Violencia doméstica: Conducta reversible Por Noris Capín

Las palabras “violencia doméstica” encierran un significado cruel e implican un problema muy serio en la sociedad en que vivimos. Aunque la violencia en el hogar siempre ha existido de una manera callada y misteriosa; en los últimos años, hemos visto su severidad alcanzar los prominentes medios de comunicación, para la salvación de la familia.

La violencia en el hogar no es un comportamiento natural, y lo podemos comparar a una antorcha; -siempre encendida y cargada de combustible.-

El estado de rebelión por parte de la mujer aviva la llama de la ira, activando como un fósforo el más simple acto que contradiga al abuso. Esas manifestaciones de conductas nocivas pueden ser abusos verbales, sexuales o corporales provienen de la infancia, “modo de vida” inverosímil que arrastra muchos problemas psicológicos.

Debemos evitar alimentar la llama que conduce a golpes y empujones que puede llevarnos a una depresión paulatina. Más bien debemos utilizar el apoyo de la terapia y ayuda profesional, para así poder contrarrestar los abusos enaje- nantes de la pareja y salir vencedora de esa terrible situación.

Sucumbir al temor interno que destruye los deseos de vivir con armonía y plenitud, hace que la mujer viva en perenne zozobra. El estar bajo el dominio de una persona abusiva y demandante, es vivir subyugada a la eterna infelicidad y a no poder expresar los más íntimos pensamientos.

Debemos comprender de antemano, el triste futuro que le espera a una mujer que está bajo las garras del abuso. Tenemos que entender que ese poder que sobrecarga y aplasta el techo familiar, no es en forma alguna beneficioso para ningún miembro de la familia, en especial los hijos.

Sin embargo, en Cristo Jesús siempre hay una esperanza. En Él nos aferramos, cuando la violencia forma parte errática en la vida familiar y en la paz que Dios nos dio por ser Sus hijas amadas.

Dice Su Palabra en Isaías 62: 3-4: “Tú serás una hermosa corona en manos del Señor tu Dios. No volverán a llamarte “Abandonada”, ni a tu tierra le dirán “Destruida”, sino que tu nombre será “Mi predilecta.”

Formar familias santas es lo que Dios desea. Hacer del hogar una institución sagrada, es imperativo y depende de nosotras. No hay que quedarse con los brazos cruzados, no debemos esperar que la ayuda venga sólo de Dios. Somos nosotras las que tenemos la última palabra y los deseos arraigados de vivir como el Señor quiere que vivamos: amando y dando lo mejor de nosotras mismas.

♥ El libro ¡Mujer, levántate!, fue inspirado por Dios y es una colección de reflexiones para la mujer. Cada meditación representa vivencias de la vida real. En ellas podemos apreciar, el dolor de la mujer que sufre en carne propia, la violencia doméstica. La mujer que sin entender la Palabra de Dios, llega a conocer al Señor, por medio de la fe y la esperanza.