gracia van de la mano. La Ley nos muestra el pecado. La Gracia nos libera de la penalidad del pecado.
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Donde abundó el pecado (Romanos 5:12-21)
“Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20). ¿En qué manera estos dos elementos (pecado y gracia) se relacionan con Jesús? No importa el pecado que hayamos cometido, la gracia de Cristo cubre ese pecado, si es confesado y abandonado. En la Biblia, pecado no hace referencia únicamente a la Ley de Dios; también a todo aquello que está contra los principios o la voluntad divina. El primer Adán trajo el pecado y la muerte a la realidad humana; el segundo Adán (Cristo) trajo la gracia (don de Dios) y la vida eterna al hombre.
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La Ley y la Gracia (Romanos 6:15-23)
¿Cuál es el rol de la gracia en nuestras vidas? La Ley señala lo que es pecado, es decir, lo que está bien y lo que está mal. La Ley nos muestra la razón por la cual necesitamos la Gracia. La Gracia es un regalo de Dios para nosotros, que sabemos en qué hemos obrado mal, porque nos lo ha mostrado la Ley. La Gracia es la solución divina para el hombre que no quiere morir, puesto que “la paga del pecado es la muerte”.
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¡Miserable de mí! (Romanos 7:21-25)
Pablo luchaba constantemente contra su naturaleza carnal. El bien que él quería hacer, lo no hacía; y el mal que no quería hacer, lo terminaba haciendo (versículo 19). En esto consistía la lucha entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo equivocado, entre la vida y la muerte, en la experiencia cotidiana de Pablo. ¿Piensas que en estos versículos Pablo nos está diciendo: “No te preocupes. Realmente, es imposible vencer”? ¿El propio apóstol nos está diciendo que es difícil ser un cristiano genuino?
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¡Miserable de mí! (Romanos 7:21-25)
Todos los que luchamos con el pecado podemos tomar decisiones correctas. Nadie está obligado a pecar. Mateo 5 aclara que podemos transgredir la Ley simplemente por pensar en algo pecaminoso, si nuestra mente acaricia (desea) el pecado. La Ley, en este contexto, sirve como un recordativo para nosotros, como una advertencia.
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La meta de la Ley (Romanos 9:30 a 10:4)
¿Somos salvos por la Ley? No, porque la Ley no tiene una función salvífica. No, porque la Ley es un indicador de justicia y no una justificadora para las personas. No hace justo a quien la guarda. No, porque tiene la función de conducirnos hacia Cristo, nuestra Justicia (Gálatas 3:24). No, porque la Ley tiene la función de mostrarnos exactamente dónde estamos fallando en hacer la voluntad de Dios del modo en que Él lo desea. Somos salvos por la fe y por la gracia de Cristo. Y una vez salvos, nuestro mayor deseo será obedecer la voluntad del Dios a quien amamos.
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El ayo (Gálatas 9:19-24) Según Pablo, el objetivo de la Ley es definir el pecado y no justificar a las personas. Un ayo (tutor), era un guardián, mayordomo, maes-tro, que era contratado por un hombre rico para ser el educador de su hijo. ¿En qué manera la Ley es un tutor para nosotros? Nos mantiene dentro de las normas divinas. Nos protege, en varios aspectos de nuestra vida. Las afirmaciones negativas de la Ley son todas para protección de los hijos de Dios. Nos ayuda a tomar decisiones maduras, inteligentes, sabias, correctas y seguras. Nos habilita para hacer lo que Dios espera que hagamos. Nos brinda paz de conciencia, al haber sido obedientes al Padre Celestial.
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“La Ley nos revela el pecado y nos hace sentir nuestra necesidad de Cristo y de acudir a Él en procura de perdón y paz mediante el arrepentimiento ante Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo” […] “La ley de los Diez Mandamientos no ha de ser considerada tanto desde el aspecto de la prohibición como desde el de la misericordia. Sus prohibiciones son la segura garantía de felicidad en la obediencia. Al ser recibida en Cristo, ella obra en nosotros la pureza de carácter que nos traerá gozo, a través de los siglos eternos. Es una muralla de protección para el obediente. Contemplamos en ella la bondad de Dios, quien, al revelar a los hombres los principios inmortales de justicia, procura escudarlos de los males que provienen de la transgresión” (Mensajes selectos, tomo 1, pp. 234, 235).
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Adaptación gráfica y textos en español:
Coordinación: Departamento de Escuela Sabática de la Unión Sur de Brasil Textos: Pr. Sandro Santos Pastor – Distrito de Cianorte Asociación del Norte del Estado de Paraná (Brasil). Programación visual: Adaptación gráfica y textos en español: Rolando Chuquimia Distribución: RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © Recursos Escuela Sabática
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