Esencias antiguas en vasijas de barro (3)

San Clemente Romano escribe clip

Al apóstol Pedro siguió en la sede romana san Lino, luego vino Anacleto conocido también por Cleto, y a continuación Clemente, martirizado junto al Mar Negro, según cuenta y escribe Irineo. Por san Clemente se sabe cómo fue la primitiva iglesia romana, y también la de Corinto, al principio modeladas a imagen de la sinagoga, en atención a los judíos recién al cristianismo convertidos.

La salvación es por la fe, proclama, independientes los méritos personales que uno haya, aunque constantemente insiste, que obras de santidad importante es realizar. San Clemente a los cristianos de Corinto importante carta les escribe, pues no faltaron envidias, peleas ni sediciones amén de otras rivalidades.

Que haya bondad y mucha más caridad les pide, porque en rebelión contra sus Ancianos, Presbíteros dirigentes léase, algunos andaban. Que busquen, les dice, no su interés, sino de la comunidad el bien, pues que la Iglesia fundada fue sobre la base de los apóstoles firme. Ellos establecieron, como en el Testamento Antiguo y en otro contexto, Moisés hiciera, les insiste, aquello que está mandado, y en los libros consignado, como es nombrar los obispos, guardianes de la fe, que han de guiar el rebaño por Cristo a ellos confiado.

Teniendo fijos los ojos en el Padre, Dios Creador del universo todo busquemos la paz y el amor. Que lo mismo que el sol, la luna y los astros, en perfecta sintonía giran, y los mares la compuerta establecida no traspasan, así los hombres han de estar en perfecta armonía. Que Cristo Salvador es el camino, y es el sumo sacerdote, y nuestro guía, para que el conocimiento de la inmortalidad seguro podamos todos alcanzar.

Cristo fue amor, caridad. Teniendo fijos los ojos en la sangre del Señor, ejercitemos la humildad y activemos la hospitalidad, como hizo, y esto le salvó, la pecadora Rahab. Y si Dios a Abraham bendijo por practicar, por medio de la fe la justicia, no pensemos que por los méritos nuestros o nuestra humana sabiduría seremos justificados sino sólo por la sangre de Jesucristo Redentor.

Del martirio de Pedro y Pablo en la carta les habla, ambos columnas máximas de la Iglesia fueron. Pedro, después de dar testimonio al lugar que le es debido, el cielo, de inmediato pasó. Pablo, cargado de cadenas, apedreado, desterrado, la gloria pronto también alcanzó. Preciosa oración para la liturgia les compone al que es Principio de toda criatura, Único y Altísimo Señor de las alturas.

Y que la santidad, en fe y obras, practiquen, les dice, evitando la calumnia, la impureza, la embriaguez, que la alabanza ha de ser al que a los pobres y humildes enaltece. En obras buenas, diligentes hay que ser, y en nada perezosos, mucho menos, negligentes. Como miembros de un mismo Cuerpo todos necesarios somos. Por eso, que el fuerte cuide del débil y el débil respete al fuerte.

Así pues, insiste, no consideremos justo arrojar del ministerio a quienes legítimamente establecidos fueron. Y de este modo, con caridad y entereza, hermosa carta a los cristianos de Corinto san Clemente Romano escribe, porque es el mismo Señor, insiste, quien al que ama corrige. Juan Manuel del Río