18º Domingo de Tiempo Ordinario - Ciclo B Jesús les replicó: - Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.
a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará nunca sed. Entonces le dijeron: - Señor, danos siempre de ese pan. Jesús les contestó: - Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí no pasará nunca sed. (Jn 6,30-35)
El hambre ha dejado de ser un problema particular para convertirse en un drama de dimensiones continentales y hasta globales.
La colaboración para solucionar el problema se ejerce en campañas puntuales de solidaridad. A las personas les cuesta suscribirse en un proyecto solidario.
Jesús en el evangelio interpela a las gentes porque le siguen no por haber visto los signos que él realiza sino porque se han saciado de pan.
Luego les dice que no fue Moisés quien sació su hambre sino el Padre celestial que les da el verdadero pan del cielo.
El evangelio concluye con una afirmación de Jesús: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed”.
Él nos da el pan de su palabra y el pan de la eucaristía. Él es el maná que nos alimenta en el camino de la fe.
El hambre de alimentos es un drama para una gran parte de la humanidad. Pero el hambre de amor no es menos trágica en una sociedad que promueve el individualismo . Jesús sacia nuestra hambre de cercanía y de ternura.
enséñanos a compartir nuestros bienes con los demás, Señor Jesús, enséñanos a compartir nuestros bienes con los demás, a invertir nuestros recursos en la creación de estructuras que favorezcan el desarrollo con criterios solidarios. Amén.
PALABRA DEL SEÑOR –Salamanca Texto: José Román Flecha Andrés PALABRA DEL SEÑOR –Salamanca Presentación: Antonia Castro Panero