La iniciación cristiana

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Transcripción de la presentación:

La iniciación cristiana Manuel José Jiménez R. Pbro. 2018

La iniciación desde una perspectiva antropológica La iniciación es un fenómeno general humano, que obedece al proceso de adaptación que todo ser humano vive en relación con el ambiente físico, social, cultural y religioso. Toma diferentes modalidades según los pueblos y las épocas. Iniciación es un concepto para designar un conjunto de ritos e instrucciones orales cuya finalidad consiste en llevar a cabo una transformación radical del «estado» religioso y social de determinada persona. Hace referencia a la introducción progresiva de una persona en una nueva experiencia, en una realidad hasta ahora desconocida para ella, a través de la transmisión de unos conocimientos y del paso por unos ritos establecidos, después de los cuales la persona comienza considerarse y es reconocida por los otros, como miembro del nuevo grupo.

Tiene una doble dimensión: personal y grupal (comunitaria) Tiene una doble dimensión: personal y grupal (comunitaria). La iniciación afecta tanto al individuo como a la comunidad que inicia y que acoge. La estructura existencial del iniciado pasa por una verdadera “transformación” ontológica. Tras haber superado las pruebas previstas, se vuelve totalmente otro, totalmente diferente a lo que era antes de la iniciación. El iniciado es llamado a vivir una nueva existencia. Implica un cambio profundo en el ser, abarca la totalidad de la persona, es un proceso de deconstrucción para la reconstrucción. Paso de la “muerte” a la “vida” (Muerte simbólica).

Elementos de la iniciación cristiana comunes a toda iniciación Una instrucción: mediante la cual se van dando a conocer al iniciado los principios y verdades propios de la fe cristiana. Un tiempo determinado: que es necesario para que se vayan interiorizando los conocimientos, las actitudes, la conducta y se vaya afianzando la nueva identidad del que se inicia. Unos ritos: que sellan las etapas que se han recorrido y que vienen como a certificar que la persona ha superado los diferentes pasos que se le han pedido. Los ritos principales son los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo – Confirmación- Eucaristía. Una regulación social: es la Iglesia la que determina quién inicia y cómo se inicia, y la que, tras el tiempo de iniciación y los pasos establecidos, admite al nuevo cristiano a formar parte plenamente de la vida de la comunidad.

Naturaleza de la IC La iniciación cristiana es don de Dios. La iniciación cristiana pide una respuesta humana de conversión al don de Dios. La iniciación cristiana es mediación de la Iglesia. La comunidad cristiana es el sujeto de la iniciación cristiana. El Misterio Pascual es el núcleo de la iniciación cristiana. La iniciación cristiana es un itinerario espiritual, sacramental y catequístico. La catequesis es una acción al servicio de la iniciación cristiana. La iniciación cristiana se centra en la vocación bautismal, fundamento de la vida cristiana y de las vocaciones especificas en la Iglesia. La iniciación cristiana se orienta a integrar fe – vida, fe - cultura, al iniciar y educar en todas las dimensiones de la fe.  

Qué es la iniciación cristiana La iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona por la mediación de la Iglesia. Supone y exige también la libre decisión de la persona de convertirse a Dios y la opción de seguir a Cristo en su Iglesia. La iniciación cristiana es el proceso de inserción y participación de una persona en el Misterio Pascual de Cristo y en la Iglesia. Con este modo de hablar no sólo se hace referencia al bautismo, primer sacramento de la iniciación cristiana, ni tampoco a los tres sacramentos (bautismo, confirmación y eucaristía), sino a todo el proceso de iniciación, que incluye catequesis, sacramentos, mediación de la Iglesia y conversión personal. De esta manera, la iniciación cristiana no es la suma de una serie de sacramentos desarticulados, sino todo “un gran sacramento” que nos hace cristianos en la Iglesia para el mundo.

Este nuevo nacimiento, esta nueva vida en la que el ser humano es engendrado, esta participación en el Misterio Pascual de Cristo y de participación en la naturaleza divina, es el núcleo y el corazón mismo de la iniciación cristiana y de toda la vida cristiana en general. De hecho, introducir en esta experiencia es el corazón mismo de la función de iniciación.

La IC don de Dios “La Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana por la mediación de la Madre Iglesia. Sólo Dios puede hacer que el hombre renazca en Cristo por el agua y el Espíritu; sólo Él puede comunicar la vida eterna e injertar al hombre como un sarmiento, a la Vid verdadera, para que el hombre, unido a Él, realice su vocación de hijo de Dios en el Hijo Jesucristo, en medio del mundo, como miembro vivo y activo de la Iglesia” (CEE La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 9. ) La originalidad esencial de la Iniciación cristiana consiste en que Dios tiene la iniciativa y la primacía en la transformación interior de la persona y en su integración en la Iglesia, haciéndole partícipe de la muerte y resurrección de Cristo. Se utiliza el verbo “iniciar” pasiva. El sujeto activo del verbo iniciar es DIOS. Se es iniciado por Dios mismo, que nos hace compartir su vida. La pedagogía de la iniciación es un itinerario que trata de reunir las condiciones favorables para ayudar a las personas a dejarse iniciar por Dios, que se comunica a ellos. La pedagogía de la iniciación mira, por tanto, siempre a la persona con el deseo activo de hacer posible en ella una apertura espiritual. Su fruto es la realización en cada persona del acto mismo de Dios que atrae hacia sí (CEF, texto nacional para la orientación de la catequesis, 65).

El proceso de IC requiere de la libre decisión de la persona “La realidad misteriosa de la Iniciación cristiana, en la que el hombre, auxiliado por la gracia divina, responde libre y generosamente al don de Dios, recorriendo un camino de liberación del pecado y de crecimiento en la fe hasta sentarse a la mesa eucarística, se encuentra reflejada en la manifestación de Jesucristo Resucitado a los discípulos de Emaús. Las "palabras y los gestos" del Señor conducen a aquellos discípulos del desencanto a la confianza, de la confianza a la fe en las Escrituras, de la fe en las Escrituras al reconocimiento del Resucitado en la Fracción del Pan, y del reconocimiento a la misión” (CEE La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 9.

La iniciación expresa la GRATUIDAD de la fe. La pedagogía de la iniciación requiere y acompaña la respuesta libre del ser humano al don de Dios. El respeto a la libertad y a la conciencia. La conciencia tiene que ser despertada, valorada, respetada y educada. La iniciación expresa la GRATUIDAD de la fe. Afirmar que, para ser cristiana, la persona necesita ser iniciada, introducida en la fe, equivale a decir que la fe no pertenece a la naturaleza humana como exigencia: que no es un ámbito al que se acceda automáticamente por el hecho de nacer. Es resultado de una historia, de un encuentro. Cristiano no se nace, se hace. Esto quiere decir “que nadie es cristiano por nacimiento, que la condición de cristiano no puede ser fruto de la simple pertenencia a una nación, o a una familia, o a una tradición. El cristiano “se hace”, es decir, tiene que llegar a serlo, lo que supone todo un proceso personal y comunitario que une a la iniciativa de Dios que llama y ofrece con la apropiación del ser humano que acepta y se deja transformar”

La iniciación cristiana mediación de la Iglesia (función maternal). La inserción en el misterio de Cristo y en la Iglesia y la transformación radical de la persona humana se realiza mediante la Iglesia y en la Iglesia, es decir, se lleva a cabo al interior del ámbito de la comunidad de fe: en ella se es engendrado a la vida divina y en ella y desde ella debe darse la acogida y la respuesta libre al don de Dios. Hasta el punto que sólo en la Iglesia la persona puede captar el significado de la radicalidad de la existencia cristiana y en ella puede madurar y desarrollar su fe, de forma que de un modo maduro, la viva en el servicio a la persona y a la sociedad. La iniciación es un encuentro de la Iglesia con el iniciado y de éste con la Iglesia. La comunidad de fe ha de ser siempre el origen, el lugar y la meta de la iniciación cristiana.

La finalidad de todo el proceso de iniciación cristiana es la común profesión de fe de la Iglesia en el único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. "Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de confesar en Cristo Jesús Señor Nuestro", es la exclamación que se hace en la ceremonia del Bautismo hecha la profesión de fe. Ella expresa la unión que debe producirse entre el “si creo” de cada creyente y el “creemos” de toda la Iglesia. Expresa también que la catequesis que acompaña los procesos de iniciación tiene su origen en la confesión de fe y conduce a la confesión de fe, profesada, celebrada, anunciada y vivida por toda la Iglesia. Es en esta común profesión de fe donde el creyente y la comunidad encuentran su identidad. Es ella misma, conscientemente asumida, la que determina la presencia del cristiano y de la Iglesia en la sociedad como "sal de la tierra y luz del mundo".

La iniciación cristiana como proceso litúrgico- catequético-espiritual . «Iniciación de los catecúmenos se hará gradualmente a través de un itinerario litúrgico-catequético y espiritual, como un camino de conversión y crecimiento en la fe que se desarrolla en el seno de la comunidad cristiana, estableciendo etapas a través de las cuales se va avanzando en la fe» (CEE, orientaciones pastorales para el catecumenado, 88-89)

la iniciación cristiana es un proceso articulado por tres dimensiones: la dimensión catequética, litúrgica y espiritual. Estas dimensiones, aunque poseen unos dinamismos propios, lejos de yuxtaponerse, concurren para hacer posible el proceso unitario de la iniciación cristiana. Ninguna puede faltar y cada una de ellas se integra con las otras y hace su aportación particular para que los discípulos de Cristo se inicien en la fe y puedan participar de su relación filial con el Padre.

Es un hecho que la praxis iniciática —incluso la misma reflexión pastoral— no siempre ha prestado la suficiente consideración a esta triple dimensión. Según los tiempos y las circunstancias sociales, culturales y religiosas incluso se ha llegado a confundir el proceso iniciático con un itinerario formal configurado en torno a una de ellas.

En el contexto de cristiandad se llegó a acentuar hasta el extremo el itinerario sacramental. En este marco, la iniciación cristiana propiamente dicha se reducía a la mera recepción de los sacramentos, introducidos, en el mejor de los casos, por una breve catequesis doctrinal que venía a preparar de un modo inmediato su celebración. Itinerario sacramental Catequesis doctrinal

En el periodo posconciliar, todo fue basculando hacia el itinerario catequético. En este tiempo la catequesis se convirtió en el eje de la iniciación cristiana: todo era catequesis y la recepción de los sacramentos un apéndice que solo aportaba la celebración de lo que la habilidad pedagógica de la comunidad cristiana y el esfuerzo de los catequizandos ya habían alcanzado. Cuanto más se acentuaba el itinerario catequético, más se asemejaba al itinerario escolar y menos se consideraba el aporte original de las celebraciones litúrgicas. Itinerario catequético Recepción de los sacramentos

Con la revalorización del catecumenado bautismal y el progresivo descubrimiento del RICA, se ha ido avanzando en la articulación de las dimensiones catequéticas y litúrgicas. A penas se ha tenido en consideración la dimensión espiritual, parte esencial del mismo.

El itinerario espiritual, alma de la iniciación cristiana Ha llegado el tiempo de poner en el centro la dimensión espiritual de la iniciación cristiana, lo cual no supone ignorar ni la dimensión catequéticas ni la litúrgica. Se trata de que la catequesis y la liturgia, en cuanto acciones de la comunidad cristiana, se pongan al servicio del proceso espiritual de fe —acción de la gracia y respuesta libre del hombre—, por el que un creyente se va identificando con Cristo y va avanzando en su relación filial con Dios Itinerario litúrgico sacramental Itinerario espiritual Itinerario catequístico

«Así pues, en la iniciación catequesis, liturgia y experiencia cristiana caminan juntas hacia un mismo objetivo. Conviene cuidar las tres dimensiones correspondientes e íntimamente correlacionadas: dimensión catequética, dimensión sacramental y dimensión espiritual; más aún, y dadas las circunstancias actuales desde el punto de vista socio-cultural y religioso, podemos decir que las dos primeras, más allá de todo automatismo, están al servicio de la dimensión espiritual, donde se fundamenta el proceso de conversión, el encuentro y la adhesión a Jesucristo» (CEE, introducción a los catecismos 8)

La indicación tiene un fundamento teológico y eclesial La indicación tiene un fundamento teológico y eclesial. La Iglesia nunca va por delante de la acción misteriosa, pero real, del Espíritu que mueve la libertad del que se inicia para acoger en su vida el misterio de Cristo. Ella siempre secunda la acción del Maestro interior, para lo cual discierne el momento espiritual en el que se encuentra el discípulo de Jesús y le anuncia la palabra y le ofrece los ritos litúrgicos para que esa acción se haga eficaz y entregue lo que Dios quiere darle y el propio creyente anhela.

De una concepción voluntarista de la iniciación cristiana en cuyo centro está la acción de la Iglesia –cuando no la misma actividad de los que se inician–, a una concepción «graciosa» de la misma, donde el Espíritu, Maestro interior, sea reconocido como el agente principal. Desde esta perspectiva la comunidad cristiana debería considerar como centro de su actividad el discernimiento y servicio a la acción del Espíritu. Y para los que se inician el centro serían el reconocimiento y la acogida libre de la gracia de Dios que les injerta e identifica con Cristo. –

Iniciación a la vida cristiana Dimensiones de la fe Ministerios en la comunidad Iniciación La fe pide ser conocida Profética o de la Palabra Iniciación por, a la y en la Palabra La fe pide ser celebrada y hecha oración Litúrgica, sacramental y orante Iniciación por, a la y en la liturgia, los sacramentos, la oración y la celebración cristiana. La fe pide ser testimoniada, anunciada y vivida Caridad, testimonio y servicio Iniciación por, a la y en opción por el Reino, al testimonio y a la dimensión social del Evangelio y de la evangelización. La fe es eclesial y comunitaria Comunión y comunidad Iniciación por, a la y en la comunidad y a la plena integración e incorporación en ella. Iniciación vocacional