Gracias porque nos pediste que nuestros corazones estuvieran ardiendo del amor a Cristo
Gracias, porque quisiste que fuéramos personas de oración, que fortalece y santifica el alma.
Gracias, porque nos regalaste el carisma concepcionista.
Gracias por el envío: ”Id y educad”.
Gracias, porque querías que fuésemos aljibes que por el estudio y la oración se llenan de ciencia y de virtud para después repartirlas.
Gracias, porque nos enseñaste a poner la mirada en Dios y la confianza en su providencia.
Gracias, porque nos enseñaste a amar a Jesús al estilo de María Inmaculada.
Gracias, porque “Nuestra Congregación ha llegado a ser tierra de bendición”.
Gracias, porque nos regalaste el ser hijos de María.
“Mucho os he amado en la vida., mucho más os amaré en el cielo. No os dejaré solas, desde el cielo velaré por vosotras”.