EN ADELANTE NO PEQUES MÁS Lectio divina domingo V T. O. Ciclo C.

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Transcripción de la presentación:

EN ADELANTE NO PEQUES MÁS Lectio divina domingo V T. O. Ciclo C. 7 Abril 2019 Catequistas de Cádiz y Ceuta Música: Feelings M. Peder B. Helland Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual

ORACIÓN INICIAL No permitas Señor que tengamos piedras en las manos para lanzarlas a los demás. No permitas que seamos jueces de nuestros hermanos por malas que parezcan sus acciones porque mucho más grandes son las mías. Permite con tu gracia, que primero pueda quitar yo mi viga para después quitarle con amor la paja a mi hermano.

TEXTO BÍBLICO Jn 8, 1-11 Por su parte, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

LECTURA ¿Qué dice el Texto?

Más aquellos que intentaron tirar piedras contra Él, salieron escalabrados en el adulterio de su hipocresía. “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Todos se fueron escabullendo, como quien se marcha de puntillas para que no se note mucho… En el fondo, aquella mujer era simplemente una torpe coartada para poder lapidar a Jesús, que era quien verdaderamente molestaba al poder dominante.

El error de aquellos fariseos no estuvo en indicar que el adulterio de la mujer estaba mal, sino en porqué lo indicaban. El Señor no cae ni en la aplicación dura de la ley, ni en las rebajas de enero del pecado.

Jesús les dirá (a los fariseos) no queráis lavar vuestra culpabilidad con quienes mancilláis la inocencia mutua... “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Y… a la mujer le dirá: no juegues con tu fidelidad ni con la ajena, porque eso es trampear con tu felicidad y la de los otros..., “anda, y en adelante no peques más”.

La última palabra no la tuvieron los fariseos hipócritas, ni la mujer equivocada, sino Jesús, portador y portavoz de la misericordia del Padre.

Y como quizás también nosotros participamos en alguna medida de la actitud de los fariseos y de la de la mujer, en la recta final de esta Cuaresma, necesitamos escuchar esa palabra más grande que nuestro pecado para que la última palabra no la tengan ni nuestras hipocresías y endurecimientos, ni nuestros traspiés y equivocaciones, sino Aquél que dijo: levántate, anda, no peques más.

Y que teniendo esta experiencia real del perdón de parte de Dios, podamos a nuestra vez ofrecerlo a cuantos nos ofendan. Es lo que pedimos cada día en el Padrenuestro.

¿Qué me dice el Señor en el Texto? MEDITACIÓN ¿Qué me dice el Señor en el Texto?

Jesús está enseñando a la gente, y llegan algunos escribas y fariseos que conducen delante de Él a una mujer sorprendida en adulterio. Esa mujer se encuentra así en el medio entre Jesús y la multitud, entre la misericordia del Hijo de Dios y la violencia, la rabia de sus acusadores.

En realidad ellos no fueron al Maestro para pedirle su opinión, sino para tenderle una trampa. De hecho, si Jesús siguiera la severidad de la ley, aprobando la lapidación de la mujer, perdería su fama de mansedumbre y bondad que tanto fascina al pueblo; si en cambio quisiera ser misericordioso, debería ir contra la ley, que Él mismo dijo que no quería abolir sino dar cumplimiento. Y Jesús está en medio de esta situación.

Esta mala intención se esconde bajo la pregunta que le plantean a Jesús: «¿Tú que dices?». Jesús no responde, se calla y realiza un gesto misterioso: «inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra»… De este modo invita a todos a la calma, a no actuar inducidos por la impulsividad, y a buscar la justicia de Dios.

Pero insisten y esperan de él una respuesta… Jesús levanta la mirada y les dice: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». Esta respuesta desubica los acusadores, los desarma… todos depusieron las piedras listas para ser arrojadas, tanto las visibles contra la mujer, como las escondidas contra Jesús.

Los acusadores se van uno tras otro, con la cabeza baja, comenzando por los más ancianos que eran más conscientes de no estar sin pecado. Cuando hablamos mal de los otros —todas estas cosas que nosotros conocemos bien—, ¡qué bien nos hará tener el coraje de hacer caer en el suelo las piedras que tenemos para arrojárselas a los demás y pensar un poco en nuestros pecados!

Se quedaron allí solos la mujer y Jesús: la miseria y la misericordia, una frente a la otra… «Mujer, ¿dónde están?» Y basta esta constatación, y su mirada llena de misericordia y llena de amor, para hacer sentir a esa persona que tiene una dignidad, que ella no es su pecado, que ella tiene una dignidad de persona, que puede cambiar de vida, puede salir de sus esclavitudes y caminar por una senda nueva.

Esa mujer nos representa a todos nosotros, que somos pecadores. Dios no nos identifica con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con el pecado que hemos cometido. Nos quiere liberar y quiere que también nosotros lo queramos con Él. Quiere que nuestra libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible con su gracia.

¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto? ORACIÓN ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?

Señor, en ocasiones tomo tu lugar, y juzgo, critico, señalo, condeno… Perdóname por tomar tu lugar, un lugar que no me corresponde.

Señor, que mis ojos sean misericordiosos y no juzgue según las apariencias, que busque las buenas acciones de mi prójimo y acuda a ayudarle.

Señor, que mis oídos sean misericordiosos que valore las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y necesidades.

Señor, que mi lengua sea misericordiosa que no critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.

¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto? CONTEMPLACIÓN ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?

Contempla a Jesús: Se presentó nuevamente en el templo…les enseñaba Contempla a Jesús: Se presentó nuevamente en el templo…les enseñaba.., inclinándose escribía…, el que esté sin pecado, que le lance la primera piedra…, está solo con la mujer, ¿Dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?... ¡Vete y en adelante no peques más!...

Como los fariseos reconozco mis juicios y mis piedras: la piedra de la incomprensión, la piedra del legalismo, la piedra de la no misericordia, la piedra del desamor, la piedra de mis propias injusticias, la piedra del olvido de tu amor, la piedra del ojo por ojo y diente por diente.

Como la mujer adúltera, siento la mirada amorosa de Jesús que se encuentra con la mía, y me veo miserable ante la Misericordia. El Señor tiene entrañas de amor para conmigo y para con cada uno de mis hermanos.

Quiero tener, Señor, entrañas de compasión,  de comprensión, de olvido de mí… y perdón para con el que me ofende y perdón por cada piedra que tiro sin que mi conciencia me refute esa acción.

ACCIÓN ¿A qué me comprometo?

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles, para no actuar como ellos y sí como Jesús.

Jesús se retira al monte de los Olivos para orar Jesús se retira al monte de los Olivos para orar. Dedica algún rato más esta semana a la oración, a tener un encuentro personal con Él.

“Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más” “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”. Busca sentir y experimentar en tu vida de fe la liberación y el perdón de un Dios bondadoso y misericordioso.

Analiza cuantas veces te han mostrado que no es correcto lo que dices o haces y aún así sigues insistiendo en que tienes la razón.

Si quieres encontrarte con un Dios que perdona, encuéntrate con el hermano que peca perdonándolo.

En tu ambiente, procura ser persona que imita a Jesús y no condena, persona que defiende la vida e invita a vivir la vida desde Jesús. FIN