Unción de enfermos 3 Sacramentos 83 Efectos o qué produce.

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Transcripción de la presentación:

Unción de enfermos 3 Sacramentos 83 Efectos o qué produce

Lo 1º, como todo sacramento, busca la Gloria de Dios Lo 1º, como todo sacramento, busca la Gloria de Dios. Pero esa gloria de Dios se manifiesta especialmente en el enfermo, en cuanto que participa de la muerte de Cristo.

Por la gracia de este sacramento el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la pasión de Cristo, en cierto modo consagrado con la pasión redentora del Salvador.

En la Unción de los enfermos, el sacramento produce la gracia, además de la presencia de Jesús, por la fe de la Iglesia en general. Pero el efecto será muy diferente, según la fe que el enfermo tenga en ese momento.

El sufrimiento, que es como un resto del pecado original, recibe un sentido nuevo y viene a ser participación con la obra salvífica de Cristo. Es un fortalecimiento de la vida divina, porque es una mayor asimilación de la vida con Cristo. Es una mayor comunicación con el Dios trinitario, aumento de la gracia santificante y perdón de los pecados con sus consecuencias.

Una importante gracia de este sacramento es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave y de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del demonio sobre el desaliento y angustia ante la muerte.

El fortalecimiento de la vida divina ocurre en los enfermos que reciben este sacramento por la situación especial que tienen por la enfermedad. Por lo tanto necesitan más ayudas de Dios para dominar su situación de enfermos.

Gracias a esta ayuda de Dios, el hombre se fortalece contra los ataques de desesperación o impaciencia por los dolores y contra los ataques del demonio. Dios mismo despierta la confianza en su misericordia y en su resistencia victoriosa frente a las amenazas del cuerpo y del alma.

La debilidad de la enfermedad hace realizar que el espíritu se sienta como influido por el recuerdo de los errores y faltas anteriores y las obligaciones no cumplidas. Y esto puede deprimirle, desanimarle, asustarle. Todo eso incrementa-do por las asechanzas del demonio en esos momentos.

Y por las situaciones que determinaron la vida pasada y quizá no consideradas como objeto de contrición, necesita el enfermo una fortaleza grande del Señor para no desanimarse, para ver lo positivo, que es unión con Cristo, realizado en todos los sacramentos; pero que aquí tiene un sentido de unión con Cristo en su muerte, como preparación para la muerte, aunque no sea ahora.

En el sacramento de la Unción de enfermos se manifiesta la fortaleza, que está en el Señor y el enfermo más que nunca necesita esa fortaleza. Con ella el enfermo hasta puede dar gracias a Dios, porque ha sentido que el Señor es su fuerza, su roca y salvación.

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación. Automático

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación.

Tú me guías por sendas de justicia, me enseñas la verdad.

Tú me das el valor para la lucha, sin miedo avanzaré.

Iluminas las sombras de mi vida, al mundo das la luz.

Aunque pase por valles de tiniebla, yo nunca temeré.

Yo confío el destino de mi vida al Dios de mi salud.

A los pobres enseñas el camino, su escudo eres Tú.

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación.

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación. Hacer CLICK

Así que recibe una fortaleza que va unida a todo el pueblo de Dios. Esto es algo que decía el apóstol Santiago: Que la Iglesia, en comunión con los santos, intercede por el bien del enfermo. Pero a la vez, como gracia de este sacramento, el enfermo contribuye a la santificación de la Iglesia y al bien de todos.

Decía el papa Francisco: “Qué alegría da saber que en los momentos de dolor no estamos solos: el sacerdote y la comunidad cristiana, reunida junto al que sufre y su familia, alimentan su fe y su esperanza y lo sostienen con la plegaria y el afecto fraterno”. 

Uno de los efectos principales de este sacramento es que borra los pecados. Si aumenta la unión con Cristo, con el Dios trinitario, es natural que la unión supere las dificultades e impedimentos hacia la unión con Cristo, que son los pecados y las penas de los pecados.

Claro que si tiene pecados graves y el enfermo puede, debe quitarlos con el sacramento de la Penitencia. Pero también la Unción de enfermos puede quitarlos, si el enfermo no puede confesarse. Si después sana y sabe o le han dicho que ha recibido la Unción de enfermos, debe realizar el sacramento de la Penitencia, pues tiene obligación de confesar los pecados graves para que se le perdonen.

Es decir, en la Unción se le han perdonado los pecados graves, pero el perdón queda como retrasado. Si viene la muerte, está perdonado a poquito que tenga de buena voluntad. Se entiende que algún arrepentimiento ha tenido. Pero si sana después, debe recibir el sacramento de la Penitencia.

Esto quiere decir que la Unción de enfermos debe recibirse en gracia de Dios. Por lo tanto, si el enfermo está consciente, aunque no pueda confesarse, debe hacer un acto de perdón de los pecados. Entonces sí que puede decirle a Dios:

Querido Padre, cansado vuelvo a Ti. Automático

haz que conozca el don de tu amistad,

vivir por siempre el gozo del perdón

y en tu presencia la fiesta celebrar.

Pongo en tus manos mis culpas, oh Señor,

estoy seguro de que eres siempre fiel,

dame la fuerza para poder andar

buscando en todo hacer tu voluntad.

Padre, yo busco tu amor, 

Padre, vuelvo a ti,

mira que tu hijo soy,

Padre, vuelvo a ti. 

Padre, yo busco tu amor, 

Padre, vuelvo a ti,

mira que tu hijo soy,

Padre, vuelvo a ti.  Hacer CLICK

Otro efecto, del que habla el apóstol Santiago, y a veces se experimenta, es la salud del cuerpo, total o en parte. No es que sean precisamente milagros, aunque los puede haber; pero yo he experimentado o visto sanaciones rápidas y reales. También sabemos que esta vida es limitada y transitoria: Estamos hechos para ir al Señor. Por eso no siempre puede haber sanación corporal.

En realidad sabemos que esta vida es de paso En realidad sabemos que esta vida es de paso. Y por lo tanto no sabemos si nos conviene seguir en esta vida a toda costa. Pero sabemos que en la Unción de enfermos muchas veces se experimenta la salud del cuerpo por la unión que tiene con la salud del alma.

La gloria de Dios, que se busca, como en todos los sacramentos, muchas veces se ve en la curación del cuerpo. Así se ha visto en muchas ocasiones a través de la historia de la Iglesia y quizá en nuestra propia experiencia.

La Unción de enfermos se estableció para dar fortaleza al hombre en esas circunstancias. Esa fortaleza es principalmente para el alma, pero redunda también en el cuerpo.

Tenemos muchos casos de curación, porque la fortaleza está en el Señor y el enfermo más que nunca necesita esa fortaleza, de modo que el enfermo se sienta con ganas de dar gracias a Dios, porque ha sentido en su alma y cuerpo la fortaleza del Señor.

Si no hay una sanación como para salir del todo de la enfermedad, como participación de la salud del alma, suele sentirse una paz apta para prepararse mejor al paso de esta vida a la eterna.

Los que visitan al enfermo deben ayudar a que reciba mejor este sacramento. En primer lugar a que lo reciba. Porque hay familiares de enfermos que se preocupan mucho de todos los detalles del entierro, cuando ha muerto; pero no se han preocupado de alguna preparación para el paso a la eternidad, sobre todo con la ayuda del sacramento de la Unción que sirve también para la sanación del cuerpo.

Para ello debemos acercarnos al enfermo con sinceridad, procurando sintonizar con su mundo y sus necesidades. Más bien en plan de escuchar que de enseñar. También de rezar, si así lo desea. Pero también con el sacramen-to de la Unción de enfermos.

Cuánto te amo, Señor, tu eres mi fortaleza. Este sacramento de la Unción de enfermos da fortaleza al alma y muchas veces al cuerpo por la presencia de Jesucristo. Por eso ante tanta delicadeza de amor por parte del Señor en este sacramento, bien podemos decir: Cuánto te amo, Señor, tu eres mi fortaleza.

Automático Cuánto te amo, Señor.

Tu eres mi fortaleza.

Mi escudo y mi refugio eres Tu,

Tu eres el Dios de mi vida.

Cuánto te amo, Señor.

Tu eres mi fortaleza.

Mi escudo y mi refugio eres Tu,

Tu eres el Dios de mi vida.

Cuánto te amo, Señor.

Tu eres mi fortaleza.

Que María ruegue por nosotros en la enfermedad y en la hora de la muerte. AMÉN