✼ Nunca el uno sin el otro ✼ De Itzel, Lorraine & Lucie

Erase una vez una jovencita huérfana que se llamaba Luna. Era muy bonita, tenía los ojos verdes, el pelo lacio, largo y negro como la noche. Vivía en el bosque en una cabaña de madera con su única familia, los animales, y gracias a su don mágico podía comunicar con ellos. Era querida por todos gracias a su generosidad y a su bondad. Desde chiquita, vivía una historia de amor excepcional con el príncipe Diego pero dos cosas iban mal, la primera era que Abigaël, su hermana, estaba enamorada de Diego. 1

La chica era todo lo contrario de Luna, estaba conocida por sur maldad, le gustaba mostrar la fuerza de sus poderes haciendo daño a todo el mundo, nadie se atrevía a tratar con ella, animales como humanos la evitaban. El segundo problema era que Diego, ese chico tan guapo y amable, cazaba los animales. Un día, Luna decidió ir a ver a su hermana para que le ayudara a convencer a Diego de dejar de matar a los animales. 2

Abigaël vivía en una casa siniestra al fondo del bosque encantado, para ir, había que pasar por el lago de los muertos. Su hermana malvada le había puesto trampas en todo el camino, pero la jovencita lista supo desviar los ardides de Abigaël, y logró llegar a su casa. Era una bruja que poseía poderes malignos, estaba loca por Diego pero Luna no lo sabía, entonces Abigaël logró convertirla en una cierva, explicándole que era el único medio para evitar que más animales murieran. 3

Cuando estuvo convertida en cierva, pensó en la promesa que le había hecho su hermana y empezó a arrepentirse de haberla escuchado. Luna vio al príncipe llegar sobre su caballo blanco majestuoso, acompañado por sus dos criados armados de arcos y de puñales. Como le había dicho Abigaël, tenía que colocarse enfrente del amor de su vida, Diego, y esperar. 4

Pero cuando Diego admiró esa maravilla de la naturaleza, dudó en eliminarla durante unos segundos. Por fin, apuntó y tiró en el corazón de Luna. El cazador se bajó del caballo con el puñal en la mano para ver si el animal se había muerto, pero cuando se acercó, la cierva estaba transformándose: sus patas se volvían piernas y brazos, su pelaje desapareció y dejó lugar a una piel suave …La maldición se había roto. Diego reconoció los ojos de su querida, esos ojos verdes llenos de vida y de felicidad, en su último soplo, los ojos de Luna se cerraron poco a poco en un silencio infinito. 5

Diego, loco de pena y de odio contra sí, sin poder pensar en una vida sin Luna, se dio la muerte y cayó al lado del cuerpo de su querida. Se dice que los criados vieron las almas de esos dos amantes volarse felices y confiadas hacia el cielo. Abigaël no había obtenido el amor de Diego y, muy avergonzada, se empeñó a partir de ese día, en hacer respetar el deseo de su hermana, y nadie más cazó en el reino. ✼ Fin ✼