Con una gran espontaneidad, el salmista describe su actitud humilde y confiada delante de Dios, fundada en la renuncia a toda “aspiración desmedida”

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Con una gran espontaneidad, el salmista describe su actitud humilde y confiada delante de Dios, fundada en la renuncia a toda “aspiración desmedida”
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● La alabanza contenida en este célebre himno expresa la intuición poético-religiosa del salmista, que contempla con ojos asombrados la obra de Dios.
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¡ Proclama mi alma la grandeza del Señor !.
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Quédate en silencio ... dale tu ritmo.
Magnificat El Magníficat (magnificat en latín) es un canto y una oración cristiana. Proviene del evangelio de Lucas Lucas 1:46-55 y reproduce las palabras.
Quédate en silencio ... Usar el ratón.
● La alabanza contenida en este célebre himno expresa la intuición poético-religiosa del salmista, que contempla con ojos asombrados la obra de Dios.
Quédate en silencio ... Usar el ratón.
Asunción de la Santísima Virgen María
Con una gran espontaneidad, el salmista describe su actitud humilde y confiada delante de Dios, fundada en la renuncia a toda “aspiración desmedida”
+++ Es probable que este “Canto de Sión” (Sal +++ Es probable que este “Canto de Sión” (Sal. 46; 48; 76) haya sido interpretado de distintas maneras.
Exaltación de las virtudes, las obras y la bondad del verdadero justo. Al que observa los mandamientos, Dios le conceda la felicidad ideal para un.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
En medio de la soledad y la aflicción (v En medio de la soledad y la aflicción (v. 16), el salmista apela confiadamente a la misericordia divina (v.
Paz Interior En los SALMOS.
¡Gracias por la Eucaristía!
PRESENTACIÓN DE MARÍA.
+++ Es probable que este “Canto de Sión” (Sal +++ Es probable que este “Canto de Sión” (Sal. 46; 48; 76) haya sido interpretado de distintas maneras.
ESTE ES MI HIJO AMADO Enero 13 Marcos 1,7-11.
¡Gracias por la Eucaristía!
¡Comienza nuestra tarea!
El amor y la fidelidad del Señor (v El amor y la fidelidad del Señor (v. 2), que reconforta y protege a los humildes (vs. 3, 6), motivan este canto.
El espectáculo de la Ciudad santa, protegida por un cerco de montañas, suscita la actitud de profunda confianza en Dios, que se refleja en este Salmo.
Beato LORENZO MARIA SALVI.
Magnificat.
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¡Gracias por la Eucaristía!
Desde ahora ha de llamarme “feliz” toda la gente, porque hiciste maravillas en mi vida.
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Este salmo es un mezcla se súplica individual y también de salmos sapienciales En la primera parte, el salmista expresa totalmente su confianza en.
En esta súplica, el reconocimiento del propio pecado se une a la confiada seguridad de obtener el perdón divino. ● El salmista, lejos de sentirse.
Transcripción de la presentación:

Con una gran espontaneidad, el salmista describe su actitud humilde y confiada delante de Dios, fundada en la renuncia a toda “aspiración desmedida” (v. 1). Esta actitud se expresa admirablemente en la imagen del niño que descansa tranquilo en los “brazos de su madre” (v. 2). El versículo final amplía la perspectiva a todo Israel, para exhortarlo a tener ese mismo espíritu de humildad y confianza en el Señor.

1. CON ISRAEL 2. CON JESÚS 3. CON NUESTRO TIEMPO Aquí escuchamos a un Israel tranquilo, que renuncia a toda esperanza de grandeza política y se contenta con ser el pueblo "amado" de Dios. Llega a renunciar hasta las "maravillas" del tiempo del Éxodo hechas en su favor. Está feliz únicamente con ser un "niño" amado. 2. CON JESÚS El misterio de Navidad nos ha familiarizado con el "icono" de la madre y el niño. Nunca contemplaremos bastante esta imagen. Por más que sea familiar, cotidiana, universal, nunca es banal, bajo cualquier cielo, en todas las razas, entre ricos y entre pobres. Un niño en brazos de su madre puede parecer muy natural, ordinario, quizá profano. Ahora bien, desde que el Hijo de Dios en persona se abandonó en brazos de María, esta humilde realidad tomó un carácter sagrado: una revelación de Dios se oculta en este icono. 3. CON NUESTRO TIEMPO La primera estrofa de este salmo, que expresa la paz deseada, nos invita a ser realistas. La paz es una especie de conquista. La tranquilidad del alma se construye por el rechazo de la agitación. Hay que renunciar al "corazón soberbio", a la "mirada ambiciosa", a las "grandes proezas". Hay que renunciar a las preocupaciones excesivas, a los deseos perturbadores. Pero la "paz de Dios" no nace de una vida sin preocupaciones ni dificultades. Nace sobre todo de situaciones destructoras: una gran decepción, un fracaso, una pérdida, una enfermedad, un duelo…

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.

PLEGARIA DEL INTELECTUAL Demasiadas palabras, Señor, demasiadas ideas. Hasta la oración he traído el peso de mis razonamientos, la carga irracional de la razón. Tengo el vicio del silogismo, soy esclavo de la razón y víctima del intelectualismo. Enturbio mis oraciones con mis cálculos y emboto el filo de mis peticiones con la verborrea de mis discursos. Reconozco mi defecto y quiero volver a la sencillez y a la inocencia del niño que todavía vive en mí. Eso me da alegría. «Mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre». Acallo mis deseos, Señor. Acallo mi mente, mis conceptos, mis conocimientos, mis teorías, mis elucubraciones. He pensado tanto, tantísimo, en mi vida que del entendimiento que me diste para encontrarte he hecho un obstáculo que no me deja verte. Me doy por vencido, Señor. Doma mi razón y refrena mi pensamiento. Acalla mi entendimiento y pacifica mi mente. Acaba con el ruido de mi alma que no me deja oír tu voz dentro de mí. Déjame descansar en tus brazos, Señor, como un niño en brazos de su madre. ¡Cuánto me dice esa imagen! Cierro los ojos, desato los nervios, siento el cálido tacto, el cariño, la protección, y me quedo dormido en plena sencillez y confianza. Esa es la oración que mayor bien me hace, Señor.

Oh Dios, que te dignas mirar la bajeza de los humildes y humillas la altivez de los soberbios; concédenos el don de la humildad para configurarnos con tu Hijo que siendo Dios se anonadó por nosotros. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.