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JESÚS, EL ESPÍRITU SANTO Y LA ORACIÓN

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Presentación del tema: "JESÚS, EL ESPÍRITU SANTO Y LA ORACIÓN"— Transcripción de la presentación:

1 JESÚS, EL ESPÍRITU SANTO Y LA ORACIÓN
Lección 7 para el 16 de mayo de 2015

2 JESÚS Y EL ESPÍRITU SANTO
En su nacimiento. María le engendró del Espíritu Santo (Lc. 1:35). Elisabet fue llena del Espíritu Santo (Lc. 1:41). Simeón fue lleno del Espíritu Santo (Lc. 2:25). En su bautismo. Juan predijo que Él bautizaría con el Espíritu Santo (Lc. 3:16). El Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal (Lc. 3:22). Fue lleno del Espíritu Santo (Lc. 4:1). En su ministerio. Recibió el poder del Espíritu Santo (Lc. 4:14). Realizaba milagros por el Espíritu Santo (Lc. 4:18). Enseñó que la blasfemia contra el Espíritu Santo era el peor de los pecados (Lc. 12:10). En sus discípulos. Prometió su presencia constante (Jn. 16:7). Prometió que lo daría a quienes se lo pidieran (Lc. 11:13).

3 JESÚS Y LA ORACIÓN Aunque era de naturaleza divina y uno con el Padre y el Espíritu, Jesús necesitó de la oración para permanecer en contacto permanente con su Padre y recibir de Él consuelo e instrucción. Lucas nos presenta la vida de Jesús como una vida de oración. Oró en su bautismo (Lucas 3:21) Oró antes de elegir a los doce apóstoles (Lucas 6:12-13) Oró por sus discípulos (Lucas 9:18) Oró antes de su transfiguración (Lucas 9:28-36) Oró en Getsemaní (Lucas 22:39-46) Oró en el momento de su muerte (Lucas 23:46) Si Jesús necesitó orar para mantener la comunión con su Padre, ¿cuánto más necesitaremos nosotros vivir una vida de oración?

4 santificado sea tu nombre
LA ORACIÓN MODELO Lucas 11:2-4 Dios es tan personal, tan real, tan amante y tan interesado en nosotros como un padre humano (perfecto). Padre nuestro Dios es santo y real. Ubicado muy por encima de nosotros, pero totalmente accesible a través de la oración. que estás en los cielos Santificamos el nombre de Dios cuando Su carácter se refleja en nuestras vidas. santificado sea tu nombre Tanto el reino de gracia que Jesús estableció a través de su iglesia, como el reino de gloria que establecerá en su Segunda Venida. Venga tu reino

5 LA ORACIÓN MODELO Lucas 11:2-4
La voluntad de Dios se obedece en el cielo, y nosotros somos (en parte) responsables de que sea acatada también en esta tierra. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra Reconocemos que Dios es la fuente de todo lo que tenemos y el que suple todas nuestras necesidades. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy Sin perdón no hay salvación. El perdón recibido debe ser también otorgado a los demás. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben Dios es el único que nos puede preservar del mal y darnos fuerzas para vencer la tentación. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal

6 PARÁBOLAS SOBRE LA ORACIÓN
«Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite» (Lucas 11:5-8) A El amigo inoportuno. La insistencia en la oración no cambia la voluntad de Dios, sino que fortalece nuestra confianza. «Orad sin cesar» (1Ts. 5:17)

7 PARÁBOLAS SOBRE LA ORACIÓN
¿Huevo o escorpión? «¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas 11:11-13) Esta parábola muestra la disposición de Dios a darnos todo aquello que sea bueno para nosotros. Solo pone una condición: que se lo pidamos.

8 PARÁBOLAS SOBRE LA ORACIÓN
El fariseo y el publicano. «Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido» (Lucas 18:10-14) La humildad, el arrepentimiento y un corazón quebrantado, son las claves para acercarnos en oración al trono de la Gracia y recibir el oportuno socorro (Hebreos 4:16).

9 «Hay que orar. Jesús no nos habría encargado que lo hiciéramos, si no se hubiera tratado de una necesidad real. Él sabe perfectamente bien que nosotros, por nuestra propia cuenta, somos incapaces de vencer las muchas tentaciones del enemigo, o de descubrir las muchas trampas que coloca para nuestros pies. El Señor no lo ha abandonado para que se defienda solo; ha provisto una manera por medio de la cual puede obtener ayuda. Por esa razón le pide que ore» E.G.W. (Exaltad a Jesús, 20 de diciembre)


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