‘Coge el día, aprovecha el momento’

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Transcripción de la presentación:

‘Coge el día, aprovecha el momento’ Tópico del carpe diem ‘Coge el día, aprovecha el momento’

Garcilaso de la Vega En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena;    coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.   Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera, por no hacer mudanza en su costumbre.

Luis de Góngora Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido, el sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lirio bello; mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano, y mientras triunfa, con desdén lozano del luciente cristal, tu gentil cuello, goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lirio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata o viola troncada se vuelva, más tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Luis de Góngora Ilustre y hermosísima María, mientras se deja ver a cualquier hora en tus mejillas la rosada Aurora, Febo en tus ojos y en tu frente el día; y mientras con gentil descortesía mueve el viento la hebra voladora que la Arabia en sus venas atesora y el río Tajo en sus venas cría; antes que, de la edad Febo eclipsado y el claro día vuelto en noche oscura, huya la Aurora del mortal nublado; antes de lo que hoy es rubio tesoro venza a la blanca nieve su blancura: goza, goza el color, la luz y el oro.

Luis Alberto de Cuenca (1996) Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana. Córtalas a destajo, desaforadamente, sin pararte a pensar si son malas o buenas. Que no quede ni una. Púlele los rosales que encuentres a tu paso y deja las espinas para tus compañeras de colegio. Disfruta de la luz y del oro mientras puedas y rinde tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico que va por los jardines instilando veneno. Goza labios y lengua, machácate de gusto con quien se deje y no permitas que el otoño te pille con la piel reseca y sin un hombre (por lo menos) comiéndote las hechuras del alma. Y que la negra muerte te quite lo bailado.

Ernesto Cardenal Recuerda tantas muchachas bellas que han existido: todas las bellezas de Troya y las de Acaya, y las de Tebas y de la Roma de Propercio. Y muchas de ellas dejaron pasar el amor, y murieron, y hace siglos que no existen. Tú que eres bella ahora en las calles de Managua, un día serás como ellas de un tiempo lejano, cuando las gasolineras sean ruinas románticas. ¡Acuérdate de las bellezas de las calles de Troya!

Horacio ODAS I, 11 (Versión de Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar) No pretendas saber, pues no está permitido, el fin que a ti y a mi, Leucónoe, nos tienen asignados los dioses, ni consultes los números babilónicos. Mejor será aceptar lo que venga, ya sean muchos los inviernos que Júpiter te conceda, o sea éste el último, el que ahora hace que el mar Tirreno rompa contra los opuestos escollos. Sé prudente, filtra el vino y adapta al breve espacio de tu vida una esperanza larga. Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso. Vive el día de hoy. Captúralo. No te fíes del incierto mañana. CARMINA I, XI Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios temptaris numeros. Ut melius, quidquid erit, pati! seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam, quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare Tyrrhenum: sapias, uina liques et spatio breui spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero. ODAS, I, 11 Versión de Manuel Fernández-Galiano No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fin que ni a mí ni a ti los dioses destinen; a cálculos babilónicos no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser! Te otorgue Júpiter varios inviernos o sólo el de hoy, que destroza al mar Tirreno contra las rocas, prudente sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza contén. Mientras hablo, el tiempo celoso habrá ya escapado: goza del día y no jures que otro igual vendrá después. Esta es la oda que contiene la famosísima fórmula del carpe diem, que da nombre al tópico correspondiente. Dirigida a una tal Leucónoe (algo así como'mente ingenua') a la que se exhorta a no tener en cuenta la ciencia astrológica de los babilonios, a despreocuparse del mañana y a cosechar (carpere) el día presente... VICENTE CRISTÓBAL LÓPEZ

Víctor Botas Horacio I, XI (Glosa) No es solución, amigo Horacio, eso (tan sobadito ya) del carpe diem, y después que te quiten lo bailao. Créeme, no es una solución. A no ser, por supuesto, que se trate tan sólo de olvidarse de ese ciego futuro que ahí está, esperando a la vuelta de la esquina.

Juana de Ibarburu LA HORA Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora, que tengo la carne olorosa, y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida a prisa. Después...¡oh, yo sé que nada de eso más tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés?

Poema de Gilgamesh Y le dijo Siduri al príncipe: "Gilgamesh, ¿por qué vagas de un lado a otro? No alcanzarás la Vida que persigues. Cuando los dioses crearon la humanidad, decidieron que su destino fuese morir y reservaron la Vida para sí mismos. En cuanto a tí, Gilgamesh, llena tu vientre, diviértete día y noche, cada día y cada noche sean de fiesta, el día y la noche gózalos. Ponte vestidos bordados, lava tu cabeza y báñate. Cuando el niño te tome de la mano, atiéndelo y regocíjate y deléitate cuando tu mujer te abrace, porque también eso es destino de la humanidad".