“Historias de cuernos, (IV)” Miguel-A. 137 seg. Rafaela Carrá) “Historias de cuernos, (IV)”
Una mujer estaba en la cama con su amante cuando notó la llegada de su esposo. - ¡Rápido! -le dijo-. ¡Quédate quieto en el rincón!. Luego, le dio un baño de aceite de bebé en el cuerpo, y le espolvoreo con talco. - ¡No te muevas hasta que yo te lo diga! -ordenó-. ¡Pretendo que parezcas ser una estatua!.
- ¿Qué es esto, cariño? -preguntó el esposo cuando entró en la habitación. - ¡Es una estatua! -contestó-. Los Rodríguez han comprado una para su dormitorio, y me ha gustado tanto, que he comprado una para el nuestro.
Nada más se dijo, de momento, acerca de la estatua Nada más se dijo, de momento, acerca de la estatua. No obstante, alrededor de las 2:00 de la mañana, el esposo bajó de la cama, fue a la cocina, y regresó con un sándwich y un vaso de leche. - ¡Toma! -le dijo a la estatua-. Come algo. Yo estuve así, quieto como un idiota, durante dos días, en casa de los Rodríguez, y nadie me ofreció ni un vaso de agua.