Internet, un espacio idóneo para desarrollar las competencias básicas El futuro aun no es hoy (y la escuela aun no ha muerto) Por: David Ortega

Hablar de los desafíos de la sociedad de la información y de la necesidad de que la educación formal en general “se ponga las pilas” y se una a la carrera del futuro es ya un clásico en cualquier reunión que tenga que ver en las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) su centro de interés. Sin embargo tales razonamientos, esconden algunas falacias que trataremos de desentrañar. Falacia?????? Falacia: argumento falso pero aparentemente verdadero para inducir a un error o engaño

La primera tiene que ver con algo que decía Groucho Marx “El futuro ya no es lo que era”. Efectivamente, si miramos como describían algunos novelistas futuristas el siglo XXI, deberíamos de circular todos con naves monoplaza y un robot se encargaría de las tareas del hogar y de nuestras necesidades básicas con simples ordenes habladas. Pero lo cierto es que no solo estamos lejos de ese futuro, sino que estamos lejos de saber como será nuestro futuro. Groucho Marx : actor, comediante y escritor estadounidense.

La segunda falacia seria la siguiente: los profesionales de la educación y la escuela en general están obsoletos, han perdido el tren de la modernidad y de la tecnología. Una de las personalidades mas radicales en cuanto a este planteamiento es el matemático ruso Grigori Perelman, quien afirma que el seguir invirtiendo en la escuela en lugar de las TIC, es como invertir en una nueva raza de caballos con la vana ilusión de que un día superaran al automóvil.

En nuestra estructura social, la escuela siempre ha tenido un estatus de estabilidad y protección de los saberes instituidos, Se trata de que, en las peores circunstancias, esta siga funcionando y conservando los saberes que la humanidad ha atesorado. No puede negarse que, en ocasiones la resistencia de la escuela a los cambios y las innovaciones obedece a razones poco defendibles, como el mantenimiento del status quo, la indolencia profesional, los intereses corporativos o, simplemente, el recelo frente a lo nuevo. Pero existen otros motivos de mayor penetración ética y ontológica para que los docentes, en términos generales, no sean lo abiertos y flexibles que les gustaría a los tecnólogos y uno de los principales es que para que una tecnología sustituya a otra, esta debe tener algún valor añadido y al menos de momento, la escuela parece no poder ser sustituida por la televisión, la radio o un ordenador, a pesar de que se han hecho intentos suficientemente ambiciosos para lograrlo y esto se debe en gran parte a que la comunicación humana es mayormente emocional, cuestiones como el timbre de voz, las expresiones faciales, el olor, la vestimenta, la gesticulación, la pertenencia a un determinado grupo social, la apariencia física, etc., son señales de fiabilidad y credibilidad en la interacción, lo cual es bastante difícil de lograr mediante el uso de las TIC.

Hoy por hoy las TIC no pueden sustituir lo anteriormente mencionado. De hecho las TIC, delimitan con bastante claridad lo que debe hacer un buen docente: aquello que no puede hacer una maquina.