PROCESO EVANGELIZADOR Y CATEQUESIS CONCEPTOS CLAROS
EVANGELIZACIÓN DGC 48 “…hemos de concebir la evangelización como el proceso, por el que la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo, de tal modo que Ella:
Impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas; da testimonio entre los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos;
y proclama explícitamente el Evangelio, mediante el «primer anuncio», llamando a la conversión. Inicia en la fe y vida cristiana, mediante la «catequesis» y los «sacramentos de iniciación», a los que se convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la comunidad cristiana.
Alimenta constantemente el don de la comunión en los fieles mediante la educación permanente de la fe (homilía, otras formas del ministerio de la Palabra), los sacramentos y el ejercicio de la caridad; y suscita continuamente la misión, al enviar a todos los discípulos de Cristo a anunciar el Evangelio, con palabras y obras, por todo el mundo.
PROCESO EVANGELIZADOR DGC 49 El proceso evangelizador, por consiguiente, está estructurado en etapas o «momentos esenciales»:
la acción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catequético - iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana.
Estos momentos, sin embargo, no son etapas cerradas: se reiteran siempre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evangélico más adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad.
En el proceso de la fe y de la conversión, se pueden destacar, desde el punto de vista teológico, varios momentos importantes (DGC 56):
EL INTERÉS POR EL EVANGELIO Cuando en el corazón… brota, como consecuencia del primer anuncio, un interés por el Evangelio, sin ser todavía una decisión firme. Es el primer movimiento del espíritu humano en dirección a la fe, que ya es fruto de la gracia reibe diversos nombres: atracción a la fe, preparación evangélica, búsqueda religiosa… LA CONVERSIÓN El primer interés por el Evangelio necesita un tiempo de búsqueda para poder llegar a una opción firme. Esa búsqueda, impulsada por el Espíritu Santo y el anuncio del kerigma, prepara a la conversión “inicial”, que lleva consigo la adhesión a Jesucristo y la voluntad de caminar en su seguimiento. Sobre esta “opción fundamental” descansa toda la vida cristiana del discípulo del Señor.
EL CAMINO A LA PERFECCIÓN LA PROFESIÓN DE FE La entrega a Jesucristo genera en los creyentes el deseo de conocerle más profundamente y de identificarse con Él. La catequesis inicia a los creyentes en el conocimiento de la fe y en el aprendizaje de la vida cristiana, favoreciendo un camino espiritual que provoca un «cambio progresivo de actitudes y costumbres», hecho de renuncias y de luchas, y también de gozos que Dios concede sin medida. El discípulo de Jesucristo es ya apto, entonces, para realizar una viva, explícita y operante profesión de fe. (DGC 56) EL CAMINO A LA PERFECCIÓN Esa madurez básica, de la que brota la profesión de fe, no es el punto final del proceso permanente de la conversión. La profesión de fe bautismal se sitúa en los cimientos de un edificio espiritual destinado a crecer. El bautizado, impulsado siempre por el ES, alimentado por los sacramentos, la oración y el ejercicio de la caridad, y ayudado por las múltiples formas de educación permanente en la fe, busca hacer suyo el mandato de Cristo: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.”
Las “funciones” del Ministerio de la Palabra en este proceso (DGC 57) El Ministerio de la Palabra está al servicio de este proceso de conversión plena: 1. El primer anuncio tiene el carácter de llamar a la fe; 2. La catequesis el de fundamentar la conversión, estructurando básicamente la vida cristiana; y 3. Las múltiples formas de la educación permanente de la fe, entre las que se destaca la homilía, el carácter de ser el alimento constante que todo organismo adulto necesita para vivir, para estar sano, para crecer y para ser cada vez más fecundo.
LA CATEQUESIS: AL SERVICIO DE LA INICIACIÓN CRISTIANA (DGC 63) El momento de la catequesis es el que corresponde al período que se ESTRUCTURA LA CONVERSIÓN A JESUCRISTO, DANDO UNA FUNDAMENTACIÓN A LA PRIMERA ADHESIÓN. Los convertidos, mediante una enseñanza y aprendizaje convenientemente prolongado de toda la vida cristiana, son INICIADOS en el misterio de la salvación y en el estilo de vida propio del Evangelio. Se trata, en efecto, de INICIARLOS, en la plenitud de la vida cristiana.
La catequesis, al realizar con diferentes formas esta función de iniciación del ministerio de la Palabra, lo que hace es PONER LOS CIMIENTOS del edificio de la fe. Otras funciones de ese mismo ministerio irán construyendo, después, las diversas plantas de ese mismo edificio. La catequesis de iniciación es, así, el eslabón necesario entre la acción misionera, que llama a la fe, y la acción pastoral, que alimenta constantemente a la comunidad cristiana. No es, por tanto, una acción facultativa, sino una acción básica y fundamental en LA CONSTRUCCIÓN DE LA PERSONALIDAD DEL DISCÍPULO COMO DE LA COMUNIDAD. Sin ella la acción misionera no tendría continuidad y sería infecunda. Sin ella la acción pastoral no tendría raíces y sería superficial y confusa: cualquier tormenta desmoronaría todo el edificio. DGC 64
LA CATEQUESIS AL SERVICIO PARA LA INICIACIÓN CRISTIANA (DGC 66) La fe, por la que el hombre responde al anuncio del Evangelio, reclama el Bautismo. La misión de bautizar está comprendida en la misión de evangelizar… y la catequesis está, así, vinculada a los sacramentos de la Iniciación Cristiana, especialmente al Bautismo. El eslabón que une la catequesis con el Bautismo es la “PROFESIÓN DE FE”, que es, a un tiempo, elemento interior de este sacramento y meta de la catequesis. La finalidad de la acción catequética consiste precisamente en: propiciar una fe viva, explícita y operante profesión de fe.
Para lograrlo, la Iglesia transmite a los catecúmenos y a los catequizandos la experiencia viva que Ella misma tiene del Evangelio, su fe, para que aquellos la hagan suya al profesarla. Por eso, dice CT 22: “La auténtica catequesis es siempre una iniciación ordenada y sistemática a la revelación que Dios mismo ha hecho al hombre en Jesucristo, revelación conservada en la memoria profunda de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras y comunicada constantemente, mediante una ‘traditio’ viva y activa, de generación en generación.”
La catequesis es una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana, en las certezas más básicas de la fe y en los valores evangélicos más fundamentales. La catequesis pone los cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de su vida de fe, capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria de la comunidad cristiana. En síntesis, la catequesis de iniciación, por ser orgánica y sistemática, no se reduce a lo meramente circunstancial u ocasional; por ser formación para la vida cristiana, desborda —incluyéndola— a la mera enseñanza; por ser esencial, se centra en lo «común» para el cristiano, sin entrar en cuestiones disputadas ni convertirse en investigación teológica. En fin, por ser iniciación, incorpora a la comunidad que vive, celebra y testimonia la fe. Ejerce, por tanto, al mismo tiempo, tareas de iniciación, de educación y de instrucción. Esta riqueza, inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha de inspirar a las demás formas de catequesis. (DGC 67 y 68)
Las tareas de la Catequesis (DGC 84-87) Las tareas de la catequesis corresponden a la educación de las diferentes dimensiones de la fe, ya que la catequesis es una formación cristiana integral, «abierta a todas las esferas de la vida cristiana». En virtud de su misma dinámica interna, la fe pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración. La catequesis debe cultivar cada una de estas dimensiones. Pero la fe se vive en la comunidad cristiana y se anuncia en la misión: es una fe compartida y anunciada. Y estas dimensiones deben ser, también, cultivadas por la catequesis.
La iniciación a la misión Tareas fundamentales de la catequesis: ayudar a conocer, celebrar, vivir y contemplar el misterio de Cristo DGC 85 Propiciar el conocimiento de la fe Entrega del Símbolo Educación litúrgica Formación moral Consecuencias sociales de las exigencias evangélicas Enseñar a orar Entrega del Padre Nuestro La educación para la vida comunitaria La iniciación a la misión
“La catequesis capacita al cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la vida y misión de la Iglesia. El Concilio Vaticano II señala a los pastores la necesidad de «cultivar debidamente el espíritu de comunidad» y a los catecúmenos la de «aprender a cooperar eficazmente en la evangelización y edificación de la Iglesia»”. DGC 86
LA EDUCACIÓN PARA LA VIDA COMUNITARIA DGC 86 (1) A La vida cristiana en comunidad no se improvisa y hay que educarla con cuidado Reclama algunas actitudes que la Catequesis deberá fomentar Espíritu de sencillez y humildad Solicitud por los más pequeños Atención preferente a los que se han alejado Corrección fraterna Oración en común Perdón mutuo
En la educación de este sentido comunitario, la catequesis cuidará también la dimensión ecuménica y estimulará actitudes fraternales hacia los miembros de otras iglesias y comunidades eclesiales. [DGC 86 (1) b] La catequesis tendrá una dimensión ecuménica en la medida en que sepa suscitar y alimentar el «verdadero deseo de unidad», hecho no en orden a un fácil irenismo, sino a la unidad perfecta, cuando el Señor lo disponga y por las vías que Él quiera.
LA INICIACIÓN A LA MISIÓN DGC 86 (2) A Capacitar a los discípulos de Jesucristo para estar presentes, en cuanto cristianos, en la sociedad, en la vida profesional, cultural y social. Cooperar en los diferentes servicios eclesiales, según la vocación de cada uno. Poner todos los medios para suscitar vocaciones sacerdotales y de especial consagración a Dios en las diferentes formas de vida religiosa y apostólica, y para suscitar en el corazón de cada uno la específica vocación misionera .
Buscar la oveja perdida . Presentarse pobres Poner la confianza en el Padre y en el apoyo del Espíritu Santo. No esperar otro premio que la dicha de trabajar por el Reino Anunciar y sanar al mismo tiempo Asumir el rechazo y la persecución Las actitudes evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició en la misión, son las que la catequesis debe alimentar:
En la educación de este sentido misionero, la catequesis preparará para el diálogo interreligioso [DGC 86 (2) a]
Las tareas de la catequesis constituyen, en consecuencia, un conjunto rico y variado de aspectos. Sobre este conjunto conviene hacer varias consideraciones: (DGC 87)
Todas las tareas son necesarias Para la maduración de la vida cristiana hay que cultivar todas sus dimensiones: el conocimiento de la fe, la vida litúrgica, la formación moral, la oración, la pertenencia comunitaria, el espíritu misionero. Si la catequesis descuidara alguna de ellas, la fe cristiana no alcanzaría todo su crecimiento.
Cada una de estas tareas realiza, a su modo, la finalidad de la catequesis. Las tareas se implican mutuamente y se desarrollan conjuntamente. Una tarea llama a la otra…
Para realizar sus tareas, la catequesis se vale de dos grandes medios: la transmisión del mensaje evangélico y la experiencia de la vida cristiana. Las diferentes dimensiones de la fe son objeto de educación tanto en su aspecto de « don » como en su aspecto de « compromiso ». Cada dimensión de la fe, como la fe en su conjunto, debe ser enraizada en la experiencia humana, sin que permanezca en la persona como un añadido o un aparte.