El Camino de Jesús es una senda que nos conducirá a la libertad: la libertad radical que nos permite participar en la Gran Obra de Arte de Dios de manera libre, espontánea y creativa... y para todos juntos. Albert Nolan Texto : Mateo 10, 37-42. Tiempo Ordinario 13 A. 29-6-14 Comentarios y presentación: M.Asun Gutiérrez. Música: Bach. Concierto dos violines en D.

37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El texto es la parte final del segundo de los dos grandes discursos que Mateo pone en boca de Jesús: el sermón de la misión. Las palabras se refieren al lugar central y primordial que debe ocupar Jesús en la vida de tod@s l@s cristian@s. No se refiere al sentimiento y amor personal sino a la actitud en la vida. Seguir a Jesús no significa dejar cosas y/o personas, sino haber encontrado a Alguien. Ese encuentro hace que se relativice, que pase a segundo lugar todo lo demás. Lo fundamental es la opción radical por Jesús, por su proyecto. Se trata de identificar la propia vida con la de Jesús.

38 El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. Jesús pone el siguimiento al alcance de toda persona que desee abrazarlo. Hay quien piensa y enseña que cargar con la cruz y seguir a Jesús es buscar mortificaciones, privarse de sanas satisfacciones, renunciar a alegrías y gozos legítimos, para llegar, por el sufrimiento, a una unión mayor con Jesús. El evangelio no habla de eso. Jesús habla de ir por el mundo como Él, “detrás de Él”, prosiguiendo su causa, rechazando el éxito fácil, aliviando las cruces de las personas, viviendo en actitud de servicio, practicando los valores del Reino: justicia, austeridad, solidaridad, compasión, alegría, valentía, compromiso... Jesús nos propone, para seguirle, renunciar a todo lo que nos impide ser libres y felices. La recomendación de Jesús siempre es el camino hacia la auténtica felicidad. Es la carga ligera, el yugo suave y liberador que Jesús ofrece.

39 El que quiera conservar su vida, la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará. “Conservar la vida” es ceder a la tentación de instalarse en el sistema. “Perder la vida”, afirmarla en su verdadero sentido: la vida como don, como entrega. Seguir a Jesús no es cuestión de impulsos, fervorines, corazonadas y entusiasmos superficiales. Es una opción libre, un proceso diario y continuo, que supone profunda reflexión, decisiones personales, valientes y libres.

40 El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El “vosotros” indica que las palabras están dedicadas, no sólo a los doce apóstoles, sino a toda la comunidad cristiana. Tod@s l@s cristian@s están implicad@s, tod@s tienen la tarea de anunciar la Buena Noticia de Jesús, tod@s son enviad@s. Teniendo en cuenta que lo que carcteriza a l@s cristian@s no es proclamar verbalmente un mensaje, sino la adhesión plena a Jesús.

41 El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo; El mensaje subraya una actitud que debiera caracterizar a las seguidoras y a los seguidores de Jesús: la hospitalidad. ¿Practico la hospitalidad? ¿Acojo también a las personas empobrecidas, enfermas, a las inmigrantes y marginadas por la sociedad? ¿Veo en ellas al mismo Jesús?

42 y quien dé un vaso de agua a uno de estos pequeños por ser discípulo mío, os aseguro que no se quedará sin recompensa. A mí me lo hacéis. (Mt. 25-40) Jesús dice bien claro qué es para él lo realmente importante. No se trata de grandes y extraordinarios gestos. Jesús pone un ejemplo bien sencillo de la vida cotidiana: un vaso de agua (fresca, añade Mateo). A veces lo que l@s demás esperan de nosotr@s es un detalle de cariño, una atención, un poco de nuestro tiempo, una mano tendida, una palabra amable. Se trata de tener como propias las necesidades, las alegrías, los anhelos, los sufrimientos... de l@s demás.

Jesucristo enseña a los seres humanos que hay algo en ellos que les sitúa por encima de esta vida de ajetreos, alegrías y temores. Quien llega a entender la enseñanza de Cristo se sentirá como un pájaro que no sabía que tenía alas y ahora, de pronto, se da cuenta de que puede volar, puede ser libre y ya no tiene nada que temer. León Tolstoi