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Publicada porRocío Valdéz Henríquez Modificado hace 8 años
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El justo espera en el Señor Automático
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Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito:
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me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa;
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afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos;
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me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
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Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor.
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Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor,
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y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños.
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Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío,
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cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar.
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Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número.
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Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
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no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: "Aquí estoy
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He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
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-como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad".
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Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
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no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.
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No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación,
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no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. Tú, Señor, no me cierres tus entrañas,
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que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
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porque me cercan desgracias sin cuento.
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Señor, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme.
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Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan;
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digan siempre: "Grande es el Señor" los que desean tu salvación.
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Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí;
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tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes.
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Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
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