Había una vez una princesa muy bonita Había una vez una princesa muy bonita. Su cabello era negro azabache; sus labios, rojos, y su piel, tan blanca como la nieve. Por eso, al nacer, la llamaron Blancanieves. La niña vivía en un palacio con su malvada madrastra, una reina tan vanidosa que se pasaba gran parte del día admirando su rostro y conversando con un espejo mágico_ Espejito, espejito, ¿quién es la más hermosa del reino? – preguntaba ella. La más bella eres tú, reina mía – respondía el espejo.

Con el correr de los años, la belleza de Blancanieves y los celos de su madrastra crecieron cada vez más. Una mañana, la reinase miró en el espejo y, cuando le preguntó quién era la más hermosa, este le respondió: Ahora la más bella del reino es la princesa Blancanieves. Al escuchar esas palabras, la reina se enfureció tanto que le ordenó a un cazador que llevara a la joven al bosque, para no volver a verla nunca más.

El cazador tenía órdenes de matar a la joven, pero sintió tanta pena por ella que le aconsejó irse muy lejos del castillo. Blancanieves obedeció y corrió durante muchas horas entre la espesa vegetación. Al caer la noche descubrió una pequeña casita y, aunque sus habitantes no estaban, decidió entrar para poder descansar. Unos minutos después, llegaron los dueños: siete enanitos que, después de escuchar su triste historia, la invitaron a vivir con ellos.

Cada día, los siete enanitos salían a trabajar en una mina y Blancanieves, después de ordenar y cocinar, se divertía jugando con los animalitos del bosque. Mientras tanto, en el castillo, su madrastra descubrió que el cazador la había engañado, porque cuando le preguntó al espejo quién era la más hermosa, este le respondió: La más bella del reino sigue siendo Blancanieves. La reina, furiosa, se disfrazó de viejita y salió a buscar a su hijastra para poder vengarse.

La reina llegó hasta la casa de los enanitos, y cuando vio a Blancanieves, se hizo pasar por una viejita buena y le convidó una manzana que parecía deliciosa, pero que en realidad estaba envenenada. Blancanieves la aceptó, pero al darle el primer bocado, cayó desmayada. Esa noche, cuando los siete enanitos llegaron, encontraron a la princesa tendida en el suelo sin respirar. - ¡Está muerta! – dijo uno de ellos.

Los siete enanitos construyeron un cofre de cristal donde colocaron a la delicada princesa. Un atardecer, un apuesto príncipe que paseaba en su caballo blanco se acercó hasta la urna y, cuando vio ala joven, quedó enamorado de ella. Inmediatamente le dio un beso y rompió el maleficio. Blancanieves despertó y, en pocos días, celebraron la boda. Blancanieves, el príncipe y los siete enanitos, desde entonces, viven juntos en un castillo y son muy felices. FIN