Los compromisos del Reino a partir de una semilla de mostaza Félix Valencia C.

I. COMPROMETIDOS CON LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO Mateo 13:31, 32 El reino de Dios es semejante al grano de mostaza: La más pequeña de las semillas de las hortalizas que cuando crece, su árbol llega a tener más de 3 metros de altura. Uso proverbial en la época: Los judíos hablaban de una gota de sangre tan pequeña como un granito de mostaza; o, refiriéndose a un punto minúsculo de la ley ceremonial dirían que era una trasgresión tan pequeña como un grano de mostaza; y el mismo Jesús usó esta expresión refiriéndose a la más mínima expresión de la fe: Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: ¨Trasládate de aquí para allá, y se trasladará. Para ustedes nada será imposible¨. (Mateo 17:20 NVI). Reflexionemos: Lo que aprendemos aquí es que en el Reino de los Cielos es Dios quien de lo pequeño hace cosas grandes. Por lo tanto, tenemos que tener la actitud del reino de Dios de ser fieles en lo poco. El compromiso de ser fiel en lo poco y permanecer en Cristo (Jn 15:5) será servir más allá de nuestros límites.

II. EL COMPROMISO DE MENGUAR v 32: En el lenguaje oriental, y también en el del Antiguo Testamento, una de las figuras más corrientes de un gran imperio es la de un árbol frondoso, y las naciones vasallas se representan como los pajarillos que encuentran cobijo y descanso entre sus ramas (Ezequiel 31:6). La presencia de la semilla establece el morir como requisito para su crecimiento. ¿Cómo así?. ¿Qué tiene que ver la muerte con el crecimiento del reino?. En palabras de Juan el Bautista en Juan 3:30: Es necesario que el crezca, pero que yo mengüe. Reflexionemos: Lo que aprendemos de este principio es que para crecer o dar fruto (Efesios 5:9) hay que morir primero: Morir a los temores, prejuicios, a la limitación de recursos, al pesimismo, a la mediocridad, a mis propios intereses, al deseo de reconocimiento, a cosas impuras, a la necesidad de figurar, a los acuerdos débiles, a las apariencias, a la ignorancia.

III. Conclusiones: La historia y la parábola nos confronta con el hecho de que las cosas más grandes siempre tienen que empezar por los principios más humildes. Una reforma tiene que empezar en alguien (Ej: Lutero), puede que no sea toda una nación, sino en un hogar o en un trabajo. Por eso el cumplimiento de los sueños de la IEBEI empieza en nuestro corazón: La construcción empezará con mi ofrenda, la liturgia empezará en mi puntualidad, la capacitación empezará en mi actitud de aprendiz. La parábola de hoy, fue una de las más personales de todas las de Jesús. Algunas veces sus discípulos tienen que haber estado desanimados. El grupo de discípulos era tan reducido, y el mundo tan extenso. ¿Cómo podrían llegar a ganarlo y cambiarlo? Con el compromiso de tener fe, de creerle a Dios que hace de lo pequeño grandes cosas. Con esa misma fe, la IEBEI (tú y yo) podrá cumplir con los desafíos que Dios está poniendo para el 2011 al 2016.