“Nada es lo que parece” Miguel-A. 216 seg. (Jairo)
Un ateo estaba paseando por la selva, admirando la belleza del paisaje, cuando oyó, tras de sí, un ruido entre los arbustos. Se volvió para mirar, y vio una familia de leones.
Asustado, se puso a correr cuanto podía... pero el león corría tras él, y estaba a punto de atraparlo.
Era tanto el miedo del ateo, que algunas lágrimas le vinieron a los ojos. Fue entonces cuando tropezó, y cayó de bruces.
El león ya estaba sobre el ateo, cuando éste gritó: - ¡Oh Dios mío!. Entonces el tiempo se paró, y el león se quedó sin reacción.
Salió una luz clara desde el cielo, y se pudo oír una voz potente: - Tú has negado mi existencia, y enseñado a otros que yo no existía. Has reducido mi Creación a un accidente cósmico. ¿Y ahora esperas que te ayude a salir de este apuro? ¿Puedo acaso esperar que tengas fe en mí?.
El ateo miró directamente a la luz, y respondió: - ¡Cierto que sería hipócrita por mi parte pedirte que, de pronto, me pases a tratar como a un cristiano! Pero... tal vez, ¿no podrías convertir al león en cristiano?.
- ¡Muy bien! ¡Así sea! -dijo la voz, al tiempo que desapareció la intensa luz, y el tiempo volvió a correr.
Entonces, el león se puso sobre sus patas traseras, y levantando las delanteras hacia el cielo, exclamó: - ¡Señor, bendice estos alimentos que voy a comerme! Amén.