“¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!” Cantar de los Cantares. 4,1.

Camino junto a ti, amada mía, delante de ti o detrás de ti, y tú lo haces detrás o delante de mí.

Porque para ti y para mi quiero la correlación perfecta.

Quiero la dualidad esencial.

Quiero la armoniosa melodía… …de la plenitud en el amor.

Y tú la quieres para mi también.

Desde ahora, tú y yo seremos el baile que … …baila nuestra entrega en su realización total.

Seremos la infinita conjunción en la consumación erótica…

...en el delirio místico, en la cópula absoluta de la unión.

Y como una nueva y eterna sinfonía ejecutaremos los suaves compases de la iniciación.

Porque ahora yo, próximo a ti, junto a ti y en ti misma…

…recito el inventario de la lira viviente de tus ojos, de tu cuello como torre de marfil…

…de tus hombros generosos, de las fértiles colinas de tus pechos como gemelos gozosos…

…de tus manos peregrinas, de tu vientre soberbio y tentador… …de tus tenues caderas, de tu valle umbrío y palpitante.

Y contemplo tu cuerpo, amada mía,.. …súbito capricho de mi corazón.

Ahora te brindo el abrazo suspiroso, la palabra balbuciente…

…el secreto de mi aliento, el pulso contenido...

…el sollozo inacabado…

…y la perspectiva única de mi encendido amor.

Y ya, consumado nuestro encuentro en la inmensidad del Universo…

…tú y yo seremos… …los sones de nuestra vida…

¡MI AMADA! Camino junto a ti, amada mía, delante de ti o detrás de ti, y tú lo haces detrás o delante de mí. Porque para ti y para mi quiero la correlación perfecta. Quiero la dualidad esencial. Quiero la armoniosa melodía de la plenitud en el amor. Y tú la quieres para mi también. Desde ahora tú y yo seremos el baile que baila nuestra entrega en su realización total. Seremos la infinita conjunción en la consumación erótica, en el delirio místico, en la cópula absoluta de la unión. Y como una nueva y eterna sinfonía ejecutaremos los suaves compases de la iniciación. Porque ahora yo, próximo a ti, junto a ti y en ti misma, recito el inventario de la lira viviente de tus ojos, de tu cuello como torre de marfil, de tus hombros generosos, de las fértiles colinas de tus pechos como gemelos gozosos, de tus manos peregrinas, de tu vientre soberbio y tentador, de tus tenues caderas, de tu valle umbrío y palpitante.

Y contemplo tu cuerpo, amada mía, súbito capricho de mi corazón. Ahora te brindo el abrazo suspiroso, la palabra balbuciente, el secreto de mi aliento, el pulso contenido, el sollozo inacabado y la perspectiva única de mi encendido amor. Y ya, consumado nuestro encuentro en la inmensidad del Universo, tú y yo seremos los sones de nuestra vida, ¡y el regocijo de Dios!

¡Mi amada! Texto : Pedro Martínez Borrego. Imágenes: Internet. Tema musical: La piú bella del mondo – Fausto Papetti.