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Publicada porJosé Ramón Rojo Aranda Modificado hace 6 años
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La pobreza de las mujeres desde la perspectiva de género
Sonia Montaño Directora División de Asuntos de Género CEPAL Guadalajara, 31 de mayo de 2011 www. cepal.org/oig
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… La tendencia a la baja en la tasa de pobreza se frena con el deterioro de 2009, pero no elimina los importantes logros de los últimos seis años América Latina: Evolución de la pobreza y la indigencia, 1980 – 2009 Porcentaje de personas Millones de personas SE PUEDE OBSERVAR LA CAIDA DE LA POBREZA ENTRE 2002 Y 2008 Y LA REVERSIÓN DE LA TENDENCIA EN CON UNA REVERSIÓN YA EN 2008 PARA INDIGENCIA El magro desempeño de la pobreza y la indigencia en 2008 no impidió que el balance haya sido positivo en la evaluación respecto de 2002, año en el que los indicadores alcanzaron sus valores más altos desde la década de los noventa. En 6 años, la disminución acumulada de la tasa de pobreza fue de 11 puntos porcentuales, mientras que la incidencia de la indigencia cayó en 6,4 puntos porcentuales. Al expresar estas cifras en términos de variación porcentual de las tasas, queda en evidencia que el logro en materia de indigencia fue mayor, puesto que disminuyó a un ritmo de 6,6% al año, mientras que la pobreza lo hizo a razón de 4,7% anual. El período se caracterizó también por una reducción en el número total de personas pobres e indigentes, en 41 millones y 26 millones respectivamente. Este hecho marca una diferencia clara con los períodos anteriores. Hay elevada heterogeneidad entre países. Los menores niveles de pobreza se registran en la Argentina (área urbana), Chile, el Uruguay y Costa Rica, con tasas de pobreza inferiores al 22% y tasas de indigencia de entre un 3% y un 7%. Por su parte, el grupo de pobreza media-baja está constituido por el Brasil, Panamá y la República Bolivariana de Venezuela, en los que la tasa de pobreza se mantiene por debajo del 30%. Por su parte, el grupo de países con niveles de pobreza media-alta incluye a Colombia, el Ecuador (datos del área urbana), México, El Salvador, el Perú y la República Dominicana, con tasas de pobreza de entre un 35% y un 48%. Los países con las tasas más altas de pobreza e indigencia, que superan el 50% y el 30% respectivamente, son Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua y el Paraguay. Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países. a Estimación correspondiente a 18 países de la región más Haití. Las cifras colocadas sobre las secciones superiores de las barras representan el porcentaje y número total de personas pobres (indigentes más pobres no indigentes).
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América Latina (15 países): Magnitud de la pobreza en hogares biparentales sin y con aporte de las cónyuges al ingreso familiar, zonas urbanas y rurales, alrededor de 2008 (en porcentajes de hogares pobres) Sin el aporte de las mujeres, la magnitud de la pobreza se incrementaría un promedio de 10 y de 6 puntos porcentuales en los hogares biparentales urbanos y rurales, respectivamente. En el gráfico se observa la incidencia de la pobreza con y sin el aporte de las mujeres en las zonas urbanas y rurales de varios países. Más allá de las variaciones, la contribución de las mujeres a la superación de la pobreza es más importante en el Ecuador, el Estado Plurinacional de Bolivia, Guatemala y el Paraguay, cuatro de los países más pobres de América Latina. México tanto en la zona urbana como rural está por debajo del promedio (simple) de los países. Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países.
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América Latina y México: Hogares encabezados por mujeres, zonas urbanas, al rededor de 1994 y (en porcentajes de hogares pobres) La proporción de hogares encabezados por una mujer que se encuentran en situación de pobreza o indigencia monetaria también ha aumentado de manera significativa. El aumento para América Latina (entre 1994 y 2008) es de 10 puntos porcentuales en los hogares indigentes encabezados por una mujer. En el caso de México el aumento desde 1994 a 2007 es de 8 puntos porcentuales en los hogares indigentes encabezados por una mujer. En México también ha aumentado la proporción de hogares con jefatura femenina en situación de pobreza no indigente, entre 1994 y 2008 este aumento ha sido de 8 puntos porcentuales, en contraste con A.L donde este aumento ha sido de 5 puntos porcentuales (aprox.) Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Serie 1994: Comprende las encuestas de hogares realizadas por los países en 1994, con excepción de Brasil y El Salvador realizadas en 1995 y Nicaragua realizada en Serie 2007: Comprende las encuestas de hogares realizadas por los países en el año 2007, con excepción de Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala, México realizadas en el año 2006; Nicaragua en el año 2005.
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... la pobreza tiene rostro de mujer América Latina y México: Índice de feminidada de la pobreza y la indigencia, población adulta de 20 a 59 años, zonas urbanas y rural, alrededor de 1998 y 2008 La pobreza afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres y la mayoría de los países de la región presenta un índice de feminidad entre los pobres superior a 100. La información para 2008 muestra que hay más mujeres que hombres en situación de pobreza e indigencia. Es preciso subrayar el aumento del índice de feminidad de las poblaciones pobres o indigentes durante el período del auge de crecimiento ( ) registrado en la región (CEPAL, 2010b). Si bien la disminución de este índice podría estar vinculada, en cierta medida, a la redistribución de los frutos del crecimiento —por lo menos los salarios reales se incrementaron un 1,5% anual (CEPAL 2010a)—, esta redistribución no fue suficiente para volver a los niveles de 1990. Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países. a El índice de feminidad representa al número de mujeres por cada 100 hombres que viven en situación de pobreza o indigencia. El índice se presenta ya ajustado según la estructura por sexo de la población. Países que participan en el promedio para América Latina, año 2008: Bolivia (Est. Plur), Brasil, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay.
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América Latina* y México: Población sin ingresos propios por sexo, área urbana y rural, (en porcentajes) Los ingresos obtenidos sintetizan la capacidad de adquirir bienes y servicios disponibles en el mercado y son un interesante punto de partida para analizar las relaciones de género, es decir, las relaciones de poder entre hombres y mujeres construidas socialmente. Lo que se observa es una curiosa combinación de relaciones modernas basadas en el mercado y asentadas sobre relaciones familiares a menudo inspiradas en valores tradicionales contrarios a la salida de las mujeres del hogar. Los ingresos propios de las mujeres son entonces la medida de la autonomía y el cambio cultural. En América Latina (zona urbana) la proporción para el año 2009 alcanza al 38,2%, mientras que la proporción de hombres llega solo al 13,6%. México está por debajo del promedio regional en el 2009 con un 33,3% v/s un 38,2% de mujeres sin ingresos propios en el área urbana. Sin embargo, está por sobre el promedio regional de mujeres sin ingresos propios en el área rural: 35,4% v/s 29,1% en América Latina. Pese a ello, entre 1999 y la proporción de mujeres sin ingresos propios en México bajó 24 puntos porcentuales en las zonas urbanas y 13 pts. Porcentuales en las zonas rurales. Fuente: Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe, datos procesados por CEPAL en base a información proporcionada por fuentes oficiales nacionales. * América Latina, promedio simple
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América Latina* y México: Mujeres cónjuges sin ingresos propios en hogares pobres, área urbana y rural, (en porcentajes) Las mujeres sin ingresos propios se clasifican como inactivas en las estadísticas de participación laboral por dedicarse solo a los quehaceres domésticos no remunerados. El descenso del indicador de mujeres sin ingresos propios se relaciona entonces con el incremento de la participación laboral de las mujeres en los sistemas de empleo de la región, tanto en el medio urbano como en el medio rural. Entre 1999 y 2007, en la mayoría de los países se registró un descenso en la proporción de mujeres cónyuges sin ingresos propios en hogares pobres, en el área urbana. Esta tendencia se puede explicar, en parte, por la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, por la creciente importancia de las transferencias fiscales en la composición de sus ingresos y por los cambios en los sistemas previsionales —como en el caso de la Argentina, Chile, el Estado Plurinacional de Bolivia y el Uruguay—, que han comenzado a entregar beneficios previsionales no contributivos a las mujeres que no han logrado acceder a estos mediante los aportes laborales. No obstante en el área rural se observa un aumento significativo de las mujeres cónyuges sin ingresos propios pobres en el área rural. En A.L este aumento alcanza los 22 puntos porcentuales, mientras que en México este aumento es cercano al 10%. En cuanto a las transferencias fiscales, en 2008 esta corriente alcanzaba el 21,7% del monto total de ingresos (CEPAL, 2010a). En los casos de México o el Brasil, los programas de transferencias condicionadas —que son los más extendidos de la región— marcan la pauta. Entre 1994 y 1998, México logró bajar más de 20 puntos porcentuales la proporción de mujeres sin ingresos propios. El Brasil, donde esta proporción superaba el 40%, redujo 10 puntos porcentuales el indicador entre 2002 y 2008, cuando se expandió el programa Bolsa Familia. Fuente: Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe, datos procesados por CEPAL en base a información proporcionada por fuentes oficiales nacionales. * América Latina, promedio simple
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América Latina: Ingreso medio de las mujeres comparado con el de los hombres, según años de instrucción, total nacional alrededor de 2008 El logro educativo no se ha traducido en un aumento equivalente en los ingresos ni en la calidad del empleo al que acceden las mujeres. De este modo, se verifica que en todos los países un mayor nivel educativo no se refleja en la reducción de las brechas salariales. De hecho, las mujeres con menor educación perciben a nivel regional el equivalente a un 68% del ingreso masculino, mientras que la relación de ingresos de las mujeres con un nivel educativo mayor (de 13 años o más) es solo de un 69%. Por lo tanto, parecería que en los tramos educativos medios las mujeres alcanzan la mejor condición y esta es solo de un 72% con respecto al ingreso masculino. La participación económica de las mujeres se produce en condiciones de desigualdad, discriminación y sobrecarga de horas de trabajo que relativizan el avance. Fuente: CEPAL, Panorama social 2009, CUADRO 23sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países. Notas: a/ Se refiere a las diferencias de ingreso en el total de la población ocupada. Esta diferencia se calcula como el cociente entre el ingreso medio de las mujeres sobre el de los hombres, multiplicado por 100.
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…El uso del tiempo que no se ve, no se mide y no se valoriza América Latina (5 países): Tiempo destinado al trabajo total remunerado y no remunerado, población ocupada de 15 años o más, según sexo y zona de residencia (En horas semanales) La mayor inserción laboral de las mujeres ha tenido como consecuencia una considerable extensión del tiempo de trabajo, debido a que ellas mantienen sus responsabilidades familiares mientras los hombres se dedican exclusivamente al trabajo remunerado. Las últimas encuestas de uso del tiempo realizadas en la región confirman, más allá de los problemas de comparabilidad internacional, la existencia de un patrón común, Este patrón se puede observar tanto en el medio rural como urbano, con una mayor dedicación — en términos de horas semanales— de las mujeres rurales al trabajo doméstico no remunerado en la casi totalidad de los casos. Esto podría relacionarse con el peso de la tradición, con los índices de fecundidad más altos y con la falta de acceso de los hogares rurales a los servicios sociales básicos. La doble jornada significa contar con menos tiempo para el trabajo remunerado y, por ende, con menos ingresos monetarios, incluso en el caso de México, donde los hombres participan más en las actividades reproductivas. El tiempo de trabajo remunerado de las mujeres es siempre inferior al de los hombres en todos los países mencionados y las brechas son mayores en el medio rural. Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base del procesamiento especial de encuestas de uso del tiempo o preguntas sobre el tiempo destinado a actividades remuneradas y no remuneradas de cinco países con periodicidad semana: Brasil (2008), Colombia (2007), Ecuador (2008), México (2009) y Uruguay (2007). Nota: Los países no utilizan la misma clasificación de actividades para definir el trabajo no remunerado. Tampoco son comparables en relación con el tipo de cuestionario aplicado y las metodologías empleadas para captar la información. Los resultados se presentan con fines ilustrativos, más que para comparar magnitudes, a fin de mostrar similitud en los comportamientos de hombres y mujeres en las tres variables analizadas. 9
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América Latina* y México: Porcentaje de perceptores de jubilaciones y pensiones en adultos mayores, por tramos de edad según sexo, zonas urbanas /+ (en porcentajes, población de 60 y más años de edad) Entre los adultos mayores, las jubilaciones y pensiones se constituyen en una fuente de ingreso indispensable para escapar de la pobreza. Un factor crítico en los sistemas de capitalización individual es el uso de tablas de vida diferenciadas por sexo, donde, debido a su mayor esperanza de vida, se observa que las pensiones de las mujeres son de un nivel considerablemente menor al de los hombres que hayan reunido un fondo similar de jubilación. Este modelo excluye a quienes no cuentan con un empleo formal y a quienes, aun teniéndolo, no logran acumular un fondo suficiente para acceder a una pensión básica, situaciones que son más frecuentes en las mujeres. Otras medidas que mejoran el derecho a previsión de las mujeres son las pensiones no contributivas establecidas en la Argentina, México y Suriname, los subsidios para adultos mayores como el de Colombia y la renta universal de vejez (“renta dignidad”) del Estado Plurinacional de Bolivia. Fuente: CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe : Serie 1994: Comprende las encuestas de hogares realizadas por los países en 1994, con excepción de Brasil y El Salvador realizadas en 1995 y Nicaragua realizada en 1993. CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe : Serie 2007: Comprende las encuestas de hogares realizadas por los países en el año 2007, con excepción de Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala, México realizadas en el año 2006; Nicaragua en el año 2005. *América Latina, promedio simple + Población de 60 años y más con ingresos por jubilación o pensión mayor que cero. Se considera la suma de jubilaciones más las pensiones contributivas
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Muchas gracias!
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