Por favor, no toques el ratón 13 ) ESCUELA DE ESPERANZA Y ALEGRÍA PASCUAL CATEQUESIS DE LA ORACIÓN
Con la toma de conciencia progresiva del amor del Padre en la oración, el discípulo crece en esperanza y alegría, incluso a través de los sufrimientos y persecuciones de este mundo.
El orante experimenta el consuelo de Dios en las mismas tribulaciones.
En la tribulación, su psicología podrá alterarse y aun rebelarse, como lo hiciera la del Maestro en la angustiada plegaria del huerto, pero la oración le llevará a recuperar el coraje del amor para ir hasta el final.
La oración es un riesgo grande y permanente, una salida con el Señor hacia la periferia del mundo, hacia los últimos lugares. Orar desinstala e inquieta.
La paz del resucitado no es la del mundo. El discípulo, al recibir la gracia de orar en Jesús, asume sus sentimientos y caminos.
Pero no nos sirven nuestras fuerzas. El Paráclito da al orante audacia, libertad y aplomo para afrontar la lucha con conciencia de victoria.
No es un consuelo al estilo del mundo. El Defensor no elimina la dificultad del camino, pero hace triunfar a los seguidores de Jesús en los tribunales.
En la oración, pues, encuentra el verdadero discípulo el aplomo que necesita para proseguir dando testimonio del amor del Padre.
Pablo, que llevaba en sí el morir de Cristo, podía escribir con verdad:
Nos tienen por tristes…
…pero estamos siempre alegres
Nos consideran pobres
Pero enriquecemos a muchos
- Gracias a su oración Jesús sigue viviendo, en la carne frágil del discípulo, la paradoja del amor pobre, humilde, casto y gozoso.
El Hijo aprendió la obediencia, pues oró con gritos y lágrimas.
El discípulo debe vivir también este aprendizaje que sólo terminará con la muerte.
La oración es mucho más que unos tiempos y unas prácticas: Es aprender a vivir en el dinamismo del Hijo enviado al mundo por el Padre. La oración configura la misión.
Textos: Hoja parroquial San León Magno, Madrid