12 A. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

Slides:



Advertisements
Presentaciones similares
28. LA GRACIA Y LAS VIRTUDES
Advertisements

TEMA VIII LAS VIRTURDES
Creo en el Espíritu Santo
Las perfecciones de Dios y
7. LA ELEVACIÓN SOBRENATURAL Y EL PECADO ORIGINAL
12. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
LA VIDA EN CRISTO LA VOCACIÓN DEL HOMBRE: LA VIDA EN EL ESPÌRITU
Los dones del Espíritu Santo
VIDA DE LA GRACIA, 18 El ejercicio auténtico de la libertad consiste en dirigirse al verdadero Bien con dominio de los propios actos. El hombre ama a.
Catecismo mayor de la Iglesia Católica
El Espíritu Santo el Gran Desconocido
CREO EN DIOS PADRE DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA - CAPITULO I “CREO EN DIOS PADRE”
Contemplar es mirar con detenimiento… Dejando que lo que contemplamos nos hable hoy. En esta novena estamos contemplando el cuadro que recuerda uno de.
LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO.
El llamado de Cristo.
Pentecostés.
LA TRINIDAD: EL MISTERIO DE DIOS
Los dones del Espíritu Santo
LA CONFIRMACIÓN. Tercera Catequesis. Hermandades y Cofradías «Habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: ¡Abba! (Padre)» (Rm.
Santísima Trinidad y Eucaristía
El Espíritu Santo y la Eucaristía
DEBER MISIONERO DEL PUEBLO DE DIOS
LA CARIDAD o AMOR TEOLOGAL P. José María Antón ROMA 26/06/2012.
Tres de la tarde: La hora de la misericordia
NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD
Domingo de la Trinidad (Andrei Rublev, 1410) ¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales,
EL ESPIRITU SANTO LLEGA A LA IGLESIA
Creo en el Espíritu Santo
La Eucaristía como fuente y cumbre de la Catequesis
¡Resucitó de entre los muertos! Domingo de Resurrección.
Solemnidad del Corpus Christi.
Mi relación Con el Espíritu Santo
Séptima estación: Jesús es apresado en el huerto (18, 12-14) Oremos: Da a tus fieles, Señor Jesús, la valentía necesaria para no sentirnos presos de nadie.
De pronto una lluvia silenciosa se extiende por todo el recinto; lluvia de fuego, que ilumina sin quemar, que brilla sin consumirse. Copos encendidos,
Espíritu santo “Os conviene que yo me vaya, dice Jesús a sus apóstoles, porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy,
LA VIDA CRISTIANA CATÓLICA.
Dios se manifiesta al hombre
Dones, frutos y carismas
LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO.
¿Vive Jesucristo hoy? Módulo 1: Lección 5.
Carácter Cristiano Manifestando El Fruto Del Espíritu En La Vida Del Creyente.
DEL APETITO CONCUPISCIBLE
Liturgia de la Palabra ¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
El Espíritu Santo es el Espíritu del Amor
LAS CARACTERÍSTICAS DE LA FE
10 NUESTRO ETERNO DESTINO ❶_La vida futura ❷_El Juicio particular
¡Ven, Espíritu Santo! A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.
“sobrevolaba sobre las aguas” infundiendo vida al planeta.
¡ Nuestra Esperanza ! ¿Dios o Nosotros?.
NIÑOS, PREADOLESCENTES Y FAMILIAS
12B. CREO EN LA SANTA IGLESIA CATÓLICA (I)
Domingo de la Santísima Trinidad
36 Catequesis sobre la fe Mons. Esteban Escudero Obispo de Palencia.
Profesor: Luis M. Acuña Leal
Desde niños hemos aprendido a hacer la señal de la Cruz en la frente,
LOS DONES Y FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO
19 de Mayo de 2013 SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS Evangelio: Juan 20,
La vida es un regalo de Dios
Cristo vive, anúncialo, lo he oído en mi corazón,
PENTECOSTÉS CLLOPEZ20014.
Las virtudes son las cosas que nos ayudan a poder actuar con el bien
Dones del Espíritu Santo
Pentecostés.
12. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
PADRE NUESTRO.
PARTICIPES DE LA NATURALEZA DIVINA
El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho. 6º DOMINGO DE PASCUA.
Creer en Dios : Padre, Hijo y Espíritu Santo es tener la feliz seguridad de que existe siempre una ternura inquebrantable, en la que puede uno refugiarse.
Kerigma 09/03/2012
La presencia del Espíritu Santo en la obra de Jesucristo.
Transcripción de la presentación:

12 A. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, distinta del Padre y del Hijo, de los que eternamente procede como Amor subsistente. Así como la Palabra de Dios es el Hijo, el Amor de Dios es el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (el Credo que recitamos normalmente en Misa) decimos: 1) “Señor”, porque es Dios, y porque gobierna y dirige nuestras vidas para llevarnos a la santidad; 2) “Dador de vida”, porque así como el alma da la vida al cuerpo, así la gracia—don del Espíritu Santo—da la vida al alma;

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (el Credo que recitamos normalmente en Misa) decimos: 3) “que procede del Padre y del Hijo”, porque es el Amor que procede de Ellos (cf CEC, 246-248); 4) “que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria” porque, por ser Dios, debe ser adorado y glorificado junto con Ellos;

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Trinidad En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (el Credo que recitamos normalmente en Misa) decimos: 5) “que habló por los profetas”: pues movidos por Él, los profetas nos enseñaron los misterios de Dios.

La misión del Espíritu Santo “El Espíritu coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero a partir de la Encarnación es cuando se nos revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como Persona” (CEC, 868).

La misión del Espíritu Santo Encarnación Por obra del Espíritu Santo, el Hijo —enviado por el Padre— se hizo hombre en las entrañas de la Santísima Virgen .

Pentecostés El Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo para dar vida a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. Se revela plenamente la Trinidad.

La misión del Espíritu Santo "El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios" (CEC, 737).

La misión del Espíritu Santo "El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios" (CEC, 737).

La misión del Espíritu Santo Esta animación de la Iglesia por el Espíritu Santo permanece a lo largo de la historia, garantizando que se conserve el depósito de la Revelación, de modo que la Iglesia continúe siempre llevando las almas a Dios: por la fidelidad a ese divino depósito por la administración de los sacramentos

El Espíritu y la santificación de las almas Nuestra santificación se atribuye al Espíritu porque consiste en el crecimiento en la caridad, en el amor; y Él es el amor subsistente: “Dios es amor” (1Jn 4, 8) y el amor “Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5)

El Espíritu y la santificación de las almas "Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados" (CEC, 734).

Tratar al Espíritu Santo El Espíritu Santo nos moldea con su gracia y con sus dones para que nos sepamos hijos de Dios (cf Ga 4,6) y vivamos de acuerdo con esta altísima dignidad, imitando a Jesucristo e identificándonos con Él (cf CEC, 736).

Tratar al Espíritu Santo Para muchos cristianos, el Espíritu Santo es el Gran Desconocido. Quien busca sinceramente la santidad, debe buscar cada vez más intensamente su trato, porque es Él quien nos ha de santificar.

Tratar al Espíritu Santo "Ven, ¡oh Santo Espíritu!: ¡ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos; fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo; inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.

Tratar al Espíritu Santo ¡Oh!, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!; quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras...” San Josemaría Escrivá, abril de 1934.

Los dones del Espíritu Santo Los dones del Espíritu Santo son "disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir sus impulsos" (CEC, 1830). "Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben" (CEC, 1831).

Los dones del Espíritu Santo Sabiduría: hace comprender la maravilla de Dios y buscarlo sobre todas las cosas y en nuestro trabajo y obligaciones.

Los dones del Espíritu Santo Entendimiento: descubre con mayor claridad las riquezas de la fe

Los dones del Espíritu Santo Consejo: señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en la vida diaria, anima a seguir la mejor solución para la gloria de Dios y el bien de los demás

Los dones del Espíritu Santo Ciencia: lleva a juzgar rectamente las cosas creadas y a mantener el corazón en Dios

Los dones del Espíritu Santo Fortaleza: alienta continuamente y ayuda a superar las dificultades que encontramos en nuestro caminar hacia Dios.

Los dones del Espíritu Santo Piedad: mueve a tratar a Dios con confianza de hijos.

Los dones del Espíritu Santo Temor de Dios: induce a huir de las ocasiones de pecar, no ceder a la tentación y evitar lo que pueda entristecer a Dios, a temer separarnos de quien amamos y es la razón de nuestro ser y vivir.

Los frutos del Espíritu Santo Los frutos del Espíritu Santo son actos que el cristiano en estado de gracia realiza bajo el impulso del Paráclito, y que muestran la docilidad a sus mociones.

Los frutos del Espíritu Santo Así como los frutos de un árbol indican el árbol que los ha dado, así los frutos del Espíritu Santo indican su presencia y actividad en el alma.

Los frutos del Espíritu Santo Caridad : es el amor sobrenatural a Dios y a nuestros hermanos, y es como la raíz y alma de toda virtud y obra buena.

Los frutos del Espíritu Santo Alegría o gozo : es la consolación interior que sienten los justos en el servicio de Dios, como una recompensa anticipada.

Los frutos del Espíritu Santo Paz: es el dominio y señorío del hombre espiritual sobre sus apetitos y pasiones.

Los frutos del Espíritu Santo Paciencia: es el valor en el sufrimiento, y aun el deseo de arrostrarlo más y más en vista de las eternas recompensas.

Los frutos del Espíritu Santo Longanimidad : es la firme esperanza y completa seguridad en las promesas de Dios.

Los frutos del Espíritu Santo Bondad: es el deseo de hacer el bien a todos, y de hacer los mayores sacrificios para que se propague y difunda dicho bien.

Los frutos del Espíritu Santo Benignidad : apacibilidad de carácter, suavidad de trato, blandura de condición, para atraer a todos los hombres a la verdad y al bien, y cautivarlos en obsequio de Nuestro Señor.

Los frutos del Espíritu Santo Mansedumbre: es freno en las impaciencias y ardores de cualquier pasión, hasta del mismo celo por Dios, cuando lo piden la discreción y prudencia, para que no se comprometan con algún desorden sus mismos intereses divinos.

Los frutos del Espíritu Santo Fidelidad : es la firme lealtad a Dios y al prójimo, no faltando a ambos en lo que se les debe, o por razón de justicia, o por razón de caridad.

Los frutos del Espíritu Santo Modestia : es la lucha contra los arranques del amor propio, el deseo de huir de vanas alabanzas y de evitar la publicidad de las buenas acciones, cuando no exija otra cosa el mayor servicio de Dios.

Los frutos del Espíritu Santo Continencia : es la templanza y moderación en el uso de las cosas exteriores, tanto de placer, como de honra y de riquezas, dentro de lo que permite la misma ley de Dios.

Los frutos del Espíritu Santo Castidad : es el apartamiento absoluto de toda sensualidad impura, según corresponde a cada estado, a tenor de los dictámenes de la ley de Dios, o por el deseo de mayor perfección.