III) LAS OBRAS DE MISERICORDIA EN NUESTRO MUNDO
El Espíritu, a lo largo de la historia, no cesó de suscitar carismas, para que la Iglesia pudiera cumplir su misión de reconciliación y evangelización de los pobres en cada momento histórico.
Por ello necesitamos hoy, como ayer, discernir cómo estamos llamados a realizar tanto las obras de misericordia corporales, como las espirituales, en un mundo globalizado, secular y plural.
Para que los cristianos, como personas y como comunidad, podamos desplegar de forma significativa la misericordia de nuestro Dios, lo primero de todo es salir al encuentro de las «periferias existenciales».
No esperemos que vengan a buscarnos Tomemos la iniciativa, y vayamos a su encuentro, para contemplar el rostro de Cristo en el rostro de los afligidos y dolientes, para escuchar la voz del Señor en las antiguas y nuevas pobrezas.
Conviene distinguir entre las situaciones de pobreza y los pobres Pues estos son rostros y no meras cifras, como parecen serlo para ciertos analistas.
Es evidente que estamos llamados en este momento a «globalizar la solidaridad» Si se quiere hacer frente a las situaciones de hambre e indigencia que golpean a tantos países y grupos humanos.
Esto supone acoger y escuchar a las personas con amor
Pero también, a luchar con entereza y firmeza, para que la situación de nuestro mundo sea cada vez más justa. Para que las personas y pueblos tengan lo necesario, a fin de desarrollar sus dones, su vocación en la historia.
y dignidad, de sentido y de Dios. Se trata de servir al hombre en su totalidad, pues las personas tienen hambre de pan y dignidad, de sentido y de Dios.
Si queremos que el servicio de la Iglesia a nuestro mundo sea fecundo y evangélico...
Si queremos que el servicio de la Iglesia a nuestro mundo sea fecundo y evangélico... Todos, ricos y pobres, necesitamos despojarnos del corazón de piedra, esto es, de la indiferencia y de un cierto cinismo, para vivir de acuerdo con un corazón y espíritu nuevos, para cultivar y desarrollar las entrañas de misericordia de nuestro Señor.
Texto: Antonio Bravo Tisner Música: Leyendas de pasión http://www.granosdemaiz.com