SEGUNDA ETAPA: INSTRUCCION INDIVIDUALIZADA Verónica Yazmín Ortiz Valdez
Llegada del humanismo, se dieron la búsqueda de mejores condiciones de vida. Benedictino fray Pedro Ponce de León (1520-1584) el honor de ser, considerado el primer instructor de sordos.
En el año de 1555, educando a un sordomudo de una familia noble, en el convento de San Salvador de Oña. Ponce de León recurriera a elementos mímicos o dactilológicos.
Algunos años después, Manuel Ramírez de Carrión (1579-1652) sigue las enseñanzas de Ponce de León y se dedica a educar a varios sordomudos de la nobleza castellana.
Su método se concentra en la articulación, y aunque no utiliza la labio lectura sí acepta el alfabeto manual
Mientras eso ocurría en Castilla, en Zaragoza su contemporáneo Juan Pablo Sonet (1579-1633) publicaba el primer libro en el mundo sobre la educación del sordomudo, comentado anteriormente, con el nombre de Reducción de las letras y arte de enseñar a hablar a los mudos.
A finales del siglo XVII y principios del XVIII otro religioso, fray Diego Vidal Rodríguez, destacó por la enseñanza que impartía a los sordos de Zaragoza, al grado quede su actividad se comente que la llevaba acabo“ con gran fe y vocación.“
Jacobo Rodríguez Pereira (1715-1780), fue otro destacado instructor de sordos, se le ha atribuido la introducción de la enseñanza de sordos en Francia. Como tenía una hermana sorda, aplicó con ella los métodos del libro de Juan Pablo Sonet, para después utilizarlos con otros sordos
En la Francia de esa época destacan tres maestros de sordos posteriores a Pereira: El institutor francés Ernaud practicaba la articulación y la lectura labial, proscribiendo en consecuencia la dactilología [El abate] Deschamps fundó una pequeña escuela en Orléans, exponiendo en su libro Cours élémentaire (1779), sus procedimientos y sosteniendo la superioridad del método oral. El hermano Vanin, de la Doctrina Cristiana, emprendió la educación de dos niñas sordomudas.
Mención en Francia, 11 el obispo de Ginebra, San Francisco de Sales, educador del Joven Martín (1604) y tenido por el o como patrono de los sordomudos.
La primera referencia inglesa sobre el tema, es un libro del doctor John Buwler, llamado 'Chirología o el lenguaje natural de la mano', editado en 1644, en donde describe cientos de gestos de las manos y los dedos y también "relata como un sordomudo habla con su mujer durante la noche, sólo con el tacto de los dedos entrelazados." Luego, publica en Londres en 1648.