EL DON ADMIRABLE DE LA VIDA

“Tu creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. Tu conoces hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra… Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior, examíname y conoce lo que pienso; Observa si estoy en un camino falso Y llévame por el camino eterno” Salmo 139, 13-15; 23-24

Un día llegamos a la vida… Y ese Don de Dios, que es toda Vida humana, ya tiene una historia de años en nosotros… Hoy queremos agradecer al Señor esta historia nuestra… En la que sin duda hay momentos de mucha luz y , también, momentos de sombras. En esa historia hay marcadas huellas de muchas cosas buenas y, también, huellas algo torcidas de nuestros errores. Pero nunca, nuestra vida, dejó de ser un don precioso.

Un día, también, llegaron a la vida nuestros hijos… Ellos son “nuestra riqueza”. A ellos nos debemos. Necesitan de nosotros, más que el aire. Y sin decirlo, confían en nosotros, más de lo que pensamos. Su suerte, su historia, Dios la puso también en nuestras manos. Ellos ya hicieron un camino con nosotros… Por ellos, debemos jugarnos enteros

Un día renacieron… Por el Bautismo que pedimos para ellos, “nacieron de nuevo, del agua y del Espíritu”. El Bautismo los hizo de Jesús para siempre. Por Jesús los hizo en plenitud hijos del Padre. Y miembros de su familia: la Iglesia.

ES EL NIÑO QUE VEMOS TODOS LOS DÍAS Al que alentamos, cuidamos, corregimos y que , a veces, “nos da trabajo”. Hoy queremos sólo pensar en ellos y preguntarnos: 1. ¿Qué esperan ellos de nosotros? 2. ¿Qué espera el Señor que hagamos por ellos?

¿Qué esperan ellos de nosotros? Compartimos… Lo que nosotros, en otro tiempo, esperábamos de nuestros padres… Las exigencias que los niños de hoy nos plantean… ¿Qué exigencias son válidas? ¿Cuáles no lo son? No se nos oculta que, educar hoy a nuestros hijos, se nos volvió “más complicado”.

¿Qué espera el Señor que hagamos por ellos? Que seamos serenos, buenos de corazón, y coherentes. Que antes de aconsejarles con palabras, todo lo bueno se lo digamos con nuestra vida, nuestro ejemplo. La hipocresía es el pecado que Jesús más condena. Que les mostremos con nuestras palabras y nuestra vida, cual es “el estilo de vida del cristiano”.

¿CUAL ES EL “ESTILO DE VIDA” DEL CRISTIANO? San Lucas nos dice en el Libro de Los Hechos de los Apóstoles: “Todos se reunían asiduamente para escuchar las enseñanzas de los apóstoles, participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones… y ponían lo suyo en común” Hechos: 2, 42-47

ESTE ES, TAMBIÉN, EL “ESTILO DE VIDA DEL CRISTIANO HOY” VIVE EN COMUNIDAD. ESCUCHA Y ANUNCIA LA PALABRA DE DIOS. CELEBRA LA EUCARISTÍA. COMPARTE SUS BIENES Y SU TIEMPO CON LOS QUE MÁS NECESITAN. Y ES CONCIENTE QUE AL FINAL DE SU VIDA SERÁ JUZGADO EN EL AMOR.

Comenzamos la Catequesis. Como todos los años, comenzaremos los Encuentros de Catequesis para el Primer Año de Comunión de nuestros niños. Es posible ponernos a trabajar juntos: para que ellos crezcan como cristianos, y caminen en la vida como Dios manda. Un esfuerzo que nos hará bien, también a nosotros. Porque todos debemos siempre crecer en la Fe, para que nuestra vida esté animada y sostenida por Jesús.

Ser juntos, catequistas de nuestros hijos… La catequesis, fundamentalmente, es misión de los padres cristianos. Los catequistas sólo ayudan. Pero, solos, pueden hacer muy poco... Juntos con ustedes, podremos hacer mucho por ellos.

Esto siempre supondrá nuestro interés y nuestra entrega… Para esto, debemos hacernos un tiempo. Todos conocemos las dificultades con las que, con frecuencia, llevamos adelante nuestra familia. Pero también es verdad que , con buena voluntad, es posible hacernos este tiempo que es para Dios y la educación cristiana de nuestros hijos. Se trata de ayudar a nuestros hijos a profundizar los temas del encuentro, trabajar con ellos la ficha de catequesis, acompañarlos en las Celebraciones, etc. Esto lo podemos hacer todos.

NOS COMPROMETEMOS CON EL SEÑOR JESUS Y CON ELLOS. [mgl]