Hechos que promueven la Formación El encuentro diario con Cristo en la Eucaristía, la Palabra, la oración y el hermano. La escucha abierta al hermano. La oración al Espíritu Santo. El reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo. La búsqueda de que la formación sea integral. El kerigma. Los materiales que brinda la comisión. El testimonio personal de los catequistas.

Los catequistas se evangelizan en el momento de elaborar sus temas. Las escuelas de formación. El conocimiento de los documentos eclesiales. El compromiso. La lectura de la Biblia y la oración. Los cursos de formación. Los retiros y encuentros. Los talleres de apoyos didácticos, pedagógicos y de formación. La difusión en los medios de comunicación.

La docilidad, sencillez y amabilidad de los catequistas. El compromiso de los padres de familia. La ayuda mutua. La sensibilización. Los eventos masivos. Los cursos de actualización. Las reuniones de formación mensuales (decanales y vicariales). El deseo de transmitir la Palabra de Dios.

La colaboración y apoyo de los obispos, sacerdotes y religiosas a los catequistas. La conciencia de que la parroquia es la primera promotora de la formación. El testimonio coherente. La evaluación del desempeño del catequista. La integración de equipos preocupados y ocupados en la formación.

Hechos que obstaculizan la Formación La falta de unión. La falta de comunicación. La falta de aceptación. La falta de convivencia. La falta de preparación. La falta de compromiso. La falta de interés. La falta de motivación. La falta de centros de formación accesibles.

La falta de ética en las comunicaciones sociales. La falta de tiempo. La falta de formadores parroquiales. La falta de encuentro personal con Cristo. La falta de espiritualidad. La falta de amor y caridad. La falta de apoyos económicos. La falta de unidad en los criterios. La apatía. El que los sacerdotes no motivan, ni valoran ni enriquecen el trabajo de los catequistas.

La reducción de programas para la formación. La emigración de los católicos a otras sectas. Los sacerdotes tibios, negligentes y con otras virtudes. El desconocimiento de los documentos eclesiales. Los gastos que implica la formación. La descristianización de nuestro mundo. La desintegración familiar. La persecución mediática a la Iglesia. El que los calendarios parroquiales no están acordes a los cursos de formación. El no tener clara la vocación bautismal.

El no sentirte parte de la Iglesia. El quedarse con los brazos cruzados. Las envidias. El miedo al rechazo. El sentirse autosuficiente. La indiferencia. El bajo nivel educativo. El no aprovechamiento de los recursos. El conformismo. La edad.