La Estación...
Bien metida en nuestro subconsciente se encuentra una visión idílica. Nos vemos a nosotros mismos en un largo viaje que atraviesa el continente. Viajamos por tren. A través de las ventanas bebemos de las escenas de autos en las autopistas cercanas, de niños que saludan en las intersecciones, de ganado pastando en una colina lejana, de humo saliendo de una planta de energía, de fila tras fila de maíz y avena, de planicies y valles, de montañas y colinas, de rascacielos y un salón de pueblo.
Pero sobre todo, en nuestras mentes, está el destino final. Un cierto día, a una hora específica, arribaremos a la estación. Las bandas estarán tocando y las banderas ondeando. Una vez que lleguemos allá, todos nuestros sueños maravillosos se harán realidad y las piezas de nuestras vidas encajarán como en un rompecabezas completado. Cuán ansiosamente caminamos por los pasillos, maldiciendo los minutos de espera, espera por la estación.
A partir de ese día viviremos felices para siempre. Tarde o temprano necesitamos reconocer que no existe tal estación. No hay ningún lugar terreno al que llegaremos una vez y para siempre. El verdadero gozo de la vida está en la travesía. La estación es una ilusión; continuamente alejándose de nosotros. El ayer es una memoria, el mañana, un sueño. El ayer le pertenece a la historia; el mañana, a Dios. El ayer es un ocaso que se desvanece; el mañana es un débil alba. Sólo hoy tenemos suficiente luz para amar y vivir.
Así que, suavemente cerremos la puerta al ayer y bota la llave. No son las cargas de hoy las que enloquecen al hombre. Son los remordimientos sobre el ayer y el temor del mañana. El remordimiento y el temor son ladrones mellizos que nos roban el hoy.
Así que, dejemos de recorrer los pasillos y contar las millas. En vez de eso, nademos más ríos, escalemos más montañas, besemos más bebés, contemos más estrellas. Riamos más y lloremos menos. Caminemos descalzos más a menudo. Comamos más helado. Montémonos más carruseles. Observemos más ocasos.
La vida necesita vivirse mientras vamos por ella.