Dios Habla a través de La Oración

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Transcripción de la presentación:

Dios Habla a través de La Oración Estudio 11 Dios Habla a través de La Oración Basado en el libro Mi experiencia con Dios de Enrique T. Blackaby y Claudio V. King

Siete realidades de la experiencia con Dios Dios siempre está obrando a nuestro alrededor. Dios busca una relación de amor continua, real y personal con nosotros. Dios nos invita a unirnos a Él en su obra. Dios habla por su Espíritu a través de: La Biblia, La oración, La iglesia y Las circunstancias, para revelar su persona, sus propósitos y sus caminos. Después que habla: Dios espera respuesta de su pueblo. Dios revela su persona, sus propósitos y sus caminos.

La invitación que Dios nos hace para trabajar con Él, siempre nos llevará a una crisis de convicciones que demandará de nosotros fe y acción. Necesitamos realizar ajustes importantes en nuestra vida para poder unirnos a Dios en lo que Él está haciendo. Llegaremos a conocer a Dios por experiencias en nuestro trato con Él, a medida que le obedecemos cuando Él lleve a cabo su obra a través nuestro.

TEXTO CLAVE: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Romanos 8:26, 27

INTRODUCCIÓN: Es importante que tengamos conciencia real de que la verdad no es simplemente un concepto para ser estudiado. La verdad es una persona. Lo que estamos diciendo es que cuando el Espíritu Santo revela la verdad, está revelando la persona de Cristo. Jesús dijo en Juan 14:6 - “Yo soy la verdad”. También declaró en Juan 16:13 sobre lo que sería la labor del Espíritu Santo: “Pero cuando venga el consolador, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”. Esta verdad será revelada por medio de la Oración y por la intercesión del Espíritu Santo.

I) LA ORACIÓN ES UNA RELACIÓN LA ORACIÓN Y SU PROPÓSITO La oración es compañerismo y comunicación “de dos vías” con Dios. Yo le hablo a Dios y Él me habla a mí. No es comunicación de una sola vía. Es probable que la vida de oración de muchos creyentes sea de una vía, en la que solamente ellos le hablan a Dios, pero Dios no desea que esto sea así.

Recordemos la definición de Orar dada por John Bunyan el escritor del progreso del peregrino cuando dijo: Orar es Derramar de modo sincero, conciente y afectuoso el corazón o alma ante Dios, por medio de Cristo, en el poder y ayuda del Espíritu Santo, buscando las cosas que Dios ha prometido, o que son conforme a su Palabra, para bien de la iglesia con fiel sumisión a Su voluntad.

Entendamos que la oración no es solamente hablarle a Dios, sino esperar que Dios nos hable. Es más, tenemos que aceptar que lo que Dios nos diga, tiene que ser siempre más importante que lo que nosotros le digamos a Él. Por esto la oración es una relación, no meramente una actividad religiosa.

Debemos entender que el propósito primordial de la oración es que nos adaptemos a Dios y no que Dios se adapte a nosotros. Dios no necesita de nuestras oraciones, si nos aconseja orar es porque somos nosotros los que necesitamos oír su voz y atender a sus demandas.

LA ORACIÓN GENUINA CONDUCE A UN ENCUENTRO CON DIOS Dios habla a los suyos a través del Espíritu Santo, de esta manera le revela verdades espirituales por medio de la oración, de esta manera Él está presente y obra activamente en nuestra vida. La oración en este momento se convierte en un encuentro con Dios. Es aquí donde el creyente encuentra la voluntad de Dios.

La secuencia por medio de la cual buscamos la voluntad de Dios debe ser esta: Dios toma la iniciativa, poniendo en nosotros el deseo de orar. El Espíritu Santo, a través de las Escrituras nos revela la voluntad de Dios. En el Espíritu nosotros oramos en armonía con la voluntad de Dios. En este momento armonizamos nuestra vida con la verdad de Dios. Aquí debemos buscar, y tratar de estar atentos para recibir confirmación o más indicaciones de la Biblia, de las circunstancias o de la iglesia, de tal manera que confirmemos la voluntad de Dios.

Luego obedecemos su voluntad soberana. De esta manera Dios obrará en y a través de nosotros, para dar cumplimiento a sus propósitos. Así podremos vivir la experiencia de relacionarnos con Dios, tal y como el Espíritu Santo nos lo reveló mientras orábamos.

Los creyentes tenemos que entender que el Espíritu Santo no podrá actuar separadamente de la Palabra de Dios que es “el verbo de Dios” - “el logos de Dios”. Por esto debemos estar atentos cuando oramos tomando pasajes de la Palabra de Dios, de forma tal que vayamos a ellos para escudriñarlos buscando lo que Dios tiene para nosotros y de esta manera experimentar nuestro encuentro con Dios. La Biblia tiene que ser parte de nuestra oración.

LA ORACIÓN EN EL ESPÍRITU SANTO La Escritura nos enseña que los seres humanos, aún se hayan convertido, somos débiles y por esto se nos dice que no sabemos como orar. Ahora bien, la noticia más alentadora que tenemos en la Palabra de Dios es la que encontramos en Romanos 8:26, 27 que nos dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”.

El Espíritu Santo nos aventaja en esto porque conoce la voluntad de Dios. Cuando Él intercede por nosotros, está orando en total armonía con la voluntad de Dios; entonces nos ayuda a conocer Su voluntad al orar. Cuando oramos en el Espíritu el Espíritu Santo, que conoce la voluntad de Dios hace la tarea de provocar que nosotros queramos lo que Dios desea y se ocupa de que lo pidamos.

Cuando oramos en el Espíritu y pedimos las cosas que Dios quiere darnos, entonces estamos seguros que lo recibiremos. Esto se hace una realidad porque pedimos conforme a la voluntad de Dios. De esta manera, cuando Dios responde nuestra oración, Él recibe la gloria y nosotros crecemos en fe. No nos preocupemos por saber todo, solo estemos atentos a la voz del Espíritu Santo y recordemos Filipenses 2:13: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

II) LA ORACIÓN VERDADERA IMPLICA ACCIONES NEGAR NUESTRO YO Aquí debemos hacernos una pregunta: ¿Cómo puedo yo saber que la dirección en la cual se encamina mi oración resulta de la guía del Espíritu, y no de mis deseos egoístas? Es aquí hermanos donde nosotros tenemos que llegar al punto de no tener voluntad propia o más bien tomar la acción de negar nuestro yo.

Los creyentes que deseamos tener la seguridad de que el Espíritu nos guía, debemos de asegurarnos de esto y debemos hacerlo en total honestidad para con nosotros mismos y para con Dios, comprobando que nuestro yo esté crucificado. Asegurémonos al orar que nuestro único deseo es conocer nada más que la voluntad y propósitos de Dios.

Estemos claros que lo primero que tenemos que procurar para poder ser obedientes a las demandas de Dios, es permitir que el Espíritu Santo obre en nosotros y nos pueda revelar y hacer entender las verdades espirituales. De lo contrario las verdades espirituales serán una locura como vemos en 1 Corintios 2:14 y no podremos tener una experiencia real con Dios.

VALORAR LO QUE RECIBIMOS Realmente tenemos que estar preparados para estar bien con Dios cuando pedimos algo y asimismo cuando Dios nos concede otra cosa diferente de lo que estamos pidiendo. Es muy común dentro del pueblo de Dios encontrar creyentes que puedan dar testimonio de las veces en que han quedado confundidos porque Dios les ha cambiado sus planes o por otro lado les ha dado más de lo que han pedido.

Si leemos Marcos 2:5 veremos que estos hombres que hicieron lo indecible para llegar a Jesús con el propósito de que sanara al paralítico, recibieron una respuesta diferente de su petición o más bien una respuesta llena de abundante gracia más allá de lo que ellos habían pedido. Notemos que además de sanarlo le dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.

Como vemos, aquellos cuatro hombres estaban pidiéndole a Jesús que sanara al enfermo, pero Jesús también perdonó sus pecados, porque entendía que lo que realmente este hombre necesitaba era un regalo más especial del que deseaban sus amigos, quería que este hombre fuese un hijo de Dios.

Esto debe motivarnos a pedir perdón a Dios por las veces que no hemos aceptado una respuesta de Él como queríamos. De seguro Él nos dio más de lo que necesitábamos o pedimos. O de seguro no nos concedió algo que realmente no nos convenía. Recuerda que las respuestas de Dios pueden ser: SI, NO o ESPERA.

ENTENDER EL OBRAR DE DIOS Tenemos que entender que Dios está actuando mientras nosotros le pedimos cualquier cosa que entendemos que necesitamos, pero solamente su Espíritu está capacitado para escudriñar la mente de Dios con el propósito de que recibamos lo que nos conviene.

Recordemos las palabras del apóstol Pablo en Efesios 3:20-21 y veremos lo que nos dice Dios sobre esto: “Y aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús, por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”. Sepamos que nosotros nunca haremos una oración tan perfecta que pueda implicar todo lo que Dios desea darnos como Padre.

Por otro lado tengamos claro algo importante, y recordemos que quién tiene la labor de conocer y saber la voluntad de Dios es el Espíritu Santo. El Apóstol Pablo nos dice en 1 Corintios 2:10-12: “Pero Dios nos la reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”.

III) LA ORACIÓN DEMANDA CONCENTRACIÓN ESPIRITUAL ESTEMOS ATENTOS A LO QUE SUCEDE Nuestro gran problema es que en la mayoría de las veces, no estamos atentos para relacionar lo que sucede con la oración que hemos hecho a Dios. Además viendo lo que vemos, somos incrédulos al Poder de Dios o simplemente no estamos dispuestos a aceptar que Dios nos diga “ESPERA”. Hermanos, después que oramos, lo principal y fundamental es la concentración espiritual que tengamos en la espera de la respuesta de Dios.

Lo que estamos diciendo es que cuando oramos debemos poner toda la atención posible en la dirección en que hemos orado para captar la respuesta de Dios. Las Escrituras nos enseñan que cuando el pueblo de Dios oró Él respondió a su oración y ellos estaban atentos a la respuesta de Dios.

El gran peligro de no estar atentos a lo que sucede con nuestra oración es el de debilitar nuestra fe. Esto ocurre cuando estamos tan ocupados en otros menesteres, de tal forma que olvidamos lo que hemos pedido a Dios en oración. Estas distracciones no nos permitirán relacionar las respuestas de Dios con lo que acabamos de orar.

CONSIDEREMOS LOS SILENCIOS DE DIOS Son muchas las ocasiones en que Dios guardó silencio, cuando alguno de sus hijos se llegó a Él en oración. Todos nosotros hemos pasado por esta experiencia, aún cuando nosotros hemos estado atentos a nuestra oración y a las maneras posibles que Dios pudiese tener para respondernos. Sin embargo, solo hubo silencio.

En estos momentos sentimos que el cielo está cerrado sobre nosotros y que nuestra oración no ha sido oída. En estos momentos no entendemos que sucede y oímos toda clase de explicaciones. “Dios no te escucha”, “Estás en pecado”, “No estás orando con fervor”, “No estás ayunando”, “No eres fiel en la oración”, etc, etc, etc. Esto no quiere decir que no tomemos en cuenta algunas de estas cosas. Pero si lo hemos hecho y todavía Dios guarda silencio. Entonces debemos recordar aquí a Job y a sus consejeros.

Todos estos consejeros estaban equivocados, lo que Dios deseaba era que Job esperara en Él, Dios estaba trabajando en la vida de Job y deseaba que su siervo demostrara a Satanás que Él no iba a ser infiel. Job sabía, aún por encima de las opiniones de su esposa y sus amigos, que Dios era fiel y que un día Él le haría saber lo que sucedía y lo haría en el momento apropiado. Espere en Dios y Dios hará porque Él también dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” Salmo 46:10.

ESPERE EN EL TIEMPO DE DIOS Alguien dijo: “Dios hizo el tiempo y nosotros la prisa”. Cuando leemos pasajes como Juan 11:1-45 que nos narra la muerte de Lázaro y meditamos en ellos, nos damos cuenta que el tiempo del Señor no es nuestro tiempo. Cuando no tenemos esto presente siempre creemos que Dios llega tarde.

En este pasaje se nos dice que Lázaro murió, sus familiares hicieron todo lo que necesitaban hacer humanamente con su cuerpo hasta llevarlo a la tumba. Ellos entendían que Dios estaba en silencio y que Jesús estaba tarde para ayudar a su amigo. Cuando ellos pensaban esto, es cuando el Señor dice a sus discípulos, “vamos a Betania”, llegando 4 días después de la sepultura y aún tiene que oír primeramente a Marta (11:21) y luego a María (11:32) decirle: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”.

En este momento podemos imaginarnos al Señor diciéndoles a ambas: “Tienen razón. Si yo hubiese venido su hermano no habría muerto. Ustedes saben que yo hubiera podido sanarlo, porque me han visto muchas veces hacer esto. Pero si yo hubiese venido cuando ustedes me lo pidieron, yo lo hubiera sanado, pero nunca hubiesen conocido más de mí que lo que ya conocen. Yo que soy Dios y entendí que ahora es que ustedes están listas para que yo les revele algo más de mí que todavía ustedes no han conocido”.

Quería que supiesen que “Yo soy la resurrección y la vida” Quería que supiesen que “Yo soy la resurrección y la vida”. Mi tardanza y mi silencio no fueron un rechazo a vuestra oración, sino una oportunidad para prepararlas y luego revelarles más de lo que jamás hayan conocido acerca de mí”.

CONCLUSIÓN: Amados hermanos, Esto es lo que muchas veces pasa en nuestras vidas, sepamos que el silencio de Dios significa que Él está preparándonos para introducir en nuestra vida una más grande revelación de sí, que la que jamás hayamos experimentado. Podemos responder al silencio de Dios en dos maneras, uno cayendo en la depresión, en un sentimiento de culpa y de auto condenación. La otra manera de responder es en expectación, al saber que Dios está a punto de llevarnos a un conocimiento más profundo de él. Sepamos que la verdad es una persona; esta persona es Jesucristo, el Logos de Dios; esta persona está activamente involucrada en nuestra vida.

Dejemos de pensar que esa persona no está atenta a nosotros o que no nos escucha aún cuando hemos ajustado nuestra vida a Dios. Cuando entendamos esto, sabremos disfrutar de la oración, como esa relación de dos vías, donde yo oro a Dios por su Espíritu y Él me revela cosas que yo no podría conocer si no fuese de esta manera. La oración no es una actividad religiosa que se debe cumplir, es la manera de relacionarnos con el Dios del Universo. AMÉN

CRÉDITOS Al Dios de los cielos y a Nuestro Señor Jesucristo, que por medio de su gracia y misericordia, puso en nuestro corazón diseñar esta presentación, para ser presentada originalmente en la Iglesia de Convertidos a Cristo, en Santo Domingo, República Dominicana. Basado en el libro Mi experiencia con Dios de Enrique T. Blackaby y Claudio V. King. Puedes utilizar esta presentación todas las veces que quieras, siempre que respetes el derecho de autor y conserves esta nota al final de la misma. El pastor José Mallén Malla, quien suscribe, agradece tanto sus oraciones como sus comentarios. Si desea recibir esta presentación puede contactarme en la siguiente dirección E.mail iglesia@convertidosacristo.org 2003 http://www.convertidosacristo.org