2º Domingo del Tiempo Ordinario Maestro ¿dónde vives?
Después de las fiestas de Navidad, iniciamos el Tiempo Ordinario. Las Lecturas hablan de la LLAMADA de Dios. El Evangelio presenta el inicio de la vida pública de Jesús y los primeros encuentros con los discípulos.
La Vocación es siempre una iniciativa misteriosa y gratuita de Dios. 1ª Lectura. SAMUEL, en el silencio de la noche, se ENCUENTRA con que Dios le “llama". La Vocación es siempre una iniciativa misteriosa y gratuita de Dios.
Samuel no reconoce en un principio la voz de Dios. Sólo lo consigue después de cuatro veces y con la ayuda del sacerdote Elí... Samuel responde: “Habla, que tu siervo escucha"
En la 2ª Lectura, Pablo invita a los cristianos a vivir de forma coherente con la LLAMADA que Dios les hace. Nos recuerda que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo.
En el Evangelio, tenemos el ENCUENTRO de los PRIMEROS DISCÍPULOS con Jesús. Los discípulos le siguen, pero es Jesús quien inicia el diálogo.
“Este es el Cordero de Dios.” En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: “Este es el Cordero de Dios.”
“¿Qué buscáis?” Ellos le contestaron: Los dos Discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían les pregunta: “¿Qué buscáis?” Ellos le contestaron: ¿Rabí (que significa Maestro), dónde vives?
Él les dijo: Venid y lo veréis. Entonces fueron vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Hemos encontrado al Mesías, (que significa Cristo). Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías, (que significa Cristo).
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas, (que se traduce Pedro).
Salmo 39 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Entonces yo digo: Aquí estoy, -como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aleluya Hemos encontrado al Mesías, que es Cristo; la gracia y la verdad vinieron por medio de él.