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¡Señor, hágase Tu voluntad

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Presentación del tema: "¡Señor, hágase Tu voluntad"— Transcripción de la presentación:

1 ¡Señor, hágase Tu voluntad
en la tierra como en el cielo!!!

2 Oración a María Santísima por la salud de los enfermos.
Oración a María Santísima por la salud de los enfermos. Autor: Su santidad Juan Pablo II Oh Virgen María, Salud de los enfermos, que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo, participando íntimamente de sus dolores, acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él, para que las semillas esparcidas durante el Jubileo sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros. Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti. Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto, plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones, para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo. Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí", seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien más grande. Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar sean para nosotros y para nuestros seres queridos, prenda de un renovado empuje en la vida cristiana, para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado encontremos la abundancia de la misericordia de Dios y la alegría sin fin del Cielo. Amén!

3 Credo del dolor. A las almas adoloridas, que cargan pesos insufribles, a quienes sus cruces pareciera aplastar sin remedio, el recuerdo del valor pleno de sentido del dolor otorga al sufrimiento una trascendencia del que están privados los paganos. Recomendamos vivamente su lectura y hacer de su difusión un apostolado CREO que otorgó Dios el dolor al hombre con designios de amor y de misericordia. CREO que Cristo Nuestro Señor ha transformado, santificado y casi divinizado el dolor. CREO que el dolor es para el alma el gran cooperador de la redención y la santificación. CREO que el dolor es fecundo tanto, y aún más, a veces, que nuestras palabras y obras; y más poderosas han sido para nosotros y más eficaces a los ojos de su Padre, las horas de la Pasión de Cristo que los años de su predicación y de su apostolado en la tierra. CREO que entre las almas, las de este mundo, las que expían (en el purgatorio) y las que ya han alcanzado la verdadera vida, circula inmensa y no interrumpida corriente, hecha de sufrimientos, de los merecimientos del amor de esas almas; creo que nuestros más íntimos dolores, nuestros más fáciles esfuerzos pueden, por la intervención divina, alcanzar hasta las almas más queridas, próximas o lejanas e influir en ellas llevándoles luz, paz y santidad. CREO que en la eternidad hallaremos a aquellos que han soportado y abrazado la Cruz y que sus sufrimientos y los nuestros irán a perderse en el infinito amor divino y en las alegrías de la definitiva reunión. CREO que Dios es amor y que, en sus manos, el dolor no es más que un medio de que se vale su amor para transformarnos y salvarnos. CREO en la comunión de los Santos, la resurrección de la carne y la vida perdurable Amén.


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