********************** Enséñame, Señor, a amar como tú amas, con todo el corazón, con todas mis entrañas, poniendo el centro de atención en la personas amada, buscando su bien y que sea valorada. a vivir un amor que se contagia, que sale desde dentro de forma espontánea, y que se entrega de manera desinteresada. a amar acortando distancias, creando lazos, cultivando relaciones cercanas, dando respuestas concretas a las personas necesitadas, superando fronteras, generando confianza, ofreciendo alternativas a quien ya no espera nada. a amarte a ti en todos los que me acompañan, y a amar a todos amándote a ti con toda mi alma. Perdón, Señor… por separar el amor a ti de la preocupación por los demás. por mi débil testimonio y mi falta de profundidad. porque me cuesta acoger tu palabra y no la consigo encarnar. por los ídolos a quienes no dejo de adorar y que me apartan de lo esencial. ********************** Haznos vivir, Señor, un amor… unificado, donde tú seas el eje y motor de nuestros pasos. generoso, que no teme entregarse de un modo desinteresado. fiel, que permanece en los momentos bueno y malos. compasivo, que acoge, perdona y se hace cercano. solidario, que busca comprometerse en la construcción de un mundo más humano. servicial, que siempre ayuda y echa una mano. sencillo, que se expresa en gestos y en detalles cotidianos. comprometido con las personas y colectivos más necesitados. Señor y Padre nuestro, danos un corazón grande, capaz de reconocer en nosotros, todos y cada uno de tus dones. Líbranos de la falsa humildad, que nos impide descubrir en nuestra vida la maravilla de tu acción misericordiosa. Enséñanos a sabernos pequeños pero no despreciables, siervos pero no esclavos, pobres pero verdaderos hijos tuyos, y a cantar con alegría y darte gracias porque has hecho obras grandes en nosotros. Ayúdanos a cultivar con esmero todas las semillas que tu amor fecundo va sembrando en el campo de nuestra vida, para que, gracias a la acción de tu Espíritu, crezcan y fructifiquen para alabanza de tu gloria. [J.J.] 30º Dom. T. O. Ciclo A Amar a Dios en todos El mandamiento principal. Salomé Arricibita https://youtu.be/sI6XBvdclng AMOR EXPANSIVO. Así lo recuerda la primera lectura. Un amor que está atento a unas relaciones interhumanas y llega a comprometerse en la ayuda a las personas más necesitadas (representadas en los colectivos más vulnerables de la época: forasteros, huérfanos y viudas). Se señalan tres prácticas incompatibles con una auténtica relación con Dios: opresión-vejación, explotación y usura. Y se dan tres motivaciones para ello: Dios es protector de los más débiles, hacer memoria de lo que el pueblo ha sufrido y la manera de ser de Dios (“es compasivo”). Un amor auténtico es el que se hace visible en unas relaciones humanas donde se ayuda a las personas más necesitadas. ¿Qué prácticas injustas descubro en nuestro mundo y que son incompatibles con un amor auténtico? ¿Qué personas y colectivos están necesitando una mayor ayuda y atención? AMOR PRINCIPAL. La mayor alabanza que hace san Pablo a la comunidad de Tesalónica es que acoge a Dios y su Palabra como eje central de su vida y abandona todo tipo de ídolos, para vivir una vida según el evangelio que se convierte en el mejor testimonio. Contar la propia experiencia a los demás de cómo Dios es lo principal en mi vida, es la manera más eficaz de ser misionero. ¿Qué “ídolos” están presentes en mi vida, a los que dedico tiempo, esfuerzo, atención, “sacrificios”… y que ocupan el puesto de Dios? ¿Es Dios mi amor principal, quien está en “primer puesto” en mis preocupaciones? AMOR INCLUSIVO. Jesús me habla de la norma fundamental que da sentido a todo: un amor en grado de máxima intensidad que implica a toda la persona. No se trata de un amor platónico o romántico, sino de un estado de vida, una orientación global de la existencia, en la que Dios ocupa el centro y desde el que se viven todas las demás relaciones. Un amor que no excluye a nada ni a nadie y en el que entra de manera indisoluble mi comportamiento con los demás. El amor a Dios y al prójimo no sólo se complementan, sino que se identifican. No se pueden disociar. La clave es unir y no separar. Este es el reto y la exigencia que nos hace Jesús: amar a Dios sobre todas las cosas, amando al prójimo débil, pequeño, necesitado… y amar EN cada persona a Dios. El amor a Dios, cuando es auténtico y se vive en profundidad, necesita desbordarse en el amor al prójimo. La orientación de la vida desde Dios se plasma en una existencia entregada a los demás. Así vivió Jesús: desde Dios y para los demás. Amar a Dios significa aceptar su voluntad como norma de vida. Y su voluntad es dar la propia vida por los demás. Sólo se ama a Dios amándole en el prójimo que necesita ser amado. Si el amor es sólo algo autorreferencial (es decir, que busca la propia satisfacción personal) y no se plasma en un compromiso efectivo y concreto con los demás se queda en un amor sin trascendencia, un amor “intrascendente” ¿Cómo van unidos en mí, amor a Dios y amor al prójimo? «Ama y haz lo que quieras... ». ¡Qué evidencia suma san Agustín al Mandamiento! Porque el amor es más que sentimiento..., es fuego que transforma la querencia. Amar es eficacia, no apariencia o ensoñación sin quicio ni cimiento..., es obrar con sentido y argumento a la luz cenital de la conciencia. Amar es convivir sin hacer daño, dialogar sin trastienda y sin engaño, rendir con humildad las sinrazones..., compartir la escasez o la abundancia y dejar a tu paso la fragancia de la Ley, encarnada en tus acciones. [J.F.M.]
Lectura del libro del Éxodo (22,20-26): Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.» Salmo 17,2-3a.3bc-4.47.51ab R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R/. Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
Lectura del santo evangelio Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,5c-10): Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro. Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40): En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»