Archivo y borrador
Problema del contexto El paso de un borrador a otro, ¿no supone un olvido del querer decir original? Memoria del contexto en el borrador Memoria de la historia del archivo El pre-texto como el otro del texto Hay que recontextualizar al máximo, no solamente en el contexto sociopolítico, sino también en el contexto biográfico: fechar, identificar.
Borrador, pre-texto, archivo Dimensión técnica y jurídica del borrador. Modos de inscripción, derecho de posesión, derecho de mirada, legitimación. Constitución del pre-texto como actividad crítica. El archivo requiere una inscripción en una exterioridad, una cierta topología (diferencia con memoria). Relación con el dossier
Condiciones de posibilidad – estados de archivación El llamado dossier sería el que contiene un estado de archivación inicial. El archivo más convencional correspondería a los pre-textos establecidos. Problema de la institución. Condiciones de posibilidad estratificadas: depósito en una exterioridad, poder de selección. Es necesario guardar la continuidad de la secuencia sin renunciar a la distinción entre estas etapas heterogéneas.
Estructura del archivo (p. 212) Hay allí un archivo. Hay ahí diferentes “momentos”, sucesivos o simultáneos, pero heterogéneos, de un proceso de archivos. No hay un archivo, hay un proceso de archivación con etapas diferentes, pero nunca un archivo constituido. Hay etapas escandidas y articuladas de un proceso de archivación que no tiene un verdadero origen, un origen simple, en todo caso.
Problema del destinatario Siempre hay destinatario, alguien para quien hablamos, una destinación. La inscripción contiene la posibilidad de liberarse de cualquier destinatario. Hay que tener en cuenta el poder de descontextualización y, por lo tanto, de la indeterminación del origen y la destinación, y, al mimo tiempo, aferrarse lo más cerca posible al origen singular.
Acontecimientos de la lengua Ahí donde el archivo se vuelve irreductible, indispensable, es cuando la verdad, el sentido, se tornan inseparables de acontecimientos de la lengua. Voy a escribir sabiendo que no voy a ser leído más que por 15 personas (...). Mientras si escribo otro texto hay enseguida 100.000 lectores (...). Es una motivación muy difícil de poner en cálculo porque los 15 lectores en cuestión pueden ser para mañana, programas mucho más potentes que los de los 100.000 lectores: potentes en tanto capacidad de poner en tradición.
Condiciones del archivo La iterabilidad que supone un grado de objetividad. Habrán terminado su trabajo cuando el archivo no tenga más necesidad de ustedes. No ha podido inscribirse más que sacrificando, excluyendo, reprimiendo tantas cosas que siguen habitándolo.
Firma En una enunciación oral, el autor es quien enuncia, es la fuente. En una inscripción es quien firma: la firma es la inscripción que garantiza la relación con la fuente, indica a la vez presencia y ausencia. En las operaciones de crítica genética hay un movimiento de contra-firma, al sobreimprimir la propia firma a la del autor. Un escritor que escribe hoy en la computadora o que recibe su correspondencia por correo electrónico no firma más como antes. (...) El proyecto mismo de la firma, ese deseo de dejar una huella, ese primer gesto es afectado por la tecnología. El autor, el que firma, es un censor. El archivista es siempre un censor. Es alguien que habilita, excluye, autoriza. Ese acto hace del censor un autor.
Aparato social de archivación Un escritor es sobre todo alguien que escribe un testamento: lo que sea que escriba es, como cosa pública y sobreviviente, de orden testamentario. La estructura del aparato social de la archivación no viene después, para recoger el testamento, marca desde el principio y del interior la naturaleza, la forma y el contenido del testamento. No escribimos el mismo testamento en condiciones de archivo diferentes.
Estructura del archivo (p. 212) Hay allí un archivo. Hay ahí diferentes “momentos”, sucesivos o simultáneos, pero heterogéneos, de un proceso de archivos. No hay un archivo, hay un proceso de archivación con etapas diferentes, pero nunca un archivo constituido. Hay etapas escandidas y articuladas de un proceso de archivación que no tiene un verdadero origen, un origen simple, en todo caso.
Mal de archivo (se ruega insertar) ¿No es preciso comenzar por distinguir el archivo de aquello a lo que se lo ha reducido con demasiada frecuencia, en especial la experiencia de la memoria y el retorno al origen, mas también lo arcaico y lo arqueológico, el recuerdo o la excavación, en resumidas cuentas la búsqueda del tiempo perdido?
Condición del archivo Exterioridad de un lugar, Puesta en obra topográfica de una técnica de consignación, Constitución de una instancia y de un lugar de autoridad (el arconte, el arkhefon, es decir, frecuentemente el Estado, e incluso un Estado patriárquico o fratriárquico). El archivo no se entrega nunca en el transcurso de un acto de anámnesis intuitiva que resucitaría, viva, inocente o neutra, la originariedad de un acontecimiento.
Exhumar y recordar (W. Benjamin) Quien procure aproximarse al propio pasado sepultado, debe comportarse como un hombre que excava. Sobre todo, le está vedado intimidarse ante el retorno, una y otra vez, sobre una y la misma circunstancia – debe esparcirla como se hace con la tierra, removerla como se remueve la tierra. Puesto que las “circunstancias” no son más que estratos, que sólo tras la más cuidadosa indagación arrojan aquello que hace que la excavación valga la pena. Y eso son las imágenes que, arrancadas de todos sus contextos previos, se yerguen en los sobrios gabinetes de nuestro entendimiento postrero – como torsi en la galería del coleccionista.
El archivo como lugar En principio comienzo y mandato Allí donde las cosas comienzan: principio físico Allí donde es dado el orden: principio nomológico En la asignación de una residencia permanente (domiciliación), reside el paso institucional de lo privado a lo público. El domicilio implica una topo-nomología Definiciones de Archivo, Mónica Pené: pp. 16-17
Ese derecho establece o supone un haz de límites que tienen una historia, una historia deconstruible y a cuya deconstrucción no habrá sido extraño el psicoanálisis; es lo menos que se puede decir. Esa deconstrucción en curso concierne, como siempre, a la institución de límites declarados infranqueables (1) Por supuesto, la cuestión de una política del archivo nos orienta aquí permanentemente, incluso si el tiempo de una conferencia no nos permite tratar de ello directamente y con ejemplos. Jamás se determinará esta cuestión como una cuestión política más entre otras. Ella atraviesa la totalidad del campo y en verdad determina de parte a parte lo político como res publica. Ningún poder político sin control del archivo, cuando no de la memoria. La democratización efectiva se mide siempre por este criterio esencial: la participación y el acceso al archivo, a su constitución y a su interpretación. A contrario, las infracciones de la democracia se miden por lo que una obra reciente y notable por tantos motivos llama Archivos prohibidos (Les peurs francaises face à l’histoire contemporaine, Albin Michel, Paris, 1994). Bajo este título, que citamos como la metonimia de todo cuanto nos importa aquí, Sonia Combe no reúne solamente, para aclararlo e interpretarlo, un material considerable; plantea asimismo numerosas preguntas esenciales sobre la escritura de la historia, sobre la «represión» del archivo (p. 318), sobre el «archivo “reprimido”» como «poder... del Estado sobre el historiador» (p. 321).