entra en el gozo de tu Señor

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Transcripción de la presentación:

entra en el gozo de tu Señor Siervo bueno y fiel... entra en el gozo de tu Señor Lectio divina Domingo XXXIII T. O Ciclo A. 19 Noviembre 2017 Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Days of Innocense Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual

ORACIÓN INICIAL Señor, hazme consciente de los dones que recibo cada día. Que sepa agradecértelos y ponerlos al servicio de los demás. Dame, Señor, un corazón sensible a tus manifestaciones y haz que viva en actitud de servicio y entrega hacia los demás.

TEXTO BÍBLICO Mt. 25. 14-30 «Es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.

Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

LECTURA ¿Qué dice el Texto?

La parábola es un toque de atención sobre los talentos que cada uno hemos recibido. Y en nuestra vida, al igual que en la parábola, esos dones son la misma herencia de Dios, son sobre todo la Persona y la Palabra de su Hijo que Él nos ha querido entregar como el gran talento, el gran regalo a la humanidad. Dios nos ha dado toda su vida que éramos capaces de acoger.

Habitamos un mundo bastante infeliz, a pesar de las muchas cosas bellas que hay en la tierra y en los hombres. Y sin embargo fuimos creados para la dicha inmensa, para ese banquete del Señor del que habla la parábola.

Hemos de hacer nuestro el proyecto de Dios y “negociar” con los talentos recibidos: la vida, la inteligencia, el afecto..., las personas que nos han sido dadas, para generar los frutos esperados por Dios y por nuestro corazón: la paz, la justicia, el perdón, la misericordia, la bondad, la comprensión, la creatividad, el amor.

Hay otros que, con los mismos talentos recibidos de Dios, se empeñan en generar frutos de muerte, malaventuranza y fatalismo.

La aventura de la felicidad a la que Dios nos llama, necesita de trabajadores que pongan en juego, con fidelidad e inteligencia, los dones y talentos, las aptitudes y herramientas que han recibido.

el Reino, con el que no se persigue otra ganancia que la felicidad, la dicha bienaventurada, la gloria a Dios y la paz a los hombres. Somos hijos de Dios y trabajamos en esta gran empresa familiar en la que Él ha querido hacernos partícipes:

¿Qué me dice el Señor en el Texto? Meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?

El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celestial, su perdón... en definitiva, muchas cosas, sus bienes más preciosos. Este es el patrimonio que Él nos confía. No sólo para custodiar, sino para fructificar.

En la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos fructificar. El hoyo cavado en la tierra por el «siervo negligente y holgazán» indica el miedo a arriesgar que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Porque el miedo a los riesgos del amor nos bloquea. Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte.

Cualquier ambiente, incluso el más lejano e inaccesible, puede convertirse en lugar donde fructifiquen los talentos. No existen situaciones o sitios que sean obstáculo para la presencia y el testimonio cristiano. El testimonio que Jesús nos pide no es cerrado, es abierto, depende de nosotros.

Esta parábola nos alienta a no esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida, en las relaciones, en las situaciones concretas, como fuerza que pone en crisis, que purifica y renueva.

Así también el perdón que el Señor nos da especialmente en el sacramento de la Reconciliación: no lo tengamos cerrado en nosotros mismos, sino dejemos que irradie su fuerza, que haga caer los muros que levantó nuestro egoísmo, que nos haga dar el primer paso en las relaciones bloqueadas, retomar el diálogo donde ya no hay comunicación... Y así sucesivamente. Hacer que estos talentos, estos regalos, estos dones que el Señor nos dio, sean para los demás, crezcan, produzcan fruto, con nuestro testimonio.

El Señor no da a todos las mismas cosas y de la misma forma: nos conoce personalmente y nos confía lo que es justo para nosotros; pero en todos, en todos hay algo igual: la misma e inmensa confianza. Dios se fía de nosotros, Dios tiene esperanza en nosotros. Y esto es lo mismo para todos. No lo decepcionemos. No nos dejemos engañar por el miedo, sino devolvamos confianza con confianza.

¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto? oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?

perdón por todas las veces Señor Jesús, perdón por todas las veces que oculté mi talento, que enterré mi virtud, que escondí mi capacidad, que me acomodé y no quise ayudar.

Perdón, por haber enterrado mi vida y solo haber pensado en mí sin importarme al que tenía a mi lado.

Perdón, por solo mirarme a mí mismo y lamentarme de lo mucho que tenía siendo incapaz de condolerme con el que tenía junto a mí.

Perdóname, pero dame la gracia de producir los frutos que esperas de mí, ayúdame a tener la gratuidad de amar desinteresadamente, dándome por completo como lo hiciste Tú.

¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto? Contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?

¿Cómo estamos respondiendo hoy los seguidores de Jesús? Jesús ha dejado en nuestras manos el Proyecto del Padre de hacer un mundo más justo y humano. Nos ha dejado en herencia el mandato del amor. Nos ha confiado la gran Noticia de un Dios amigo del ser humano. ¿Cómo estamos respondiendo hoy los seguidores de Jesús?

Cuando no se vive la fe cristiana desde la confianza, sino desde el miedo, todo se desvirtúa. La fe se conserva pero no se contagia. La religión se convierte en deber. El evangelio es sustituido por la observancia. La celebración queda dominada por la preocupación ritual.

Sería un error presentarnos un día ante el Señor con la actitud del tercer empleado: "Aquí tienes lo tuyo. Aquí está tu Evangelio, aquí está el proyecto de tu reino y tu mensaje de amor a los que sufren. Lo hemos conservado fielmente. Lo hemos predicado correctamente. No ha servido mucho para transformar nuestra vida. Tampoco para abrir caminos de justicia a tu reino. Pero aquí lo tienes intacto".

Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así crecen. Es como si nos dijera: «Aquí tienes mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y haz amplio uso de ello».

Son preguntas que nos hará bien plantearnos. Y nosotros, ¿qué hemos hecho con ello? ¿A quién hemos «contagiado» con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos alentado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Son preguntas que nos hará bien plantearnos.

Ante las necesidades del prójimo, estamos llamados a privarnos de algo indispensable, no sólo de lo superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida sin reservas algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo.

Sería un hermoso gesto que cada uno de vosotros tomara el Evangelio en casa, el Evangelio de san Mateo, capítulo 25, versículos del 14 al 30, y leyera esto, y meditara un poco: «Los talentos, las riquezas, todo lo que Dios me ha dado de espiritual, de bondad, la Palabra de Dios, ¿cómo hago para que crezcan en los demás? ¿O sólo los cuido en la caja fuerte?».

acción ¿A qué me comprometo?

Agradece los dones que recibes diariamente de Dios y de las personas que se relacionan contigo.

Los dones recibidos, no son para guardarlos Los dones recibidos, no son para guardarlos. Pon tus dones, talentos, virtudes… al servicio de los demás.

Cultiva tus dones, virtudes, cualidades…, para trasparentar la grandeza de Dios en ti y en los demás, sin esperar recompensa.

En tu grupo, en tu comunidad o familia ayuda a reconocer con sencillez los dones, virtudes, cualidades, talentos… que los demás poseen.

Pide perdón a Dios por la veces que no has cultivado los talentos que Él te has dado o no los has puesto al servicio de los demás. FIN