Pinturas de Edvard Munch Las mujeres en el arte Pinturas de Edvard Munch “Deseo ser más que un mero fotógrafo de la naturaleza. No quiero pintar bellos cuadros para colgarlos en las paredes de las galerías. Quiero crear, o al menos establecer las bases de un arte que le deje algo a la humanidad, un arte que detenga y atraiga. Un arte creado en lo más profundo del corazón” E.M.
Edvard Munch es, sin duda, el artista noruego más conocido Edvard Munch es, sin duda, el artista noruego más conocido. Se le considera como una de las personas cuya influencia fue más significativa en el desarrollo del expresionismo de Europa central, particularmente en el alemán. El arte convulsionado y tortuoso de Munch está formado por la miseria y los conflictos de su tiempo y, de manera aún más importante, por su propia vida infeliz. Una infancia trágica, intensos y dramáticos amores, alcoholismo, incesantes viajes... todo está reflejado en su trabajo. El arte de Munch muestra su propia timidez social y su tendencia a expresar muchos de los miedos básicos y las ansiedades de la humanidad. Al pintar, Munch veía las cosas de manera diferente a como lo hacen otros artistas. Él notaba sólo la esencia y, consecuentemente, sólo eso pinta. Eso explica porqué las pinturas de Munch tienen esa apariencia de “inconclusas”, como muchas personas y críticos suelen calificarlas. Pero evidentemente han sido terminadas, terminadas por él. El arte se detiene cuando el artista ha dicho todo lo que realmente tiene que decir, y esa es la ventaja de Munch sobre muchas generaciones de pintores: él tiene la habilidad única de mostrarnos cómo se siente y qué lo motiva, mientras que todo lo demás parece insignificante.
Niña encendiendo la estufa - 1883
Mañana - 1884
La muerte y la doncella - 1893
Vampiro - 1894
Cenizas - 1894
Mujer en tres etapas - 1894
El día después - 1894
Pubertad - 1895
Cupido - 1907
La muerte de Marat - 1907
Niña llorando - 1907
Desnudo con silla de mimbre - 1929