Cuando somos bebés mostramos abiertamente nuestros sentimientos, nuestro temperamento…
Nuestras simpatías, nuestros deseos, nuestras predilecciones por lo que nos rodea o las personas que nos rodean..
Las relaciones sociales son totalmente sinceras…
Además se nos permite… porque somos “peques”!!!!! Se nos disculpa y todavía nos dicen: ¡Que monada!!!!
Pero al crecer, los adultos nos “limitan nuestra libertad…” y aprendemos a mentir y …a dar una cara de “niños buenos que no rompen un plato”!!! Pero al crecer, los adultos nos “limitan nuestra libertad…” y aprendemos a mentir y …a dar una cara de “niños buenos que no rompen un plato”!!! !
Empezamos a esconder detrás de una sonrisa y una imagen nuestros defectos…¡¡¡ y no se nota!!!
Y es que detrás de la imagen que damos al exterior tenemos algo más… y no es tan bonito, por eso tratamos de ocultarlo.
Cuando llegamos a cierta madurez ya somos maestros en el arte dar a conocer de nosotros la parte más bella… Aquella que puede atraer la atención de los demás…
Seguramente no es algo intencionado, porque la propia sociedad nos conduce a ello.
Muchas veces damos más importancia en las personas a lo que se ve, que a lo que no está a la vista.
Pero eso es un engaño.
Somos capaces de utilizar cualquier recurso para camuflar nuestro verdadero YO
NO somos valientes o nos gustamos tampoco a nosotros mismos.
TODOS usamos filtros o maquillajes
Mostramos una sola cara… igual que la luna. ¿Sabías que de la luna sólo conocemos una cara?
¿ A que es realmente una belleza?
¿Y TÚ?
¡¡¡Sí, sí …tú!!!
¿Te decides a aceptar a los demás con sus virtudes y sus defectos?
VAMOS A EMPEZAR POR ACEPTAR QUE OCULTAMOS LO QUE CONSIDERAMOS “NUESTROS DEFECTOS”.