Aparentemente, todo parecía estar inserto en cubos; como edificios, y estos; unidos por líneas rectas, como calles en las cuales los cuerpos fluían eternamente como millones de hormigas. Para tomar un nuevo rumbo había que ingresar a ciertos cubos, donde una especie de registradoras, permitían el cambio de dirección; pero nadie se había detenido aún, a observar que el movimiento de éstas, era diferente de las demás cosas de ese mundo. Solo éste movimiento particular le permitía a los cuerpos cambiar de dirección y además, generaba una cierta fuerza especial, de la cual aun nadie se enteraba, pero que daba la posibilidad de atravesar esas moles estrictamente formadas; por sus vértices, hacia un espacio donde todo era percibido desde una perspectiva muy diferente. Aun faltaba mucho tiempo, para que esto pudiese ser experimentado por los seres de ese mundo.

Sin embargo; como en todas partes, allí había un hombrecillo diferente de los otros, que por lo demás, todos lo veían como el loco; pero éste hombrecillo loco, estaba muy cerca de darse cuenta de que había puntos de fuga por todas partes; esto, él lo veía, porque estaba dedicado a barrer, sí, era el barrendero de las callejas, y desde hacía tiempo que recolectaba las basuras y las veía desaparecer sin que nadie pasase por ellas;otras veces veía también, que en las esquinas aparecían grandes cantidades de objetos dañados y de materiales diversos, muchos de ellos desconocidos, pero el pensaba que eso hacía parte de su imaginación, y que todo pasaba solo en sus sueños. Una mañana(------) el barrendero se levanto sintiéndose bastante extraño; durante toda la noche, había soñado con el rincón de un pasillo junto a unas escaleras... No podía alejar de su mente la imagen de aquel rincón.

Era como si de algún modo; se hallase paralizado: sus músculos se hallaban débiles y se sentía enfermo, no podía hacer otra cosa que permanecer allí, en su cama, acostado observando un punto fijo entre sus ojos, donde la imagen de aquel rincón se hacía casi visible. Luego de unas cuantas horas; ya había comenzado a relajarse, y entonces; medio entre dormido y despierto, visualizando la imagen que lo había acompañado durante las últimas horas, comenzó a percibir imágenes borrosas entre veladuras de suaves colores pastel agrisados que aparecían y se desvanecían entre el sonido de unas suaves cuerdas que se escuchaban en la lejanía... Simplemente sintió que ahora podía dejarse llevar, ya no le importó su aparente invalidez, como tampoco que el reloj pudiese seguir marcando el paso del tiempo. Suspendido y aquietado; solo se quedó allí tendido, en silencio, mirando aquel punto donde se cruzaban sus ojos. 08:27 AM | Permalink | Comments (0)PermalinkComments (0)

Aquel punto, se hacía a veces doble y luego volvía a aparecer como uno solo. Entre dos y uno, había un momento en que se mezclaban, y esa zona compartida tenía una textura diferente de las zonas que no alcanzaban nunca a unirse; pero, cuando ambas se unían totalmente, lo cual no duraba más de un segundo, el punto se iluminaba como una luna que irradiaba un gran destello a su alrededor. Luego, comenzaban a aparecer nuevamente dos cuerpos separándose lentamente y en ellos, solo sus bordes brillaban, pero el brillo de sus bordes no era el brillo blanco plata de la luna, sino que se parecía más bien al dorado del sol... El calor asolaba, el olor de la humedad que se evaporaba entre los viejos ladrillos resquebrajados inundaba el cuarto. De pronto una gran chapola tropezó con su rostro y el polvo de sus alas se levanto un poco, impregnando sus ojos. Miguel quedó ciego por un momento, tras sus párpados serrados figuras coloreadas comenzaban a emerger de forma desordenada, él se quedó tranquilo, en espera de que el ardor de dispersara.

Los colores se hicieron un poco más intensos y una increíble vertiente espiralada se dejó venir hacia él lentamente, el ardor y la espiral fluían conjunta y armoniosamente, no alcanzó a sentir incomodidad alguna, por el contrario, se hallaba tan placido que finalmente se quedó dormido... Soñó que era rodeado por una gran nube de chapolas que despedían polvo de oro entre sus alas, un polvo que todo lo hacía brillar mágicamente, como pequeñas gotas de rocío que reflejaran la luz del sol al amanecer.