LA ORACIÓN DEL PADRENUESTRO

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Lección 10 para el 5 de septiembre de “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis.
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LA ORACIÓNCRISTIANA ❶ _La oración es un diálogo ❷ _Expresiones de la oración ❸ _La oración es personal ❹ _La oración es comunitaria ❺ _El Padrenuestro.
JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR Cada día Jesús decía sus oraciones. Le gustaba mucho hablar con Dios. Un día se fue a un cerro a orar toda la noche para.
Esto es una asco, ya que es un atentado hacia la humanidad, hacia Dios. No somos animales somos HIJOS DE DIOS, por lo tanto todos somos hermanos. Tomemos.
31 de DICIEMBRE.- Pensamiento del día. Seré constante en mi asistencia, generoso al dar, amable en mi crítica, creador en mis sugerencias y amoroso en.
Un Padre Nuestro.
-La oración se dirige a Dios y no necesita de muchas palabras: Él conoce lo que nos pasa. -La oración debe ser perseverante: tener paciencia en establecer.

TEMA 9. «ABBA», EL DIOS DE JESUS 1. LIBERACION DE UNA IMAGEN OPRESORA DE DIOS. 2. LA PLENA CONFIANZA EN DIOS. 3. LA ORIGINALIDAD DE PODER INVOCAR A DIOS.
Transcripción de la presentación:

LA ORACIÓN DEL PADRENUESTRO

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Experimentar a Dios como Padre querido y cercano. Confianza total. Dios como alguien cercano con el que podemos hablar como padre y amigo. Absoluta dependencia. Somos obras de tus manos. Dios es misterio trascendente. Pero también misterio de amor personal.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Hablamos con Dios con la confianza de hijos. Con el afecto y ternura de un niño pequeño. No se dice “Padre mío”, sino “Padre nuestro”. Nos sabemos hermanos. Quien invoca a Dios no puede desentenderse de los demás hombres y mujeres.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Está “en el cielo”. No está para solucionarnos nuestros problemas diarios en la tierra. Dios nos da responsabilidad para que construyamos el mundo con nuestras manos. Dios es fuente de autonomía, libertad y responsabilidad para construir un mundo más humano y fraterno.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Dios es Padre y Madre. Dios no es varón ni mujer. Es principio y origen de nuestra ser. Origina, sostiene y fundamenta el universo. Y además es un misterio de amor insondable.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. El nombre de Dios ha de ser santificado. Un Dios amigo, que ama al pueblo de modo entrañable, un Dios fiel que salva, libera y perdona. Por eso confiamos en su nombre. Sólo Dios es santo. Es distinto de todo cuanto existe. Es incomparable.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. No es prolongación de nuestro mundo. Es completamente otro. Trascendente. Su modo de ser y de actuar no pueden ser comparados con nada ni con nadie. La santidad de Dios es fundamento y exigencia para vivir de manera santa.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Significa respetar a Dios, aceptar su presencia misteriosa en nosotros. Dejar a Dios ser Dios, sin pretender manipularlo. No hacernos otros dioses. No rendir culto al dinero, al poder, al sexo a al cualquier otro ídolo. Poner sólo en Dios nuestra esperanza.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. La venida del Reino de Dios es el mensaje central de Jesús. No se identifica con el cielo. Pedimos que el Reino de Dios se haga realidad entre nosotros, que llegue su justicia, que se imponga en el mundo su señorío. No es algo interior, que sólo se realiza en nuestra alma.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. No se confunde con la Iglesia. El Reino de Dios es buena noticia para los pobres y los maltratados injustamente. Deseo de que llegue un nuevo orden de cosas que sólo Dios puede introducir. Con Jesús el Reino de Dios está llegando. Llega de modo humilde, sencillo, oculto.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. El Reino de Dios sólo se abre camino si los hombres se muestran dóciles y obedientes a su voluntad de reinar entre ellos. La voluntad de Dios es lo que Dios quiere que se cumpla y haga realidad. Su voluntad es la salvación del hombre. Que todos los hombres se salven. Que no se pierda ninguno. Pedimos que el proyecto de salvación de Dios se haga realidad.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Aceptar los caminos de Dios. Estar dispuestos a asumir acontecimientos y experiencias que no entendemos. Pero no significa anular nuestra voluntad. Significa orientarla hacia nuestro verdadero bien. Con esta petición no estamos renunciando a nuestros intereses, sino que estamos pidiendo nuestra salvación, la de todos.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Pedimos que Dios haga su voluntad en todo lugar y siempre, que nada quede excluido. Que su voluntad de salvación lo abarque todo. Pedimos que se haga realidad entre los hombres (“la tierra”) lo que ya se da en Dios (“el cielo”). Seguir el modelo de obediencia de Jesús.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Ahora la atención se dirige hacia nosotros. Las anteriores deseos expresados ante Dios no excluyen estas otras peticiones que responden a las necesidades básicas del ser humano. El pan es el alimento básico y esencial. La vida humana es mucho más que el pan, pero no se puede hacer nada sin el pan.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Pedimos lo necesario para vivir. Reconocemos así nuestra dependencia radical de Dios. La vida y cuanto lo alimenta proviene en último término de Dios. Pedimos el pan “nuestro”, de todos, no el pan mío. Pedimos por la necesidad de todos.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. No tengo derecho a pensar sólo en mi satisfacción, olvidando a los demás. Pedimos el pan de cada día. El pan indispensable para subsistir hoy, pero sin preocupación por acumular bienes para el futuro. No pedimos riquezas ni bienestar, sino lo necesario para cubrir nuestras necesidades fundamentales.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Necesitamos también el alimento espiritual. Pedimos también el Evangelio, la Palabra de Dios. En particular, pedimos también el pan de la vida eterna.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. El perdón que pedimos de Dios se pone en relación con el perdón que concedemos a los hermanos. El gran pecado de la humanidad es la falta de respuesta al amor de Dios. Nuestra petición de perdón sólo es posible si reconocemos nuestro pecado y nuestra deuda.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Nuestro Dios es un Dios de perdón. Jesús es el Enviado por Dios para proclamar y hacer realidad el perdón infinito de Dios. Vivir una actitud práctica de perdón, renunciando a toda venganza, perdonando incansablemente, amando incluso a los enemigos.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Pedimos que no nos deje caer en la tentación radical y definitiva de rechazar el Reino de Dios y abandonar la fe en Jesucristo. El ser humano es libre y puede decidir la orientación de su vida. Pero es también un ser débil, amenazado, expuesto a peligros y riesgos.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Existe en nosotros la tendencia a hacer el bien: buscar lo justo, a amar, a vivir de manera fraterna. Pero también existe en nosotros la tendencia a dejarnos arrastrar por el mal, a vivir encerrados en el egoísmo, a actuar de forma injusta y violenta. El misterio del mal nos amenaza.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Pedimos no caer en la tentación. No pedimos no ser tentados. Sino no sucumbir, no caer en la trampa que se nos tiende en la tentación. Que, cuando llegue la tentación, Dios nos dé fuerzas para derrotarla. Estar vigilantes y orar.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Grito de socorro a Dios: “¡Líbranos del mal!”. No pedimos que nos libere de los males, problemas y dificultades de cada día, para poder vivir de manera más tranquila y despreocupada. Pedimos que nos libere del Mal que puede alejarnos del Reino de Dios y de la vida eterna.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Sabemos que la creación es buena. Pero constatamos la presencia oscura del mal: las desgracias, la enfermedad, la muerte… ¿Porqué ese mal? ¿De dónde proviene? El Padrenuestro no especula. Grito confiado a Dios: “¡Líbranos del mal!” Pedimos que nos arranque del mal que nos acecha.

Padre nuestro, que estás en el cielo santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Que no nos abandone al poder de ese mal que parece invadir la historia y penetrarlo todo. La actitud del creyente ante el mal no es de miedo, sino de confianza grande en Dios. No pedimos ayuda para nosotros sólo, sino para toda la humanidad. Y hemos de luchar nosotros también contra el mal.

LA ORACIÓN DEL PADRENUESTRO