Domingo 3º de Pascua– Ciclo A Dos discípulos de Jesús iban andando el primer día de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén.
capaces de reconocerlo. Mientras conversaban y discutían, Jesús se acercó y caminaba con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. (Lc 24, 13-17)
Ya había sido descubierto el sepulcro vacío. Ya las mujeres habían inquietado a la comunidad, al anunciar que no se encontraba el cuerpo de Jesús. Pero ellos habían tomado ya su decisión de alejarse de Jerusalén.
Están desalentados y no buscan más razones Hoy muchos se parecen a Cleofás y al otro discípulo. Parecen haber perdido la fe. Están desalentados y no buscan más razones ni más pruebas. Simplemente se alejan…
… Pero los dos son alcanzados por otro caminante. Un forastero que parece ignorar todo lo que ha ocurrido en Jerusalén.
la capacidad para escuchar y aceptar una corrección. El camino de Emaús es la confesión de una fe demasiado terrena … Pero los discípulos conservan la capacidad para escuchar y aceptar una corrección.
«Lo reconocieron al partir el pan» Entre sus manos, el pan adquiere el significado de la vida que Él nos ha dado con su palabra y que esperamos compartir con él para siempre.
del encuentro con el Señor. En el camino de Emaús nos encontramos cuando huimos de la comunidad de los creyentes, y también cuando regresamos a ella con la experiencia del encuentro con el Señor.
En el camino de Emaús compartimos nuestra desilusión, pero también recobramos la luz de la fe y la grandeza de la esperanza.
“No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo; no es lo mismo caminar con él que caminar a tientas; no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra; no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en él que no poder hacerlo. No es lo mismo construir el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón”. Papa Francisco – “La Alegría del Evangelio” (n. 266)
y presente entre nosotros y envíanos a anunciar Señor Jesús, gracias a ti nuestra fe y nuestra esperanza están puestas en Dios. Ayúdanos a reconocerte vivo y presente entre nosotros y envíanos a anunciar tu resurrección a todos nuestros hermanos. Amén.
José Román Flecha Andrés Texto: EL CÁNTARO, Ciclo A –Editorial Monte Carmelo 2016 Presentación: Antonia Castro Panero