En esta súplica, el salmista pide al Señor que lo libre del doble peligro que lo amenaza: + la hostilidad de sus enemigos (v. 9) + y la tentación.

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Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos
Fuego he venido a traer a la tierra Mira lo que hizo mi Jesús
Vivámosla con el sacerdote
En esta súplica, el reconocimiento del propio pecado se une a la confiada seguridad de obtener el perdón divino. ● El salmista, lejos de sentirse.
Introducción + Es un salmo de acción de gracias individual con algunos elementos de súplica individual ( ). En él, una persona da gracias.
Iglesia Casa de Oración y Adoración
RESPIRA PROFUNDO ANTES DE LEERLO
En medio de una obstinada persecución (vs En medio de una obstinada persecución (vs. 4, 7) y sin esperanzas de encontrar una ayuda en los hombres.
En medio de la soledad y la aflicción (v En medio de la soledad y la aflicción (v. 16), el salmista apela confiadamente a la misericordia divina (v.
► Ante la inminencia del combate, la comunidad congregada en el Templo (v. 3) implora la protección divina y la victoria del rey (vs. 2-6). Como era.
La confianza y el gozo profundo que brotan de la intimidad con Dios, son los sentimientos predominantes en este Salmo. Los vs. 5-6 permiten suponer.
Este Salmo es la súplica de un enfermo (vs Este Salmo es la súplica de un enfermo (vs. 3-4) que padece, además, de una penosa enfermedad (vs. 6-11),
▬ El salmo 115 resume perfectamente el sentimiento de Israel en la comida de Pascua, o Seder en la primera noche de la fiesta. ▬ Horriblemente oprimido.
Ante la amenaza de un peligro mortal, el salmista suplica al Señor que responda favorablemente a sus ruegos, librándolo de la muerte (vs. 1-3). No.
Este salmo es un mezcla se súplica individual y también de salmos sapienciales En la primera parte, el salmista expresa totalmente su confianza en.
+ Una exhortación a bendecir al Señor (vs + Una exhortación a bendecir al Señor (vs. 1-2) y un augurio de bendición divina (v. 3), componen este breve.
+ Este Salmo es la súplica de un hombre perseguido y acusado injustamente. + Seguro de su inocencia (v. 5), el salmista pide que sus enemigos sean.
A la hora en que se ofrece el sacrificio matutino (Éx. 29 A la hora en que se ofrece el sacrificio matutino (Éx ), un fiel israelita expone.
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En esta súplica, el salmista pide al Señor que lo libre del doble peligro que lo amenaza: + la hostilidad de sus enemigos (v. 9) + y la tentación.
Transcripción de la presentación:

En esta súplica, el salmista pide al Señor que lo libre del doble peligro que lo amenaza: + la hostilidad de sus enemigos (v. 9) + y la tentación de dejarse arrastrar por los malos deseos, imitando la maledicencia y los excesos de los impíos (vs. 3-4). Su voluntad de resistir a las seducciones del mal, incluye también la buena disposición para aceptar las advertencias de los justos, aunque resulten penosas (v. 5).

+++ El Salterio nos presenta en este poema a un fiel israelita abriendo su alma hacia Yavé. En un clima de profunda intimidad le brinda su oración, asemejándola al aroma del incienso que inunda el Templo en las liturgias celebradas por el pueblo santo: «Señor, te estoy llamando, socórreme deprisa! ¡Escucha mi voz cuando clamo a ti! ¡Suba mi oración como incienso en tu presencia, mis manos alzadas como ofrenda de la tarde!». +++ Nuestro hombre orante es consciente de que el mayor daño que puede recaer sobre él consiste en que alguien, que dice ser su amigo, susurre a sus oídos palabras tan gratificantes como engañosas; y que le induzcan al desvío e, incluso, a la ruptura de su relación con Dios: «Que el ungüento del malvado no perfume mi cabeza, pues me comprometería en sus maldades». +++ Jesucristo, el Hijo de Dios, también fue tentado y solicitado lisonjeramente por el impío. También Satanás intentó derramar «su ungüento» sobre Él. Recordemos que, una vez bautizado por Juan Bautista, se retiró al desierto para prepararse a la misión que su Padre le había encomendado. Al final de su estancia, se le acercó Satanás para tentarle, aprovechando su debilidad física a causa de su ayuno.

Señor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo Señor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes.

Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; yo seguiré rezando en sus desgracias.

Sus jefes cayeron despeñados, aunque escucharon mis palabras amables; como una piedra de molino, rota por tierra, están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.

Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.

ORACIÓN DE LA TARDE «Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde». Va oscureciendo, Señor. Ha pasado el día con su cortejo de actividades y reuniones, gente y trabajo, hablar y escuchar, libros y papeles, decisiones y dudas. Ni siquiera sé bien lo que he hecho o lo que he dicho, pero el día toca a su fin y quiero ofrecértelo, Señor, tal como ha sido, antes de cerrar la cuenta y pasar página. Acepta este día como varilla de incienso que se ha quemado hora a hora en tu presencia, dejando en las cenizas del pasado la fragancia del presente. Acéptalo como mis manos alzadas hacia ti, símbolo e instrumento de mis acciones diarias para vivir mi vida y establecer tu Reino. Acéptalo como ofrenda de la tarde, sacrificio vespertino que celebra en el altar del tiempo la liturgia de la eternidad. Acéptalo como oración que resume mi fe, mi entrega, mi vida. Acepta al final del día el humilde homenaje de mi existir humano. Presento ante ti el día de hoy tal y como ha sido, como yo lo he vivido y como tú lo has visto. Recógelo con tu mirada y archívalo en los pliegues de tu misericordia. Su recuerdo queda a salvo en tu eternidad, y yo puedo desprenderme de él con alegre confianza. Aligera mis hombros de la carga de este día, para que no oprima mi memoria o hiera mi pensamiento. Limpia mi mente de todo disgusto y toda pena, y que no quede resto ni basura que enturbie mi conciencia. Acepta, Señor, mi sacrificio vespertino. Haz que cicatricen mis recuerdos y se cierre mi pasado, para que yo pueda vivir el presente con la plenitud de tu gracia.

Nuestros ojos están vueltos hacia ti, Señor; guárdanos de los lazos que nos han tendido, no nos dejes caer en la tentación y haznos participar en la victoria pascual de tu Hijo; que podamos contemplar cómo nuestro enemigo, el diablo, ha caído despeñado y sus tentaciones, como una piedra de molino rota por tierra, han quedado desvanecidas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.