Hielo María José Pérez Grange
Llegaron los frios.
Andaba la nieve besando los árboles, en el compás helado de la noche.
Quería arrugar las horas en sus manos, cual se arruga un papel .
¡Horas malditas, verdugos indeseables, impertérritos!
Visteis marchar el amor.
Sobre la almohada, cayó también la nieve,
pero ya sin intención -como otras veces-
de refugiarse en las cenizas doradas de sus ojos.
Hielo Llegaron los fríos. Andaba la nieve besando los árboles, en el compás helado de la noche. Quería arrugar las horas en sus manos, cual se arruga un papel. ¡Horas malditas, verdugos indeseables, impertérritos! Visteis marchar el amor. Sobre la almohada, cayó también la nieve, pero ya sin intención -como otras veces- de refugiarse en las cenizas doradas de sus ojos.